SALAMANCA
El 112 de los marcapasos
El Complejo Asistencial es el primer hospital del mundo que demuestra la importancia de tener un equipo listo 24 horas los 7 días de la semana para implantar estos dispositivos en un máximo de tres horas
Salvan vidas. Y lo hacen de manera oculta y silenciosa. Los marcapasos llegan a la vida de muchos pacientes para tratar un descenso de la frecuencia cardiaca. Estos dispositivos se colocan debajo de la piel, cerca de la clavícula y estimulan el corazón según sea necesario para que siga latiendo con regularidad. En España, alrededor de 40.000 personas son operadas cada año para sumar a su vida este aliado que ayuda a restablecer el ritmo normal de los latidos y alivia síntomas producidos por las bradicardias, como son mareos, dificultad para respirar, desmayos, falta crónica de energía, entre otros.
Este pequeño aparato mejora la supervivencia. Además, con el paso de los años está evolucionando mucho. A las nuevas tecnologías se suman técnicas que exprimen al máximo todas sus funcionalidades, a la vez que mejoran el postoperatorio y la calidad de vida. En esta línea el servicio de Cardiología del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca tiene mucho que decir. Se ha convertido en el primer centro del mundo que ha demostrado la importancia de tener un equipo listo 24 horas los siete días de la semana para implantar marcapasos en un máximo de tres horas.
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¿Por qué? Javier Jiménez Candil, jefe de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias, lo tiene claro: «Supone un cambio en la manera de enfocar el proceso de tratamiento de los pacientes con bradicardias agudas y sintomáticas, haciendo hincapié en lo relevante que supone reducir el tiempo de espera hasta el implante del marcapasos permanente. Cuanto antes tenga lugar, menos problemas tendrá el paciente». En este punto, recuerda que los destinatarios de este dispositivo suelen ser personas de avanzada edad, en ocasiones, dependientes y con otras patologías, en los que el retraso en la terapia definitiva «les inestabiliza o agrava su condición previa». Además, agrega, son personas en las que prolongar la estancia en el hospital les incrementa el riesgo de sufrir un síndrome confusional con agitación o desorientación.
Por lo general, tal y como explica, estos enfermos tienen un debut clínico súbito, con frecuencia en forma de pérdida de conocimiento, y suelen ser diagnosticados de la dolencia tras acudir a Urgencias. «Cuando se objetiva el problema y se indica el implante de un marcapasos, la estrategia habitual consiste en implantarlo dentro del horario laboral normal, sin reparar en la demora», expone para, a continuación, añadir que lo innovador del proceso clínico que realizan es que disponen de un equipo de alerta 24 horas/7 días a la semana, lo que les permite que cuando surge un caso de implante se pueda llevar a cabo tan pronto como sea posible, con una media de retraso de solo tres horas.
En esta línea, Jiménez Candil sostiene que este tiempo de demora es necesario para estudiar al paciente mediante una adecuada historia clínica, un análisis de sangre y un electrocardiograma transtorácico, con el fin de excluir causas productoras de bradiarritmias que puedan ser reversibles, es decir, que no exigirían el implante de un marcapasos, y para conocer si existe alguna otra patología adicional que requiera un estudio más pormenorizado.
Para el jefe de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca este proyecto es innovador por dos motivos; primero, por su base teórica y conceptualización: en personas con bradiarritmias sintomáticas agudas «el tiempo hasta el implante del marcapasos definitivo cuenta y se paga en forma de complicaciones», y, en segundo lugar, han reformulado el proceso clínico para que disponiendo de un equipo de guardia localizada sea posible ofrecer un servicio rápido y eficiente.
Esta investigación, que ha sido publicada en la Revista Española de Cardiología, ha demostrado que la nueva técnica de marcapasos urgente reduce un 50% la morbilidad de los pacientes, al disminuir las complicaciones que ocurren en el tiempo de espera hasta el implante del dispositivo definitivo; permite que la mayoría de los beneficiarios de estos aparatos se puedan ir a casa con tan solo ocho horas de estancia en el hospital, lo que se traduce en una disminución promedio de dos días de hospitalización por enfermo; reduce la necesidad de ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos Cardiovasculares, y disminuye los costes directos.
Todo esto es posible, según Javier Jiménez Candil, porque la hipótesis de partida se ha cumplido y porque implantar un dispositivo de urgencia por personal experto es igual de eficaz y seguro que realizarlo dentro del horario laboral normal. «Esta información no se conocía al no existir programas similares», apostilla.
Este proyecto arrancó durante la pandemia provocada por la COVID-19, cuando evitar horas de hospitalización en las personas, en especial, las de más edad, era prioritario. Más tarde, después de analizar los datos que iban recopilando y la evidencia previa que vinculaba el retraso en el implante a una mayor incidencia de complicaciones, tomaron una decisión estratégica: tenía sentido seguir, aunque la pandemia estaba bajando niveles. «El entusiasmo y el empuje del jefe de servicio Pedro L. Sánchez fue vital. La complicidad con el resto del servicio, fundamental», admite. Así que con estos mimbres lograron el respaldo de las autoridades médicas y administrativas del Hospital Universitario de Salamanca. «El resto es una historia de compromiso y esfuerzo de mis compañeros de la Unidad de Arritmias».
El servicio de implantes de marcapasos 24/7 está vigente desde marzo de 2020. En todo este tiempo han tratado a más de 1000 pacientes, sobre todo, personas de avanzada edad, con una media de 81 años, y en torno al 15% con más de 90. Y son los más ancianos, recalca el jefe de la Unidad de Electrofisiología y Arritmias, los más beneficiados de acortar la estancia en el centro.
De cara al futuro, avanza que la investigación, la innovación y la traslación a la práctica clínica exige continuar mejorando los procesos clínicos. «Este proyecto tiene margen de mejora», afirma. De hecho, quieren perfeccionarlo con la meta innegociable de tratar mejor a los enfermos.
En su opinión, en Castilla y León, existe una red excelente de profesionales comprometidos con la inmensa tarea de mejorar el estado de salud de los ciudadanos y de generar información útil para que pueda ser trasladada a la práctica clínica. Es más, asegura que en investigación clínica se dispone de grupos pioneros, con especialidades diversas, que son reconocidos a nivel nacional e internacional.
Para Jiménez Candil, en asistencia sanitaria e investigación biomédica, la Comunidad ocupa un lugar preferente en el contexto nacional. «Hace tiempo que se rompió el eje Madrid-Barcelona como líderes de talento, excelencia e innovación. En la mayoría de los campos podemos competir en igualdad de condiciones», defiende y subraya que esto es el resultado «de un trabajo conjunto de la administración, de las instituciones, de los profesionales y del resto de la sociedad». No obstante, a su parecer, queda mucho por hacer, por lo que recomienda no caer en el conformismo ni en la autocomplacencia.
Preguntado por si la sociedad premia la innovación y el talento, manifiesta que prefiere pensar más que en premios y remuneraciones en compromiso y retorno para mejorar la salud de los ciudadanos. En este sentido, tiene la receta mágica: «implicación, talento y compromiso».
Es evidente, reconoce, que parece existir un retroceso en las condiciones de vida que afectará a los más jóvenes, si bien confía en que las nuevas generaciones que vienen acompañadas de empuje y talento sean capaces de revertir los problemas económicos, climáticos y sociales que se arrastran desde hace tiempo y que repercutirán en el futuro.