Diario de Valladolid

Transformar residuos en productos químicos

Un investigador vallisoletano diseña una bacteria ‘a la carta’ para producir compuestos de alto valor añadido / Utiliza una variante de la tecnología CRISPR para poder activar y desactivar la expresión de los genes a su elección

El investigador Sergio Bordel Velasco en las instalaciones del Instituto de Procesos Sostenibles. CARLOS LLORENTE | PHOTOGENIC

El investigador Sergio Bordel Velasco en las instalaciones del Instituto de Procesos Sostenibles. CARLOS LLORENTE | PHOTOGENIC

Publicado por
Estibaliz Lera

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Convertir los residuos en recursos útiles para la sociedad. No hay que olvidar que la basura supone un gran problema mundial. Se calcula que para 2025 se producirán más de 2.000 millones de toneladas anuales de desechos en el mundo . Una cifra a la que hay que plantar cara. Por tanto, es necesario encontrar soluciones que minimicen su impacto en el planeta. En este punto tiene mucho que decir el investigador Sergio Bordel Velasco, quien trabaja desarrollando una bacteria ‘a la carta’ para transformar residuos de poliéster en productos químicos. 

En concreto, ha puesto el foco en Paracoccus denitrificans por su «gran capacidad metabólica» . Además, comenta que produce de manera natural un bioplástico llamado PHB. Por todo ello, su objetivo es modificarla para que pueda producir un amplio abanico de sustancias químicas. Una propuesta que, tal y como explica, se construirá utilizando una variante de la tecnología CRISPR para poder activar y desactivar la expresión de los genes a su elección con la simple introducción de un plásmido (un fragmento circular de ADN), previamente diseñado para redirigir los flujos metabólicos de la bacteria hacia el producto químico que se quiera lograr. 

Este proyecto enmarcado dentro de la economía circular y financiado por la Fundación Ramón Areces es innovador, defiende el investigador senior de la Universidad de Valladolid, porque es la primera vez que se trabaja en el desarrollo de un microorganismo de metabolismo ‘programable’, capaz de producir el compuesto deseado por el usuario. ¿El secreto? La tecnología. «Se trata de una variante de la tecnología CRISPR, que en vez de cortar el ADN de la bacteria en el lugar deseado, se limita a bloquear o activar la expresión de los genes deseados. Para determinar cuáles son esos genes se utilizarán modelos metabólicos a escala genómica», detalla. 

Respecto a las ventajas, Bordel Velasco asegura que, por un lado, esta tecnología permitirá utilizar como alimentación lo que hoy en día es un deshecho difícilmente biodegradable , por otro lado, si el proyecto tiene éxito, se dispondrá de una ‘factoría celular’ programable, capaz de producir el producto deseado por el consumidor con la simple introducción de un plásmido, algo que hoy en día es una tarea rutinaria en el laboratorio. De igual forma, agrega que supondría ahorrar el coste de la materia prima más utilizada en la biotecnología industrial, la glucosa, y usar en su lugar un producto de deshecho. 

Preguntado por su opinión acerca de la investigación e innovación en Castilla y León, asegura que existen grupos y científicos muy potentes y competitivos a nivel internacional en la Comunidad, si bien, tal y como considera, la investigación está muy atomizada y falta colaboración entre grupos y la formación de estructuras de investigación más grandes y competitivas. «La Junta sí que ha realizado esfuerzos en ese sentido, con iniciativas como la creación del Instituto de Procesos Sostenibles. El actual equipo rectoral de la Universidad de Valladolid también ha realizado encomiables esfuerzos para facilitar la estabilización laboral de los investigadores». 

Sin embargo, Sergio Bordel Velasco lamenta que sigue habiendo serios problemas estructurales en comparación con otros países europeos, como la falta de incentivos para realizar investigación en la universidad española, que está mucho más centrada en la docencia y que deja la investigación como algo opcional. Incluso, añade, que existen algunos centros de la universidad que se oponen al criterio del equipo rectoral, lo que dificulta que se habiliten espacios para la investigación. «Otro problema es la enorme y farragosa burocracia, que hace que los investigadores tengan que dedicar gran parte de su tiempo a conseguir que se paguen facturas, ocuparse de procesos de contratación de personal…», resalta. 

En este punto, el investigador senior de la Universidad de Valladolid sostiene que en los últimos años las administraciones públicas de Castilla y León han lanzado programas para formar grupos de excelencia y proveerlos con infraestructura de primer nivel. Pone como ejemplo el Instituto de Procesos Sostenibles , que se convirtió en el primer instituto universitario en recibir el apoyo económico del Gobierno autonómico dentro de su programa de Escalera de Excelencia, y en la actualidad es financiado por un programa de fomento de la internacionalización. A pesar de los pasos dados en la buena dirección, a su juicio, sería conveniente mayores iniciativas para crear estructuras de investigación con suficiente masa crítica y nivel de excelencia para competir de manera más eficiente nacional e internacionalmente. 

Para Sergio Bordel Velasco, la percepción de la ciudadanía hacia el mundo de la investigación es positiva, pero por desgracia quienes se dedican a la investigación siguen sufriendo una gran precariedad e inestabilidad laboral, sobre todo en los inicios de su carrera –«unos inicios que muchas veces se prolongan por décadas» , apostilla–. En cuanto a la innovación, es decir, la transferencia de conocimiento del mundo académico a la empresa, por ejemplo, mediante el acceso a financiación para la creación de startups tecnológicas, manifiesta que todavía hay mucho que aprender de otros países como Reino Unido, Dinamarca, Estonia, entre otros. 

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