Diario de Valladolid

SALAMANCA

El gen del cáncer de mama recurrente

Investigadores salmantinos demuestran la participación de un gen en la evolución de esta enfermedad / Han categorizado los tumores para determinar aquellos casos con mayor probabilidad de recidiva

Investigadores participantes en el proyecto

Investigadores participantes en el proyectoE.M.

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Salamanca

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La ciencia va ganando terreno al cáncer. Paso a paso. Sin prisa, pero sin pausa. Los investigadores van desvelando informaciones que hacen que esta enfermedad se vaya quedando cada vez más atrás. Es verdad que la guerra no está ganada, si bien las pequeñas batallas ayudan a los pacientes a seguir disfrutando de la vida. De una vida que un buen día cambió con el crecimiento descontrolado de las células de los senos. Un bulto, alteraciones en la estética del pecho, una inversión repentina del pezón, descamación, costras, enrojecimiento, hoyuelos, picazón… alertaron de que algo no iba bien.

A partir de la evaluación de esos síntomas llegó el diagnóstico: cáncer. Un punto de partida que dependiendo del tipo derivó en cirugía para remover el tumor, radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal y terapia dirigida. La elección depende de los factores y los médicos, que suelen trabajar en equipo para crear el plan más efectivo para cada caso.

La detección temprana es clave para aumentar las posibilidades de curación. Por tanto, la tasa de supervivencia puede variar bastante. A los cinco años puede ser superior al 90%, si bien, insisten los profesionales, todo depende del estadio del cáncer en el momento del diagnóstico. En todo este proceso, añaden, es crucial que las personas se sometan a controles regulares y se comuniquen con el médico de familia si notan algún cambio en sus senos, puesto que poner nombre a ese síntoma cuanto antes puede marcar una gran diferencia en el resultado del tratamiento.

Anticiparse está en el podio. Por esta razón, investigadores del Centro del Cáncer de Salamanca, dirigidos por Jesús Pérez Losada, han demostrado la importancia de NCAPH en la progresión del cáncer de mama luminal A, resaltando su papel no solo como un marcador de mal pronóstico, sino también como un participante activo en la mala evolución de la patología.

El objetivo de este proyecto, dirigido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Complutense de Madrid, fue afinar la categorización de los tumores de mama luminales A, con el fin de determinar con exactitud aquellos casos con mayor probabilidad de recaída. Este enfoque, según apunta, podría proporcionar terapias más personalizadas y, si es necesario, más intensivas desde el principio para pacientes con riesgo de recaída a corto o medio plazo. Además de evaluar, añade, la posibilidad de prolongar la terapia hormonal en enfermos que presenten un riesgo elevado de recidiva a largo plazo.

El estudio utilizó modelos animales genéticamente modificados, estudios celulares y análisis epidemiológicos retrospectivos en diferentes grupos de pacientes para validar la asociación entre la sobreexpresión de NCAPH y el mal pronóstico. Para garantizar la correcta identificación de los tumores luminales A con tendencia a una evolución desfavorable, Pérez Losada indica que el primer paso fue confirmar que se clasificaban como tumores luminales A. Para ello, se utilizó la herramienta genética PAM50, reconocida por su rigurosidad en la clasificación de los subtipos de cáncer de mama, asegurando así la precisión en la selección de los casos estudiados.

En su opinión, es una investigación innovadora porque creen que la identificación de la firma genética relacionada con el gen NCAPH puede ser un avance significativo. «Esta firma, compuesta por la sobreexpresión de NCAPH y otros nueve genes, se asocia con un pronóstico desfavorable en el cáncer de mama luminal A», expone antes de incidir en que esta precisión en la identificación en su estudio superó en tres bases de datos de pacientes a la de herramientas existentes como el test Oncotype DX, lo que puede representar un avance significativo en la predicción del pronóstico.

Es verdad, reconoce, que el cáncer de mama luminal A localizado, generalmente se considera de buen pronóstico y recibe tratamientos menos agresivos. Sin embargo, este proyecto aborda la necesidad crítica de identificar aquellos casos dentro de este subtipo que tienen un mayor riesgo de recaída, incluso muchos años después del diagnóstico inicial.

Por tanto, el investigador del Centro del Cáncer de Salamanca celebra que gracias a este trabajo han logrado una estratificación más precisa de los pacientes, lo que puede conducir a tratamientos más personalizados y efectivos. «Identificar a los pacientes de mayor riesgo podría permitir el uso de terapias más intensivas desde el principio, mejorando las posibilidades de un mejor resultado a largo plazo».

En cuanto a las ventajas, Pérez Losada tiene claro que la principal es la capacidad de identificar a enfermos con este tipo de tumor que tienen un riesgo más alto de recaída, ya que de esta forma se puede realizar una personalización más detallada del tratamiento. Pero ahí no se quedan los valores añadidos, expone que este trabajo amplía la comprensión de los mecanismos moleculares subyacentes al cáncer de mama luminal A, proporcionando información valiosa sobre cómo la sobreexpresión de NCAPH y otros genes relacionados influyen en la progresión de la enfermedad. «Este conocimiento podría inspirar futuras investigaciones y el desarrollo de nuevas terapias», apostilla.

No hay que olvidar, tal y como sostiene el investigador del Centro del Cáncer, que la identificación de la firma genética y la comprensión de su papel en la progresión de los tumores malignos abren la puerta al desarrollo de terapias dirigidas. En el futuro, avanza que se podrían desarrollar tratamientos que se dirijan específicamente a los mecanismos por los cuales NCAPH y los genes relacionados influyen en la progresión del cáncer.

El broche lo pone, insiste, que este proyecto destaca la importancia de la colaboración entre diversas disciplinas y especialidades para abordar complejos desafíos en oncología. «Este enfoque interdisciplinar es importante para acelerar el ritmo de los descubrimientos y su aplicación clínica».

En esta línea, Jesús Pérez Losada señala que los modelos animales se generaron en la Unidad de Transgénesis de la Universidad de Salamanca, dirigida por el profesor Manuel Sánchez Martín. También resalta la «colaboración esencial» de Sonia Castillo de la Universidad Complutense de Madrid. Y, por supuesto, el trabajo realizado por los coprimeros autores del trabajo: Marina Mendiburu-Eliçabe, Natalia García Sancha, Roberto Corchado Cobos y Angélica Martínez López.

Recalca que, aunque existen pruebas genómicas como Oncotype DX que ayudan a predecir el riesgo de recurrencia del cáncer de mama en clínica, este estudio identifica una firma genética única centrada en la sobreexpresión de NCAPH y otros nueve genes que en este estudio fueron capaces de superar la capacidad predictiva de Oncotype DX. «Esta firma se asocia con un pronóstico desfavorable en el cáncer de mama luminal A, ofreciendo una herramienta predictiva más precisa y específica que los métodos existentes», puntualiza Jesús Pérez Losada.

Al proporcionar una herramienta para identificar a los pacientes con un alto riesgo de recurrencia, el proyecto sienta las bases para terapias más personalizadas y adaptadas, lo que puede representar «un paso significativo» hacia la personalización del tratamiento del cáncer de mama luminal A.

Antes de que la firma genética se implemente en la práctica clínica, manifiesta que es esencial que se realicen estudios de validación. ¿Por qué? Dice que estos estudios confirmarían la fiabilidad y la precisión de la firma genética para predecir el pronóstico en poblaciones más amplias y diversas de pacientes con cáncer de mama luminal A.

«Si los estudios de validación son exitosos, el siguiente paso sería incorporar la firma genética en ensayos clínicos. Estos ensayos podrían diseñarse para evaluar cómo la información proporcionada por la firma genética puede influir en las decisiones de tratamiento y en los resultados para los pacientes», avanza antes de subrayar que están abiertos a colaborar con hospitales, otros centros de investigación y compañías farmacéuticas para llevar a cabo estos ensayos clínicos. «Estas colaboraciones proporcionarían el marco necesario para probar la firma genética en un entorno clínico real y no solo en nuestros estudios retrospectivos», zanja el investigador.

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