SALAMANCA
Un pinchazo para detectar el cáncer
Investigadores del IBSAL validan una herramienta que mejora el abordaje de pacientes con linfoma a través de biopsia líquida / Esta estrategia ha demostrado su efectividad en el 90% de las muestras analizadas
Es un arma contra el cáncer. Es verdad que no lo combate, pero sí pone nombre a una enfermedad que ataca al sistema inmunitario desde el diagnóstico precoz. El linfoma es uno de los cánceres de la sangre más predominantes, con más de 500.000 personas diagnosticadas cada año. Un fallo en la forma de actuar de los linfocitos, unas células de la sangre y de los ganglios linfáticos que ayudan a luchar contra las infecciones, desencadena uno de los tumores menos conocidos, pero situado en el top 10 en cuanto a incidencia y mortalidad en España.
Para atajar cuanto antes esta dolencia que muestra su cara con ganglios linfáticos afectados en axilas, cuello o ingle, un equipo del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) ha validado una herramienta de secuenciación masiva para un mejor abordaje de los pacientes con linfoma a través de la biopsia líquida, tanto en el momento del diagnóstico como durante su seguimiento, para avanzar en la medicina personalizada de precisión.
El proyecto, según explica la investigadora María Eugenia Sarasquete, tiene por objetivo desarrollar una metodología que permita acceder al tumor a través de una muestra de sangre. «Los linfomas son un tipo de tumor maligno que afecta a los linfocitos, que están fundamentalmente en los ganglios linfáticos. En este caso, y al contrario que en las leucemias, las células tumorales no se encuentran, en la gran mayoría de los casos, circulando libremente por la sangre, sino que permanecen ‘escondidas’ en los ganglios».
Para poder llevar a cabo un correcto diagnóstico del linfoma es necesario realizar una biopsia del ganglio y obtener material tumoral para su estudio. Y es aquí donde el término biopsia líquida cobra sentido, al abordar el estudio de un tumor a través de algún fluido, en este caso la sangre, que al estar en contacto con el tumor contiene restos de las células tumorales que van muriendo. «El estudio de estos restos nos proporciona información valiosa del tumor para su análisis de una forma mínimamente invasiva», apunta.
Una vez que disponen de la muestra de sangre del paciente, lo que buscan son marcadores específicos del tumor, ya sea en el momento del diagnóstico con la meta de caracterizar el tipo de linfoma o bien durante el tratamiento para determinar la respuesta al mismo, puesto que los niveles de estos marcadores van disminuyendo hasta desaparecer cuando el enfermo responde adecuadamente, o aumentan en aquellos casos en los que el tratamiento no es eficaz y el tumor continúa creciendo. Se trata, por tanto, de una herramienta que permite realizar «un seguimiento estrecho» de los pacientes a lo largo de la enfermedad y que ayuda en la detección precoz de las resistencias al tratamiento o de las recaídas.
En el momento actual, el diagnóstico de un linfoma requiere de una biopsia del tumor (generalmente un ganglio linfático) y de la realización de pruebas de imagen para determinar la extensión de la enfermedad (PET/TC). Estas mismas pruebas se emplean para el seguimiento de los pacientes durante y después del tratamiento. «La biopsia líquida abre una nueva vía para abordar el estudio de los linfomas.
Actualmente complementa a la biopsia clásica y a las pruebas de imagen tradicionales, pero se espera que en el futuro próximo se emplee de forma rutinaria, al ser mínimamente invasiva y proporcionar información relevante tanto del tumor como de la respuesta al tratamiento del paciente», subraya para, a continuación, añadir que los resultados muestran que la biopsia líquida en combinación con los datos de la PET/TC consigue una mejor clasificación pronóstica de los enfermos, es decir, se sabe con una mayor precisión qué personas van a ir mejor y cuáles tienen un mayor riesgo de recaída.
En cuanto a las ventajas de esta herramienta, María Eugenia Sarasquete detalla que la principal es que el ADN circulante tumoral proviene de todas las células del tumor, con independencia de su localización o estadio. Esto, a su parecer, supone un valor añadido frente a la biopsia tradicional, que aporta información de un ‘trocito’ del tumor en un determinado momento, mientras que la biopsia líquida proporciona información global del tumor, aunque este tenga varias localizaciones.
En este sentido, sostiene que la biopsia líquida resulta muy interesante como herramienta para el estudio de cánceres que no son abordables desde el punto de vista quirúrgico por su localización muy profunda en áreas inaccesibles, y en los que la biopsia líquida es la única opción para poder estudiarlos. A este beneficio se suma la posibilidad de realizar estos estudios con una mayor frecuencia, lo que posibilita anticiparse a la recaída del enfermo, incluso antes de que esta se manifieste con sintomatología.
La investigadora del IBSAL subraya que este sistema es uno de los primeros que permite estudiar todas las alteraciones típicas de esta neoplasia de forma simultánea, por lo que cubre el 90% de los casos, de una forma coste-efectiva para el Sistema Nacional de Salud. En este punto, recuerda que existen otras herramientas disponibles, si bien son más costosas lo que hace que el sistema sanitario no pueda asumirlas para todos los pacientes. Además, agrega, se trata de una técnica estandarizada y validada.
Por todo esto, señala que esta estrategia podría ser implementada en nuestro país. De hecho, avanza que ya han mantenido reuniones con otros hospitales dentro del Grupo Español de Linfomas (GELTAMO) para tratar de aunar esfuerzos y desarrollar una estrategia común para todos. En el Servicio de Hematología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca han adquirido un robot para la automatización de una parte del proceso, lo que garantiza «mayor rapidez y robustez» en la generación de