Los ‘monstruos’ de las cloacas vallisoletanas
Aceites, preservativos, compresas y toallitas higiénicas copan los más de 600.000 residuos que se retiran al año de la depuradora de Valladolid / Una "mejora en los procesos de compactación de residuos, que supone una reducción del 60% de estos desechos", según el Ayuntamiento
Es una imagen muy común en el alcantarillado de Valladolid y provoca grandes obstrucciones. Un simple gesto que se realiza a diario y cuesta mucho dinero. Del váter a la planta depuradora . Sí, por el colector llegan las aguas residuales de las viviendas; y con ellas uno de los principales problemas en el funcionamiento de estas instalaciones: las toallitas húmedas, compuestas por plástico no degradable.
Su tratamiento es complejo y solo con echar un vistazo se pueden ver cómo caen a la piscina de la depuradora. Lo peor, las que se cuelan en las tuberías de la planta, ya que obstruyen los filtros . Aunque tirar de la cadena es un proceso muy sencillo, el retrete no engulle lo que llega a él. Todo lo contrario. Es un mero trasmisor. A pesar de las campañas de concienciación, cada persona vierte en el inodoro muchos kilos de residuos sólidos. Un monstruo que emerge por las cloacas de Valladolid despertando el asco de los ciudadanos , sin embargo, de manera inconsciente lo siguen alimentando. Por ello, en el servicio de agua se realizan inspecciones periódicas y limpiezas de zonas críticas para que no se produzcan este tipo de incidencias.
No son los únicos enemigos de la gestión del agua. Los aceites y las grasas, según señala Alejandro García Pellitero , concejal de Medio Ambiente , también pueden ocasionar atascos porque afectan a la correcta oxigenación de los procesos e impiden que los microorganismos encargados de la depuración funcionen de manera correcta. En el ‘top ten’ está el hilo dental, las tiritas, los productos de higiene femenina, los preservativos, el pelo, las servilletas de papel, los bastoncillos para limpiar los oídos, los discos desmaquillantes, la arena para gatos y los medicamentos. Solo por poner un ejemplo, un bastoncillo tarda 300 años en degradarse. Además del daño que se hace a las instalaciones públicas, con sobrecostes debido a las averías y al mantenimiento, se suma el impacto en el medio ambiente.
Nadie puede aludir desconocimiento porque son bastantes las campañas que se llevan a cabo para informar de todo el proceso, sobre todo, incide, las hacen coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente y de forma habitual a través del programa educativo. En esta línea, el edil cuenta que el programa Vasito y Macetilla llega anualmente a más de 3.000 escolares de Valladolid . De igual forma, las puertas de la depuradora están abiertas para que los centros educativos puedan visitarlas y ver el proceso. De hecho, apunta que al año reciben a alrededor de 500 escolares, asociaciones y colectivos a los que intentan concienciar de que la protección del planeta comienza en las viviendas.
Valladolid tiene una EDAR (estación de tratamiento de agua residual) y dos ETAP (estaciones de tratamiento de agua potable). En estas últimas se capta el agua del Canal de Castilla y del Canal del Duero y se trata para hacerla apta para el consumo humano. En la EDAR se recibe toda el agua residual generada en el municipio de Valladolid y varios pueblos del alfoz, para su tratamiento y posterior vertido al río Pisuerga, cumpliendo estrictos parámetros de calidad ambiental. En el año 2023 se trataron casi 44 millones de metros cúbicos, unos 120 millones de litros al día.
Ahora bien, ¿conoces cómo se tratan las aguas residuales? En las siguientes líneas te lo vamos a explicar. García Pellitero expone que las infraestructuras de saneamiento se encuentran divididas en las dos márgenes del río Pisuerga a su paso por la ciudad. «En la margen izquierda del río se dispone de un emisario-interceptor que recoge todos los efluentes de ambas márgenes y los conduce hasta la estación depuradora de aguas residuales en el Camino Viejo de Simancas. Las conducciones anteriores se completan con los periféricos necesarios para el correcto funcionamiento del sistema, sobre todo tanques de tormentas y estaciones de bombeo», subraya antes de informar de que la red de alcantarillado de Valladolid tiene una longitud de algo más de 730 kilómetros, sin incluir las acometidas.
A su llegada a la EDAR, tal y como sostiene el concejal de Medio Ambiente, las aguas residuales desembocan en un profundo pozo de llegada, donde son elevadas con hasta ocho potentes bombas. «El tratamiento del agua en la EDAR es un proceso complejo en el que se elimina más del 95% de la materia orgánica y los sólidos en suspensión que contiene el agua residual. También se elimina más del 80% de los nutrientes: nitrógeno y fósforo, que junto con la materia orgánica serían los principales causantes de la eutrofización del río si no se depuraran adecuadamente».
La estación depuradora de aguas residuales está organizada en tres líneas: línea de agua, línea de fango y línea de gas. En la línea de agua, el agua residual se somete a procesos físicos, químicos y biológicos, garantizando la máxima eficiencia. En el tratamiento del agua se generan residuos sólidos y unos fangos que son tratados en la línea de fangos, obteniéndose al día algo más de 80 toneladas de fango deshidratado reutilizable como fertilizante agrícola y 9.000 metros cúbicos de biogás. En la línea de biogás, éste es utilizado como combustible en un motor de cogeneración, en el que se produce energía eléctrica y térmica, consiguiendo un doble aprovechamiento energético.
Para García Pellitero, la depuradora debe dejar de ser el último eslabón de la cadena para pasar a convertirse en una instalación productora de recursos, una ‘ biofactoría ’. En este punto, recalca que hay que tender al residuo 0 y a aumentar la producción de energía, con el objetivo de ser autosostenibles. Es más, comenta que la mayoría de las mejoras que están implantando están orientadas a cumplir esta meta.
No hay que olvidarse, manifiesta el concejal de Medio Ambiente, de que, en 2023, en la EDAR se retiraron cerca de 100.000 kilogramos de arenas al mes (3.400 kilogramos al día) y 600.000 kilogramos de residuos de desbaste (1.700 kilogramos al día) , principalmente toallitas. «El año pasado se implantó una mejora en los procesos de compactación de residuos, que ha supuesto una reducción del 60% de los residuos de desbaste, consiguiendo disminuir los costes y la huella de carbono del proceso», sostiene.
Unos 120 millones de litros al día se devuelven en perfectas condiciones. Una tarea laboriosa, en especial, reconoce, los meses de invierno porque las bajas temperaturas influyen en los procesos biológicos y los periodos de lluvia. De cara al futuro, avanzan que quieren seguir protegiendo el medioambiente y la sostenibilidad del proceso. En esta línea están trabajando en varios proyectos como mejorar la automatización y digitalización de procesos; implementación de nuevas tecnologías en los procesos de higienización de los fangos; estudio de implementación de fuentes de energía renovables para que el proceso sea autosostenible, y análisis de implementación de nuevas tecnologías para la eliminación de posibles contaminantes emergentes.
Averías por toallitas
«Las toallitas son un grave problema porque se enredan en los sistemas mecánicos de las bombas, lo que provoca averías que pueden llegar a cortar puentes, túneles, avenidas…», advierte María José González, responsable de las plantas de gestión del agua de Valladolid , quien insiste en que estos incidentes pueden tardar en resolverse «desde una hora hasta varios días». Todo depende, agrega, del problema, sin embargo, el impacto en la ciudad puede ser muy grande. «Al inundarse una zona por aguas residuales tenemos que cortar y ver de dónde viene».
En este sentido, comenta que ni el fregadero ni el retrete son papeleras . No obstante, lamenta que a diario se encuentran con productos como cepillos, bastoncillos, compresas, aceite, gasoil, incluso ropa interior. «Todos esos objetos van formando una bola que acaba taponando y paralizando los procesos biológicos. Es como cuando tienes colesterol, la vena se va cerrando poco a poco hasta que no hay vuelta atrás».
A esto se suma que bastantes de las averías de saneamiento son a profundidades importantes, con lo cual hay que cortar esa zona y ver si se puede solucionar con las máquinas succionadoras o, si, por el contrario, hay que hacer una cata y a través de medios físicos acceder hasta el lugar para comprobar qué está pasando. «Todo eso es tiempo. A veces hay que cortar calles, zonas… con los inconvenientes que acarrea a los vecinos. Es importante no tirar ninguno de estos objetos por el baño porque luego sucede esto», incide González que recuerda la situación que se produjo en un colector de Valencia, donde había casi un kilómetro de tapón.
La responsable de las plantas vallisoletanas destaca que arrojar este tipo de productos de higiene por el inodoro provoca «una especie de armazón» en el que se acumulan el resto de residuos. «No se forma de la noche a la mañana». El problema, manifiesta, se acrecienta tras los episodios de lluvias, en los que tienen que acudir a los tanques de tormentas para revisar que todo esté correcto y no se haya producido ningún incidente.
Educación ambiental
Aquavall entiende la educación como un derecho fundamental y como base para hacer realidad un desarrollo sostenible. La cultura de la responsabilidad medio ambiental y de la consecución de los objetivos del desarrollo sostenible debe iniciarse desde la educación. Por este motivo, ha desarrollado un programa educativo para niños de primaria. Vasito y Macetilla son los protagonistas de una historia para los más pequeños, los acompañarán en talleres experimentales en las aulas, en cómics con sus divertidas historias y a través de una página web. En particular, estos peculiares personajes tienen un vídeo sobre las toallitas, donde dejan claro que echar este producto por el inodoro no le sienta bien ni a él, ni a la red de saneamiento, e invita a hacerlo a la papelera.
Otra iniciativa es Huertos Escolares , el programa que tiene como meta conocer por medio de la educación ambiental conceptos como la soberanía alimentaria, el cultivo de alimentos básicos y la concienciación sobre hábitos de alimentación más saludables y sostenibles, con una llamada a un consumo de proximidad y ecológico, generando, a través del huerto, un espacio curricular para todo el centro y un lugar de encuentro de toda la comunidad educativa.
La Sala del Agua del Museo de la Ciencia y la Casa del Río son otro espacio para sumergirse en el cuidado del agua y del medio ambiente. Aquavall colabora en su mantenimiento y ofrece actividades gratuitas el Día Mundial del Agua y el Día Mundial del Medio Ambiente. El broche lo pone su actividad estrella: ‘Un aula viva del agua’, es decir, la visita a la depuradora de aguas residuales y a la estación potabilizadora de Las Eras.