DESTINO
La escultura más grande del mundo
A escasos 10 kilómetros de Lerma, en Quintanilla del Agua, se ubica un pueblo sin vecinos construido por las manos del escultor Félix Yáñez que rememora el tiempo pasado de las localidades castellanas
Poca gente puede presumir de ser el autor en solitario de la escultura más grande del mundo. Y menos aún que quien se acerque a ella pueda pasear por sus calles, asomarse a la escuela y reconocer aquél pupitre donde estudió. O sentir un escalofrío cuando se asoma a la cárcel y a las mazmorras y reconocer el sifón en la taberna o las antiguas básculas del ultramarinos. Sentir el olor de lavanda de la ropa recién lavada tendida en los balcones mientras que las gallinas y los pájaros revolotean en la granja. Pocos pueden presumir de celebrar un festival de teatro estival en las corralas de su escultura y que los visitantes puedan adentrarse en la ermita y hasta rezar si uno es religioso mientras admira la sólida puerta que se cerrará cuando finalice el día.
De todo eso puede presumir y sentirse orgulloso el ceramista de Quintanilla del Agua (Burgos), Félix Yáñez, un artista que optó hace más de ocho años –y después de tres décadas dedicado al barro y la cerámica creando pequeñas esculturas que le han procurado varios premios– por iniciar lo que ni el mismo llegó a pensar en lo que se convertiría. La escultura más grande del mundo se ubica en Territorio Artlanza, un espacio de más de 7.000 metros cuadrados que recrea un pueblo castellano y por el que los turistas pueden pasear y admirar la obra de Yáñez construida poco a poco a lo largo de décadas con sus propias manos.
Materiales de desecho, piezas abandonadas y recogidas poco a poco, mucha argamasa y ladrillo; pedernales y plantas han ido conformando esta obra bautizada como Territorio Artlanza y que ha sido protagonista absoluta en la última Feria de Fitur de la mano de la Diputación de Burgos.
Pero para entonces, Territorio Artlanza ya era un lugar de peregrinación para aquellos que ansían conocer la cultura de sus ancestros o revivir su niñez de la mano de casas hechas a mano a escala natural por este escultor y ceramista que comenzó a construir su obra casi por casualidad a las afueras de Quintanilla del Agua. En una parcela de su propiedad, levantó un pequeño rincón para reuniones familiares y organizar comidas. Era una pequeña plaza con soportales como complemento a la casa donde vive con su familia y del taller donde trabaja. Era, dice, «un lugar donde salir a merendar y a tomar la fresca». Al año siguiente construyó una calle también porticada. Poco a poco al proyecto, que iba gustando a la gente y acudía a verlo, se sumó una escuela, una librería, una cocina de pueblo, una fuente, un puente y miradores, la cantina, la granja, los calabozos y dos corralas donde cada verano se realizan representaciones teatrales.
Al principio su padre y su cuñado le ayudaban en esta magna obra. Buscaban en pueblos los elementos, en vertederos, en el campo paseando o en la ribera del río porque cualquier canto rodado, cualquier viga, forja, visagra o puerta abandonada servía para construir ‘su pueblo’. Después empezó a recibir ‘donaciones’ de las personas que conocían el proyecto o simplemente lo compraba. Hoy, cuenta hasta con una plaza de juegos populares de antaño (canicas, la rana, el inque, el marro...) que hace las delicias de los más pequeños.
Territorio Arlanza es la escultura más grande del mundo, una obra aún inacabada porque el proyecto sigue creciendo como crecen las visitas y hoy es un reclamo turístico en esta zona de la ribera del Arlanza.
Yáñez recuerda que él, ante todo, es ceramista y escultor y la recreación de este antiguo pueblo castellano es un complemento a su labor creadora. De hecho, allí se ubica su taller y vende sus obras que representan figuras de niños, campesinos, frailes, pastores o peregrinos, entre otros personajes. Organiza talleres didácticos de cerámica para colegios de primaria. En ellos, Yáñez realiza una demostración de su trabajo y los alumnos elaboran piezas sencillas que se complementa con las visitas guiadas u otros talleres como el de juegos populares.
En verano Territorio Artlanza está en su máximo esplendor. Con el olor a campo, las flores en su apogeo de colores y sensaciones, y con la complicidad de la luna, las corralas se convierten en un teatro al aire libre donde se representan textos antiguos y nuevos de montajes escénicos como el Lazarillo de Tormes de su amigo el actor Luis Orcajo, el ‘Duende de Lerma’. La oferta lúdico cultural se completa, también en época estival, con un servicio de hostelería, situado en el porche de la entrada.