SALAMANCA
Las bacterias de las moras como antibióticos
Investigadores salmantinos revelan el interés que presentan estos microorganismos, tanto por los beneficios que pueden aportar a la dieta como por su potencial biotecnológico
Desinflamar el cuerpo, prevenir algunas enfermedades, reducir el envejecimiento prematuro, estabilizar la absorción de la glucosa, cuidar el corazón, disminuir el colesterol ‘malo’ y aumentar el ‘bueno’… Las moras son un fruto rojo bastante recomendado porque su consumo tiene muchos beneficios. Por ello, en las últimas tardes de agosto, las rutas por la naturaleza se convierten en una gran despensa. Eso sí, hacerte con ese manjar te hará regresar a casa con brazos y piernas llenos de arañazos y pinchazos. Fáciles de divisar por su color, pero difíciles de atrapar debido a las múltiples espinas del arbusto donde crecen. A pesar de ello, cada vez están más presentes en la vida sana.
Más allá de sus bondades de seguir una dieta equilibrada o proteger a la agricultura de las plagas, están todos los valores añadidos relacionados con el interés farmacéutico. Un equipo del Departamento de Microbiología y Genética de la Universidad de Salamanca ha revelado el potencial biotecnológico de sus bacterias. En concreto, el catedrático Raúl Rivas González explica que este proyecto busca desentrañar la diversidad microbiana asociada a las plantas de mora, seleccionar cepas bacterianas bioseguras con capacidades para promover el crecimiento y la aptitud de las plantas y la calidad del fruto, así como analizar los efectos potenciales de la aplicación de estas bacterias en la composición y funciones de las comunidades microbianas rizosféricas y endosféricas, estudiar los cambios en los patrones de expresión genética asociados tanto a las plantas como a las bacterias, y vislumbrar los efectos sobre el crecimiento y la aptitud de las plantas para enfrentarse a diferentes estreses bióticos y abióticos, considerando el rendimiento y la calidad de los frutos en un escenario de cambio climático, en especial en relación con el contenido de compuestos bioactivos que puedan resultar beneficiosos para la salud humana.
Además, indagan en el potencial biotecnológico de las bacterias aisladas del interior de las plantas de mora. En ese sentido, asegura que «clarificar las comunidades microbianas que habitan en los tejidos vegetales puede ser una herramienta útil para identificar y establecer un conjunto de bacterias cultivables, cuyo potencial industrial puede usarse para futuras investigaciones y aplicaciones en ámbitos muy diversos que van desde conseguir una agricultura sostenible, facilitar el control biológico de patógenos y plagas, degradar contaminantes o sintetizar nuevos compuestos de interés farmacéutico, como antibióticos o agentes anticancerígenos».
Este es el primer intento de estudiar la composición de bacterias endofíticas dentro de diferentes tejidos de plantas de mora que crecen en diversos ambientes. Por ello, Rivas González sostiene que este análisis contribuye a sentar las bases para futuros estudios, con el objetivo de que las plantas de mora actúen como fuente de obtención de bacterias útiles en la producción de biocompuestos alternativos favorables.
En este sentido, pone como ejemplo que las bacterias pueden ser empleadas para mejorar el aporte nutricional de los productos vegetales, aumentando el contenido de compuestos beneficiosos como los ácidos fenólicos y los flavonoides, que protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes y pueden actuar como antiinflamatorios y prevenir las enfermedades cardiovasculares. Del mismo modo, añade que las bacterias pueden ayudar a la planta a superar situaciones ambientales problemáticas como la sequía y la salinidad, que aparecen con frecuencia en el actual escenario de cambio climático.
La tendencia de los consumidores a mantener una dieta sana y equilibrada ha provocado un aumento en el consumo de frutos rojos en los últimos años, debido a su bajo contenido calórico y riqueza en compuestos bioactivos, que son los metabolitos secundarios con efectos notables en la salud humana. La mora, como cualquier fruta, está compuesta sobre todo por carbohidratos, destacando en este caso la glucosa y la fructosa.
Sin embargo, los frutos de la zarzamora también incluyen una gran cantidad de compuestos bioactivos con actividades anticancerígenas, antibacterianas y antiinflamatorias, derivadas sobre todo de sus propiedades antioxidantes. Estos compuestos bioactivos son diversos, pero se hace referencia a ellos como compuestos fenólicos. «La inoculación con las bacterias permite aumentar la acumulación de estos compuestos beneficiosos en la planta. El principal ácido fenólico de las moras es el ácido elágico, un polifenol con cuatro grupos hidroxilo, clasificado en la familia de compuestos del ácido hidroxibenzoico. Este compuesto ha sido descrito para reducir el riesgo de desarrollar cáncer y mitigar la respuesta inflamatoria en humanos», detalla.
El proyecto comenzó hace cuatro años y los datos obtenidos en los últimos meses han sido «muy interesantes y relevantes». ¿Cómo surgió todo? Recuerda que uno de los objetivos de muchos países y administraciones públicas es reducir el uso de fertilizantes minerales y la contaminación ambiental, mantener la productividad de los cultivos y mejorar la calidad de la producción y la fertilidad del suelo, utilizando alternativas biotecnológicas. Por tanto, a su parecer, desentrañar la composición endofítica de la mora puede crear un contexto ventajoso para el establecimiento de nuevos biofertilizantes para este tipo de cultivo y para el descubrimiento de nuevos microorganismos beneficiosos para los diferentes aspectos de las actividades humanas.
El funcionamiento de los ecosistemas depende, en gran medida, de las actividades de los microorganismos. «Son la fracción más grande de organismos vivos en términos de número y biomasa y su importancia en el mantenimiento de los hábitats, el reciclaje ecológico de nutrientes, desechos y otros materiales y su papel crucial en las interacciones entre los componentes bióticos y abióticos del medio ambiente exige una mayor aclaración».
Por esa razón, Raúl Rivas González sostiene que el estudio de genes relacionados con la interacción planta-bacteria, la respuesta a condiciones de estrés abiótico y cambio climático, la inducción de mecanismos defensivos en la planta o el incremento de la capacidad antioxidante de los frutos, entre otras cuestiones, arroja información de relevancia y pone de manifiesto la necesidad de ahondar en el conocimiento de las comunidades microbianas asociadas a vegetales, cuya funcionalidad es desconocida, si bien puedan presentar un potencial muy útil en los ámbitos biotecnológico, ambiental y sanitario.
De cara al futuro, avanza que quieren seguir con su labor docente, investigadora, de gestión y de transferencia. Y es que, según reconoce, la docencia universitaria de grado y posgrado es una de sus principales obligaciones. En referencia a la investigación, su idea es continuar estudiando y analizando la capacidad que tienen algunos microorganismos para ofrecernos diferentes tipos de soluciones biotecnológicas a problemas actuales o futuros. A nivel personal, el catedrático de la Universidad de Salamanca adelanta que uno de sus objetivos futuros es mantener acciones de transferencia de conocimiento a la sociedad mediante propuestas de divulgación científica, ya que, a su parecer, es algo muy beneficioso para los ciudadanos.
Raúl Rivas González: «La infrafinanciación de la USAL impide un desarrollo óptimo para ser una Comunidad puntera»
Aun así, lamenta que todavía existe un amplio rango de mejora y es fundamental seguir trabajando en este sentido, aunque es consciente de que es complicado equipararse a otras comunidades que poseen más recursos. Por fortuna, celebra que Castilla y León cuenta con grandes profesionales en todas las áreas y el valor que supone esta situación es altísimo. «Una financiación universitaria apropiada, justa y adecuada a la producción y proyección de centros excelsos como es la Universidad de Salamanca, facilitará un efecto sinérgico que redundará en beneficio de todos».
Y es que, en su opinión, la labor y el esfuerzo cotidiano de los profesionales debe ser reconocido de manera conveniente y, además, se debe facilitar su trabajo limitando o mitigando en lo posible la enorme cantidad de trámites burocráticos a los que están sometidos. «Estoy convencido de que la administración, las universidades y los organismos públicos de investigación deben ir de la mano, apoyarse aunando esfuerzos y consolidando estrategias conjuntas. Además, a este conjunto es necesario sumar al sector empresarial, en la búsqueda de un beneficio colectivo que permita un desarrollo adecuado y constante de la región que repercuta en el confort de la población», apostilla.
Para Rivas González, las administraciones públicas sí que trabajan y velan porque sus comunidades sean punteras o, al menos, eso es lo que esperan los ciudadanos. Por desgracia, agrega, en estos momentos no cree que Castilla y León se sitúe a la vanguardia en cuanto a investigación e innovación, al menos, los rankings así lo reflejan. Por ello, considera que debemos ser conscientes de esta situación y trabajar para cambiarla. «No será fácil ni rápido y el apoyo logístico y financiero de la administración será decisivo para alcanzar este objetivo», apunta antes de puntualizar que «la infrafinanciación que sufre la Universidad de Salamanca impide un desarrollo óptimo que permita alcanzar cotas superiores en este ámbito».
A su parecer, cada vez hay una mayor consciencia y reconocimiento social hacia estos aspectos, lo que se ve reflejado en un mayor interés por la ciencia y los desarrollos tecnológicos. «Existe una tendencia mundial a que profesiones como la de médico, científico o profesor sean valoradas al alza, lo cual es muy importante en el escenario social presente y futuro», concluye.