El mejor amigo de los pacientes con demencia
El CREA estudia si las focas de peluche pueden aliviar la depresión que sufren estos enfermos en los centros residenciales
Es una enfermedad con mil caras. La más reconocible es la de una persona mayor olvidadiza. Sin embargo, demencias hay muchas y casi nunca son como las imaginamos . Este fenómeno poliédrico e invisible llena de dramas residencias, hospitales, hogares, parques, centros de mayores… Los síntomas suelen ir asomando poco a poco, pero, en ocasiones, esta patología muestra su lado más voraz y desconecta tanto la mente del cuerpo que, en cuestión de pocos meses, acaba con funciones vitales que terminan apagando el corazón. Por el camino esta enfermedad va dejando depresión, ansiedad y apatía. Para combatirlas, los pacientes toman pastillas, si bien existen otros caminos para plantar cara a esta dolencia.
Una de estas opciones es la terapia robótica. En este punto, el Centro de referencia estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias (CREA) del Imserso en Salamanca va a realizar un ensayo clínico aleatorizado multicéntrico para valorar la efectividad del robot terapéutico Paro –en España conocido como Nuka– como terapia no farmacológica para mejorar la calidad de vida de personas con demencia que viven en centros residenciales.
Además, explica la neuropsicóloga Teresa Rodríguez del Rey, quieren comprobar si este sistema es aceptado por los usuarios, es decir, si les parece una intervención adecuada en tiempo, contenidos… Un punto al que también se suma, agrega, el análisis de coste-efectividad, comparando los costes directos que implica el robot (compra, mantenimiento…) con los costes que tiene el tratamiento habitual para comprobar si, económicamente, es rentable utilizarlo.
¿Cómo funciona Paro? La terapeuta ocupacional Natalia Rosillo Carretero detalla que es un robot social diseñado para su uso en intervenciones terapéuticas gracias a su inteligencia artificial y a un conjunto de sensores táctiles, de luz, auditivos y posturales. «A través de estos sensores es capaz de percibir el entorno y a las personas que le rodean, lo que permite comportarse e interactuar, ya que puede expresar emociones abriendo y cerrando los ojos, moviendo su cabeza y aletas o emitiendo sonidos», agrega la neuropsicóloga Tamara Marín Corchete, quien apunta que está programado para aprender su nombre, incluso aprender el comportamiento a través del refuerzo y el castigo.
Gracias a estas posibilidades interactivas, según indica la terapeuta ocupacional Mireia Tofiño García, este compañero de habitación puede utilizarse en sesiones terapéuticas estructuradas o de forma libre, tanto individualmente como en grupos. De hecho, permite trabajar diferentes aspectos con las personas con demencia. Así, puede servir para estimular las funciones sensoriales y cognitivas, como la atención, la percepción, la memoria, la lateralidad y el esquema corporal, lo que promueve la autonomía en las actividades de la vida diaria. Valores añadidos a los que se suma, según indica el neuropsicólogo Enrique Pérez Sáez, que puede dirigirse a objetivos afectivos a través de la reminiscencia y la generación de emociones positivas. «Paro promueve la socialización, la comunicación y la interacción con otras personas».
Un proyecto innovador, a juicio de la terapeuta ocupacional Irene González Mella, quien afirma que diversos estudios han observado que la compañía de animales mejora la calidad de vida de las personas. Sin embargo, puntualiza que la presencia de animales vivos en entornos sensibles, como hospitales y centros residenciales y sociosanitarios, no siempre es posible y tiene algunas limitaciones, como que los animales no pueden estar 24 horas disponibles. Por esta razón, indica que el uso de robots terapéuticos salva esta cuestión, a la vez que contribuye a aliviar la presión asistencial. «Se espera que este tipo de sistemas puedan servir de herramienta terapéutica efectiva para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia», manifiesta Teresa Rodríguez del Rey.
Ahora bien, ¿quién se esconde detrás de esta peculiar mascota? Se trata de un cachorro de foca, diseñado por Takanori Shibata en 1993, cubierto de una piel artificial higiénica con un acabado antibacteriano y anti-manchas. Pesa algo menos de tres kilogramos y cuenta con una batería interna que ofrece la posibilidad de trabajar durante más de una hora. «Puede mover su cabeza, aletas y abrir y cerrar los ojos, lo que permite mostrar diversas expresiones faciales» , celebra Marín Corchete, quien informa de que opera en función de sus estados internos, la información captada a través de sus sensores y su propio ritmo circadiano. Por ello, este sistema genera tres tipos de comportamiento: proactivo, reactivo y fisiológico.
En esta línea, Rosillo Carretero detalla que el comportamiento de Paro depende de los estados internos, que pueden ser descritos con palabras que designan emociones. «Cada estado tiene un nivel que cambie en función de la estimulación y decae con el tiempo», apostilla. El comportamiento proactivo incluye varias poses y movimientos que son similares a los de una foca real. «Aunque el número de patrones básicos de comportamiento es reducido, el poder variar la velocidad y el número de repeticiones de un comportamiento particular da lugar a un número infinito de comportamientos emergentes que dan la impresión de ser un ser vivo», considera Pérez Sáez.
También tiene comportamientos reactivos como prestar atención y dirigir su mirada a la fuente de sonidos. De igual forma, tiene un ritmo circadiano, por tanto, su manera de ser varía en función de si es por la mañana, por la tarde o por la noche. «Puede modificarse gradualmente hasta corresponderse con el preferido por la persona usuaria, ya que incorpora una función de aprendizaje por reforzamiento. Así, Paro asigna un valor a la relación entre estimulación y comportamiento, de tal manera que valora positivamente la estimulación deseable como las caricias y negativamente la estimulación no deseable como los golpes», señala Tofiño García para, a continuación, añadir que se aprende que una palabra que se repite con frecuencia es su nombre, por lo que los usuarios pueden utilizar el nombre que les guste cuando interaccionen con el robot y este les responderá de manera similar a como lo haría un animal real.
Respecto a las ventajas de la roboterapia en personas con demencia, Rosillo Carretero tiene claro que las principales son los beneficios psicológicos (mejora de la relajación y la motivación), fisiológicos (mejora de las constantes vitales) y sociales (estimulación de la comunicación). Además, resalta que los estudios más recientes han demostrado que este tipo de terapia tiene efectos muy positivos sobre la función cognitiva, la agitación, la ansiedad, la depresión, otros síntomas neuropsiquiátricos y la calidad de vida. En concreto, diferentes investigaciones sobre el robot Paro han demostrado la eficacia para incrementar la socialización de las personas con demencia, con más interacción social tanto entre las personas participantes en la terapia como en las personas cuidadoras.
Otro punto para destacar, al parecer del neuropsicólogo del CREA, es que se ha comprobado que la interacción con este sistema da lugar a un aumento de las verbalizaciones, ya que se convierte en un tema común de conversación y genera reminiscencias sobre las mascotas y el contacto con animales durante la vida pasada. En esta línea, dice que algunos estudios apuntan a que Paro tiene potencial para reducir la soledad de las personas mayores.
El broche a las ventajas lo pone la disminución de los sentimientos negativos y la sintomatología depresiva mejorando el estado de ánimo de las personas que lo utilizan. Prueba de ello, agrega, las personas que interactúan con esta foca muestran más risas, otras expresiones faciales positivas y mayor disfrute que cuando interactúan con otros estímulos.
La roboterapia se considera «un buen sustituto» a la intervención con animales; es más, algunos estudios han constatado que la interacción con Paro, al igual que la interacción con perros, puede producir efectos relajantes que se manifiestan en la tensión arterial y la concentración de hormonas relacionadas con el estrés. «Estos efectos relajantes y sobre el estado emocional han llevado a diversos autores a hipotetizar que la intervención con Paro puede ser efectiva para el manejo de los síntomas psicológicos y conductuales de las demencias», resalta Teresa Rodríguez del Rey.
Estos síntomas incluyen manifestaciones frecuentes entre las personas con demencia con agitación, apatía, deambulación errante, irritabilidad, etcétera, que generan intenso malestar y son una causa frecuente de institucionalización temprana de estos pacientes. En este punto, expone que varias investigaciones han puesto de manifiesto que la intervención con Paro se asocia a «una reducción importante» de diferentes síntomas psicológicos y conductuales, en especial agitación y apatía. «La reducción de estos síntomas psicológicos y del comportamiento tiene como consecuencia última una mejoría de la calidad de vida de la persona con demencia y sus familiares». En la última década se han realizado diferentes estudios que demuestran una disminución en el consumo de psicofármacos en aquellas personas que participan en las sesiones de roboterapia con Paro.
Desde el CRE Alzheimer del Imserso, llevan años trabajando con este robot, observando los beneficios que reporta a las personas con demencia. Este sistema fue cedido al centro por la Fundación Reina Sofía en 2009 y desde entonces han estado utilizándolo en terapias y realizando algunos estudios sobre su utilidad para el tratamiento de las personas con demencia que se han traducido en dos publicaciones y múltiples participaciones en congresos para presentar sus resultados. Entre estos estudios destaca uno en el que han comparado las respuestas de las personas con demencia cuando interactúan con Paro o con un cachorro real, que les ofreció la posibilidad de comprobar que ambos estímulos son bien aceptados por sus usuarios y dan lugar a reacciones positivas similares, por lo que concluyeron que Paro puede servir como un sustituto viable del uso de animales vivos.
A pesar de que existen varios trabajos importantes sobre su eficacia para el tratamiento de personas con demencia, recalca que falta una evidencia sólida sobre su efectividad en su cultura, ya que no hay apenas estudios de calidad sobre Paro en España. Por este motivo, con el apoyo logístico de Asturhealth, empresa que distribuye este robot en España, se decidieron a buscar esa evidencia tan importante en el mundo de las terapias no farmacológicas y así comenzaron a plantear el estudio multicéntrico.
Llevan ya casi un año trabajando en esta dirección. Aunque parezca sencillo, tal y como considera Rosillo Carretero, el desarrollo del protocolo de investigaciones es un proceso complejo, para el que han contado con la colaboración de Asturhealth y con el apoyo técnico del Servicio de Evaluación y Planificación del Servicio Canario de la Salud como expertos en evaluación de tecnologías sanitarias.
Desde que se gestó la idea hasta el momento actual, a punto de arrancar la fase de intervención de los diferentes centros participantes, han planteado la metodología de investigación, decidido qué herramientas de evaluación iban a utilizar, preparado toda la documentación del estudio y diseñado un protocolo de intervención a partir de la experiencia que han acumulado durante estos años en el trabajo con el robot terapéutico Paro. «Este es un proceso que debe llevarse con rigurosidad para asegurarnos que la investigación planteada es de la máxima calidad. Además, los profesionales del CRE Alzheimer del Imserso compaginan su labor de investigación con la intervención y evaluación de las personas con demencia que participan en nuestros programas».
El papel de los robots terapéuticos para el tratamiento de las personas con demencia genera en la actualidad un gran interés. En este sentido, son muchos los profesionales y centros especializados que les han pedido asesoramiento para utilizar a Paro en sus terapias. En el estudio multicéntrico que han planteado esperan contar con unos 12 o 15 centros residenciales de toda la geografía española, con la idea de analizar una muestra de unas 80 personas con demencia.
De momento, avanza Pérez Sáez, tienen un largo camino por delante con la implementación del protocolo de investigación, la recogida de los datos de los diferentes centros y su análisis. Una vez finalizado tienen la intención de difundir sus resultados en artículos en revistas con revisión por pares y en congresos científicos.