El mapa del cáncer de las vías biliares
La USAL participa en un proyecto que ayudará a mejorar el pronóstico en los pacientes con esta enfermedad / Este estudio cuenta con información de más de 2.200 personas de 26 hospitales en 11 países europeos
Sus dardos son muy agresivos, tanto que cuando la persona se da cuenta de que se le han clavado muy hondo, las posibilidades de supervivencia son escasas. El colangiocarcinoma es un tumor muy agresivo que se desarrolla en las células que forman los conductos que llevan la bilis desde el hígado hasta el intestino. Puede desarrollarse en cualquier zona de esos conductos; de hecho, se clasifica según la localización en intrahepático, perihiliar y distal.
Su principal problema es que provoca pocos síntomas en sus fases iniciales y suelen ser bastante inespecíficos, como malestar general, náuseas, pérdida de apetito o dolores abdominales; en etapas más avanzadas puede aparecer ictericia, picores o fiebre. El que en las etapas iniciales no presente una sintomatología diferencial dificulta que se pueda alcanzar un diagnóstico precoz y reduce las opciones de tratamiento de estos pacientes.
La extirpación quirúrgica es el principal camino curativo, sin embargo, el 70% de los enfermos se diagnostica en etapas avanzadas, cuando ya no son candidatos a cirugía. En esos casos pueden recibir quimioterapia, pero este tumor se caracteriza por responder mal al tratamiento farmacológico. Es verdad que de manera reciente se han aprobado nuevos fármacos para pacientes cuyos tumores tienen alteraciones genéticas específicas, pero, de momento, sólo un pequeño porcentaje de personas son candidatas a estas terapias personalizadas que están mostrando resultados prometedores.
El cáncer de las vías biliares es un tumor poco frecuente a nivel global, excepto en algunas zonas del sudeste asiático, donde son frecuentes las infecciones parasitarias que afectan a las vías biliares, que pueden adquirirse por el consumo de pescado crudo o poco cocinado y que favorecen el desarrollo del colangiocarcinoma. La incidencia en España es de menos de seis casos por cada 100.000 habitantes, aunque en los últimos 20 años se ha observado en nuestro país, al igual que en el resto de los países occidentales, un incremento de nuevos casos y en paralelo un mayor número de muertes causadas por esta dolencia.
La creación de un registro clínico europeo de esta enfermedad es una de las iniciativas puestas en marcha tras fundar en 2015 la Red Europea para el Estudio del Colangiocarcinoma por un pequeño grupo de investigadores con interés en este cáncer. Algunos miembros del grupo de Hepatología Experimental y Vectorización de Fármacos de la Universidad de Salamanca (USAL) participaron en su creación y en la actualidad tienen un papel activo como coordinadores de grupos de trabajo de un proyecto europeo iniciado en 2018.
El objetivo de este trabajo, según explica el catedrático José Juan García Martín, es obtener información para describir el curso natural del colangiocarcinoma en Europa; identificar posibles factores de riesgo; mejorar el sistema de clasificación actual; buscar biomarcadores tumorales tempranos y no invasivos precisos para el diagnóstico y para estimar el pronóstico; comparar la eficacia de las terapias, y seleccionar pacientes para futuros ensayos clínicos.
Información clave, tal y como sostiene la catedrática Rocío Rodríguez Macías, porque es un tumor raro y, por ende, el número de casos que se manejan en cada centro es limitado. «Este punto dificulta obtener información fiable sobre cuáles son los factores de riesgo en nuestro entorno o cómo de eficaces son los distintos tratamientos», comenta para, a renglón seguido, apuntar que también permite establecer contactos para tener acceso a muestras de otros centros tras obtener los permisos correspondientes y validar la utilidad de biomarcadores que en estudios preliminares tienen interés potencial en detección precoz, diagnóstico o pronóstico.
Los resultados del estudio, coordinado por el doctor Jesús Bañales, del Instituto Biodonostia de San Sebastián y en el que ha participado el equipo salmantino, sugieren que la localización de los tumores a lo largo del árbol biliar está asociada a diferentes factores de riesgo y características del tumor. «Actualmente, los diagnósticos necesitan ser confirmados utilizando técnicas invasivas mediante biopsia o citología, ya que el análisis de sangre de los biomarcadores tumorales disponibles tiene una baja sensibilidad en los estadios iniciales. La resección quirúrgica sigue siendo el único tratamiento potencialmente curativo, aunque la curación es poco probable cuando los márgenes de resección están afectados o hay invasión de los ganglios linfáticos», expone García Martín.
En esta línea, agrega, tras la información recogida todo apunta a que la quimioterapia aumenta ligeramente la esperanza de vida de los pacientes en comparación con los que recibían sólo tratamientos paliativos. También observaron que un peor estado funcional del paciente, la presencia de metástasis y niveles elevados en suero del marcador tumoral CA19-9 se asocian con mal pronóstico.
Otro punto para tener en cuenta, a su parecer, es que existen varios factores de riesgo que tienen una alta prevalencia en Europa y podrían predisponer a los individuos de riesgo al desarrollo de colangiocarcinoma, en especial los relacionados con el estilo de vida, como el alcohol, el tabaquismo, el sobrepeso, la obesidad o la diabetes.
«El hecho de que la mayoría de los casos se diagnostiquen en estadios avanzados y que una proporción significativa de pacientes no reciba ninguna terapia específica para el cáncer pone de manifiesto que se necesitan campañas de concienciación y programas de educación dirigidos a prevenir los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, y realizar investigaciones para encontrar nuevas técnicas para la detección precoz de este tumor en poblaciones de alto riesgo, con el fin de disminuir la mortalidad relacionada con el cáncer», subraya Rodríguez Macías.
Este trabajo, que se ha publicado en la revista científica internacional Journal of Hepatology, incluye información de más de 2.200 pacientes de 26 hospitales en 11 países europeos. Además, indican los catedráticos de la Universidad de Salamanca, el registro sigue creciendo y es la base de varios estudios en marcha y de otros que seguirán surgiendo en el marco de esta colaboración internacional, así que se irán presentando resultados en el futuro próximo.