DE CUMBRE EN CUMBRE
El techo de la Sierra de Ayllón
La ruta para coronar esta cumbre es sencilla de seguir y recompensa con unas estupendas vistas
Dentro del sector oriental del Sistema Central, y cerrando por el sur las extensas llanuras segovianas, se levanta la sierra de Ayllón. Esta alineación montañosa, como ocurre con tantas otras, sirve también de referencia para marcar los límites administrativos en este caso entre las vecinas provincias de Guadalajara, Segovia y Madrid.
No se trata de una de las grandes sierras de nuestra geografía, ni por su altura, ni por su extensión. Sin embargo, atesora a lo largo y ancho (y alto) de las tres provincias que ocupa no sólo cumbres de gran interés, sino también, por debajo de ellas, unos fabulosos valles de un gran valor ecológico y paisajístico, como ocurre con los famosos hayedos de la Tejera Negra o el de Riofrío de Riaza, catalogados como los más meridionales de toda la península Ibérica.
La sierra en su conjunto, se dispone en torno a un eje principal que comienza, al oeste, con el pico Tres Provincias o Cebollera, y que enlaza por su punto más bajo (el puerto de la Quesera) con las cumbres del sector oriental, entre las que destacan cimas de gran entidad, como es el caso del Parrejón o el pico de la Buitrera, todas ellas por encima de la cota de los dos mil metros. Esa línea principal de cumbres se encuentra, a su vez, apuntalada por tres cordales secundarios que, a modo de contrafuertes, salen perpendicularmente hacia el sur, con otras cumbres también muy interesantes para los amantes del montañismo, como ocurre con el mítico Ocejón.
Nosotros hoy vamos a dirigir nuestros pasos hacia el pico Lobo, que se localiza en el mismo centro de ese eje principal que constituye la denominada Cuerda de la Pinilla. Para acometer su ascensión partiremos desde el aparcamiento del puerto de la Quesera (1.715 metros), situado en la carretera que va desde el pueblo de Riaza hasta la localidad de Majaelrayo (ésta, ya en la vertiente sur, en la provincia de Guadalajara). Sin tiempo todavía de entrar en calor deberemos afrontar la primera dura subida de la jornada, una pista forestal –que más parece un cortafuegos– hacia el Lomo de las Caseruelas (dirección oeste) y que salva en menos de un kilómetro más de 150 metros de desnivel.
No tardaremos mucho en llegar a la primera cota de la jornada, por encima ya de los 1.850 metros. Si el día está despejado desde aquí ya podremos hacernos una idea de cómo va a desarrollarse nuestro recorrido. Éste va a seguir en todo momento el largo –y ancho– cordal que se dibuja hacia el oeste, en una sucesión casi infinita de subidas y bajadas. Así, tras llegar al alto de las Caseruelas nos tocará descender unos 50 metros de desnivel hasta el Collado de Prado Llano, para volver a subir de nuevo –ahora 60 metros–, para alcanzar la siguiente cota en el horizonte, el Calamorro de San Benito (1.872 metros), 40 minutos. Un nuevo descenso por la línea de cumbres, que gira ahora ligeramente hacia el suroeste, nos lleva hasta el collado de San Benito, lo que nos coloca en los 1.760 metros, prácticamente la misma cota a la que se encontraba el punto donde dejamos el coche.
Siguiendo la tónica de la jornada este collado no es sino el anticipo de una nueva subida. Esta es algo más larga que las anteriores, pero no en vano nos habrá de dejar en la primera cima del día que supera los dos mil metros, el Cerro del Aventadero (2.006 metros de altitud). En los días en que acometimos nuestra excursión la nieve todavía cubría este alto cordal, con lo que pudimos progresar cómodamente con nuestros esquís de montaña hasta aquí. Sin embargo en esta zona la línea somital está muy venteada y afloran las rocas del terreno, con lo que nuestra progresión se hizo en este tramo un poco más incómoda.
A partir de aquí entramos en el cordal de las Peñuelas, al que pronto se incorpora, desde el norte (a nuestra derecha), el camino que asciende desde la misma base de la estación de esquí de la Pinilla y donde es bastante probable que se incorporen a nuestra ruta otros montañeros en busca de la cumbre del Pico Lobo.
Ya estamos realmente cerca de nuestro objetivo. Un tramo de ligera subida en el que bastará con seguir la huella marcada nos llevará en dirección a las Peñuelas (2.215 m.), cumbre que no será necesario coronar, pues es suficiente con bordear por su vertiente norte. En caso de haber hielo, ésta puede ser la zona más delicada de la excursión, con lo que será conveniente extremar la precaución para evitar incidentes.
Superado este punto ya veremos muy cerca la cima del Pico Lobo, afeada por los restos de una antigua construcción –parece ser que fue en su día una estación de radio– pero que nadie tuvo a bien demoler cuando dejó de tener uso. Un breve descenso nos coloca pues a los pies del tramo final de subida, donde un vértice geodésico nos indica que hemos conseguido nuestro reto.
Nos habrá costado llegar hasta arriba, pero no en vano nos encontraremos casi a 2.300 metros (2.274, para ser exactos), altitud que hace que esta cumbre no sólo sea el techo de toda la sierra de Ayllón, sino también la más alta de toda la provincia de Guadalajara (puesto que el vértice geodésico marca la divisoria entre esta provincia –al sur– y la de Segovia –al norte–).
Si el tiempo lo permite, antes de emprender el camino de vuelta, podremos disfrutar desde la misma cima intentando adivinar en el horizonte los nombres de la multitud de cumbres que, desde esta privilegiada atalaya, pueden alcanzar a verse.