La veterinaria de los genes
PERSONAJES ÚNICOS / ANA JUDITH MARTÍN DE LA FUENTE Esta abulense es jefa de área en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación / Trabaja en la tramitación de solicitudes para realizar actividades con organismos modificados genéticamente / Investiga el uso de técnicas de mejora genética en plantas.
Amante del senderismo y de la lectura, Ana Judith Martín de la Fuente es jefa de área en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en concreto en la Dirección General de Producciones y Mercados Agrícolas, Subdirección General de Medios de Producción Agrícola y Oficina Española de Variedades Vegetales. Es natural de Flores de Ávila, un pueblo de la comarca de La Moraña, donde estudió sus primeros años; más tarde se trasladó a Salamanca para cursar Secundaria. En el colegio de la Inmaculada, de la mano de su profesor de biología se dio cuenta de la importancia de la ciencia y, sobre todo, de la genética y la inmunología.
Un descubrimiento que le caló tan hondo que acabó estudiando veterinaria, una profesión que engloba todos los campos de trabajo y conocimiento que le interesan: el sector agroalimentario, la salud animal, la salud pública y la seguridad alimentaria. Ingredientes fundamentales a los que se suma, cuenta Martín de la Fuente, la tradición familiar: su bisabuelo y otros antepasados habían sido veterinarios rurales en Ávila.
Esta abulense se licenció en Veterinaria en la Universidad de León en el año 2002, realizando el último año de carrera en la Universidad de Bolonia gracias a una beca Erasmus. El siguiente paso fue empezar el doctorado en el Departamento de Sanidad Animal y Reproducción, en concreto en el área de Microbiología e Inmunología. Durante cinco años formó parte del grupo de investigación de los doctores Elías Rodríguez Ferri y César Gutiérrez Martín sobre patógenos respiratorios que afectan al ganado porcino. Pudo realizar estos estudios gracias a una beca de formación de profesorado universitario del extinto Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
En esos años tuvo la oportunidad de trabajar y aprender en diferentes centros como el Instituto Nacional de Investigación Agraria, la Universidad de Zaragoza, el Centro Biomédico de la Universidad de Uppsala en Suecia y el Departamento de Patología Veterinaria de la Universidad de Minnesota en USA.
Unos meses antes de la lectura de su tesis doctoral, con la que ganó un Premio de la Real Academia de Doctores de España, decidió cambiar su rumbo profesional. De esta forma, la abulense comenzó «una de las etapas más duras y satisfactorias de mi vida», la preparación para ingresar en la Administración como Cuerpo Nacional Veterinario.
Así, después de cuatro exámenes superó la oposición y tras realizar sus prácticas en la Subdirección General de Sanidad Animal, del extinto Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, empezó su andadura profesional como funcionaria de carrera.
Gracias a que ocupó uno de los primeros puestos en la oposición (número 3 de 61) pudo elegir su primer destino, lo más cerca posible de su tierra, así que se decantó por una Jefatura de Sección en la secretaría general de Pesca, en el caladero del Mediterráneo, en el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, con el enorme reto de gestionar la actividad de un sector con el que no había tenido un contacto directo previo. «Algo que conseguí gracias a la ayuda y enseñanzas de mi compañero Alfonso Gómez», admite.
Dos años después, su anterior subdirector, en esos momentos ya director general de Producciones y Mercados Agrarios en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación le propuso cambiar de destino a una jefatura de servicio en el área de biotecnología, centrada en los organismos modificados genéticamente y las nuevas técnicas de mejora genética. Apostó por el cambio y desde entonces trabaja en este campo, aunque en la actualidad como jefa de área.
Ana Judith Martín de la Fuente trabaja en la tramitación de las solicitudes para realizar actividades con organismos modificados genéticamente. «La mayoría son actividades de investigación y ensayos clínicos, en gran medida relacionadas con la lucha, prevención y control de enfermedades. Por ejemplo, en 2020 se tramitaron diferentes solicitudes relacionadas con la COVID-19, incluyendo distintas actividades para la obtención de vacunas», explica.
Además, en el área asisten a comités de la comisión y grupos de trabajo, tanto de las instituciones europeas como de organismos internacionales, relacionados con la biotecnología agraria, la bioseguridad y el uso de organismos modificados genéticamente en el ámbito agroalimentario. En línea con lo anterior también son responsables del programa nacional de control oficial de la liberación de organismos modificados genéticamente para la producción de alimentos y piensos modificados genéticamente, que forma parte del Plan Nacional de Control de la Cadena Alimentaria.
En los últimos años han ampliado el campo de trabajo con las denominadas nuevas técnicas de mejora genética. En este sentido, comenta que estas técnicas tienen como objetivo introducir modificaciones en el genoma de determinados organismos para obtener ciertas características deseadas. «La particularidad de estas tecnologías es su mayor precisión, dado que se pueden programar para introducir cambios en un lugar concreto del genoma. En base a lo anterior, existe un importante consenso a nivel científico en relación con que su utilización reduciría la probabilidad de aparición de cambios y mutaciones no deseadas, con respecto a otras tecnologías clásicas de mejora genética. Este aspecto también ha sido destacado en sus informes por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria», detalla la veterinaria abulense.
Por ejemplo, asegura que se está investigando su uso en plantas para obtener variedades más resistentes a los efectos del cambio climático, que puedan contribuir a mejorar la vida útil de los alimentos, reduciendo el desperdicio, con mejores propiedades nutricionales e incluso adaptadas a ciertos requerimientos, como los de las personas alérgicas o con intolerancias alimentarias.
A esto se suman otros desarrollos, como los relativos a la utilización de plantas o microorganismos como bio-factorías para la producción de moléculas de interés. Otros campos de trabajo son los ensayos clínicos con células editadas genéticamente para la lucha, prevención y control de enfermedades como el cáncer, cardiovasculares, metabólicas, neurodegenerativas o enfermedades raras. Incluso, a principios de este año, se publicó en varios medios de comunicación el primer trasplante de un órgano procedente de un animal editado genéticamente en un paciente, en Estados Unidos. «No podemos olvidar tampoco las investigaciones en animales para mejorar sus aptitudes productivas y su resistencia a ciertas enfermedades».
De esta forma, en el área están realizando el seguimiento de la situación de estos desarrollos y de los marcos normativos aplicables a estas tecnologías en el panorama internacional, con especial referencia a nuestro ámbito geopolítico, la Unión Europea. De hecho, apunta que se ha reconocido el interés de estas tecnologías para el sector agroalimentario, como potenciales herramientas para mejorar su sostenibilidad y resiliencia, en la Estrategia Europea de la Granja a la Mesa. «Esta estrategia forma parte del conocido como Pacto Verde de la Unión Europea, uno de los elementos claves de adaptación a los retos del siglo XXI y con el que la Unión Europea pretende liderar la respuesta global frente al cambio climático».
En la actualidad, Martín de la Fuente dice que la Unión Europea está revisando los marcos normativos para la aplicación de estas tecnologías en plantas para aprovechar sus potenciales ventajas para la sostenibilidad del sector agroalimentario, manteniendo los altos niveles de seguridad actuales en relación con la protección de la salud y el medio ambiente.
En su opinión, la sociedad es consciente y reconoce el importante papel que juegan la ciencia y la innovación. «Este reconocimiento ha salido reforzado en la actual pandemia, puesto que se ha comprobado que, gracias a los avances científicos, al talento de los investigadores y a la apuesta por la innovación se pueden encontrar soluciones a los grandes retos y desafíos a los que se enfrenta la humanidad», considera.
En esta línea, la veterinaria subraya que es importante que la sociedad entienda todo el trabajo y los actores que hay detrás de un éxito tan importante como, por ejemplo, la consecución de una vacuna. «Cualquier investigación aplicada va precedida de muchos trabajos de investigación básica, que, en muchas ocasiones, son los grandes desconocidos para el público y, por tanto, deben ponerse igualmente en valor», reclama Ana Judith Martín de la Fuente.