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BODEGAS TEODORO RECIO (DOP RUEDA)

Suelo y uva, lo importante

Tres vendimias y tres etiquetas que corresponden a tres tipos de vino con un denominador común: monovarietales de verdejo amparados por la familia Recio, viticultores de La Seca

El equipo humano de la bodega, (de i. a d.) Teodoro, Juan Manuel, Saray y Roberto Recio, camina entre dos líneos. Abajo, depósitos de elaboración.-M. T.

Publicado por
Mar Torres
Valladolid

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Tres vendimias y tres marcas es el balance de la bodega familiar Teodoro Recio, ubicada en La Seca (Valladolid). En este término tiene su patrimonio vitícola, 22 hectáreas cuyo fruto se vendía a otras elaboradoras hasta que decidieron transformarlo y etiquetar su propio vino para cerrar el círculo.

El primer vino se elaboró en la vendimia de 2013, en las instalaciones de Val de Vid (Serrada). 5.000 botellas de un verdejo al que bautizaron con el acrónimo Robeser (los hijos se llaman Roberto y Sergio). El volumen se incrementó notablemente en la cosecha de 2014 y se etiquetaron 18.000 botellas. El siguiente paso fue iniciar la construcción de su bodega Instalaciones donde controlar, ellos mismos, desde la entrada de la uva en la tolva, hasta el embotellado. En marzo de 2015 empezó la obra y en septiembre ya fermentaron en ella. Estiman la inversión realizada en torno a los 700.000 euros. Para levantar el edificio se arrancó una pequeña parte del viñedo que poseen en el pago de Montepedroso, junto a la carretera que conduce a Rueda, 4.400 metros cuadrados de una plantación de seis hectáreas. Se ha dotado de diez depósitos de diferente capacidad: uno de 10.000 litros, tres de 20.000 y seis de 40.000 litros. «Según el aforo del consejo regulador, hay capacidad para 323.000 litros», detalla Roberto Recio, hijo de Teodoro. Una prensa para 20.000 kilos y embotelladora completan el equipo enológico. El humano está formado por Teodoro, responsable de gerencia y viñedo; Roberto, que realiza todo el trabajo de bodega; Saray Raigón, en la oficina, y Juan Manuel Fernández, que trabaja con padre e hijo.

La última vendimia también marcó una nueva etapa en la empresa. Además de ser la primera en su bodega, se elaboraron otros dos monovarietales, Clauma y Teodoro Recio, este último con crianza sobre lías que se comercializará en un mes.

En total, se metieron poco más de 300.000 kilos de verdejo, de los que 160.000 procedían de viñedo propio. «Una cosecha de calidad extraordinaria pero de poca cantidad», señalan. Su viñedo se localiza en tres pagos de La Seca: Macaná (7,5 hectáreas), Barc Briones (8) y Montepedroso (6). «Todos están en suelo cascajoso, aunque Barco Briones coge más barro porque son tierras más ricas», apunta Teodoro y remarca que «el mejor es Macaná».

«Todo es espaldera de vaso reconvertido» en el que también se están injertando con verdejo las cepas de viura que había en las parcelas». «En hectárea y media que tenía mi abuelo había verdejo, viura, jerez, tinto y prieto picudo». recuerda Teodoro. En ese sentido, el viticultor señala que antes era común. «Era más fácil el cultivo de la viura que el del verdejo y la uva se pagaba al mismo precio», aclara.

Obtiene una producción por hectárea de 7.500 a 8.000 kilos y las plantaciones disponen de riego por goteo. «Antes iba a la máxima producción que permite el consejo», –cuando vendía la uva– «ahora no», reconoce y afirma con rotundidad: «el vino tiene que venir de la cepa y si la uva es buena el vino es bueno».

En las parcelas conviven las cepas de verdejo de más de 40 años con las que se van injertando. El primero en ser reestructurado fue el pago Macaná, Barco concluirá este año y para 2017 se efectuará en Montepedroso. Según las estimaciones de Teodoro, en dos años más cogerán otros 120.000 kilos fruto de esta reconversión de la viura. El resto de la uva transformada, hasta llegar a los 300.000 kilos, procede de viñedo, menos de 30 hectáreas, de otros viticultores del municipio. La previsión es incrementar la producción de vino hasta llegar a los 500.000 litros, en tres, cinco años. «Hay dos opciones, arrendar 22 hectáreas o comprar viñedo», reflexiona Teodoro. La enóloga Silvia García dirige la elaboración y con Teodoro determinan el momento de la vendimia de cada parcela. «La uva se selecciona en el campo y la recogida es mecanizada y nocturna. En una noche entran dos tolvas y dos prensas (de 20.000 kilos cada una)», señalan.

La comercialización del vino es nacional. Este año comenzarán a exportar al Reino Unido, y reconocen que lo que cuesta es «vender a un precio medio digno... y luego cobrar», porque, según indican, hay distribuidores que «quieren vino a un euro la botella».