Creadores del mapa del futuro climático
Un equipo formado por investigadores y técnicos del Ayuntamiento vallisoletano estudia la evolución de gases de efecto invernadero en la ciudad / Usa una metodología que permite suplir la falta de datos para la toma de decisiones.
El calentamiento global no se puede evitar, pero si se actúa deprisa es posible limitarlo. ¿Cómo? Rompiendo la trayectoria de las emisiones de gases de efecto invernadero, para que el calentamiento se mantenga en el margen de seguridad fijado por la comunidad científica. ¿El principal problema? El consumo de combustibles fósiles. Si se aplican planes drásticos y rápidos, será posible decidir las dimensiones de nuestra herencia.
Los datos son clave en la toma de decisiones. Sin ellos es muy complicado fijar los próximos pasos en nuestra hoja de ruta. Investigadores del grupo de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas y técnicos del Ayuntamiento de Valladolid estudian la evolución de los gases de efecto invernadero en la capital del Pisuerga. Un camino que recorren de la mano de una metodología novedosa que permite suplir la falta de información detallada y precisa para la toma de decisiones.
El trabajo publicado en la revista Sustainability busca caracterizar los principales flujos energéticos (derivados del petróleo, gas natural, electricidad, etcétera) que se han dado en este municipio a lo largo del tiempo, diferenciando entre usos finales: hogares, industria, transporte, entre otros. «Conocer esta información es necesario para realizar los inventarios de emisiones de dióxido de carbono causantes del cambio climático de los que la ciudad es responsable. Esto permite diagnosticar la situación actual y proponer políticas sectoriales con objetivos parciales de reducción de emisiones», explica el investigador Iñigo Capellán Pérez.
Aunque existen metodologías desarrolladas y muchos datos a nivel nacional, a nivel municipal la cuestión se complica y la información es mucho más escasa. En esta investigación se lleva a cabo una aproximación a través de factores de conversión de escala entre las fuentes estadísticas disponibles de consumo de energía provincial, y datos locales de población, superficie agrícola o actividad económica.
A esto se suma que contrastan estos datos con los registrados en los inventarios de energía y emisiones del Ayuntamiento y realizan una estimación detallada del consumo de energía residencial y el debido a la movilidad. Con todo ello logran una panorámica del consumo de energía en la ciudad de Valladolid durante la década 2010-2019 y de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a ese consumo, separadas por sectores.
En cuanto a las principales conclusiones, el investigador Gaspar Manzanera Benito señala que ven que el consumo de energía y sus emisiones asociadas van vinculadas con la actividad económica, por lo que en la última década no ha habido una reducción como la planteada en los objetivos de emisiones (-20% entre 2010 y 2020, según se recogió en el Pacto de Alcaldes firmado en el año 2011) sino que se ha seguido una tendencia en forma de U: desde el año 2010 hasta el 2014 el consumo de energía y emisiones de efecto invernadero asociadas sufrió una tendencia descendente, mientras que a partir del 2015 la tendencia se ha invertido y en 2019 se volvió a valores similares al primer año de la serie estudiada 2010.
En este trabajo, añade Capellán Pérez, se encuentra que alcanzar la neutralidad de gases de efecto invernadero en la ciudad para 2050 requeriría un ritmo de reducción en las emisiones de aproximadamente un 13% al año, que es unas 20 veces más rápido que el promedio alcanzado entre 2010-2019 de 0,6% al año.
«La contribución de las energías fósiles se ha mantenido bastante constante en el periodo estudiado, alcanzando un 70%, a pesar de las muchas iniciativas y planes dirigidos a aumentar las renovables, que se han materializado en un incremento del 1.365% para la biomasa y del 230% para la solar fotovoltaica en el periodo 2010–2019. Estos números ilustran hasta qué punto la transición energética es un desafío imponente, dada la enorme cantidad de energía fósil que requieren nuestras ciudades para funcionar en el día a día», sostiene.
Respecto de la metodología empleada, encuentran importantes dificultades para estimar de manera adecuada el consumo de energía principalmente para el transporte. Esto es debido, tal y como explica, a la falta de datos disponibles, relacionado con el carácter difuso del transporte, ya que no existen contadores en cada coche que nos permitan registrar el consumo de combustible y dónde se ha realizado.
No hay que olvidar, comenta Manzanera Benito que, aunque la mayor parte de datos son para Valladolid provincia y el municipio de Valladolid, la realidad es que el área metropolitana de esta ciudad funciona como una unidad integrada (300.000 habitantes en la capital y otros aproximadamente 100.000 en el alfoz). «La sostenibilidad no entiende de delimitaciones políticas y es necesario para un correcto diagnóstico, así como para la implantación de políticas sectoriales efectivas de una coordinación de las políticas de mitigación a nivel metropolitano, como transporte público, recogidas de basuras, redes de calor…».
Las principales aportaciones del estudio al campo de investigación serían dos. La primera es discutir la validez de los factores de escala como método de aproximación a los consumos de energía locales. Los investigadores ponen como ejemplo que no existen estadísticas del consumo de biocombustibles líquidos a nivel del municipio de Valladolid, pero sí a nivel provincial; entonces, una forma de estimar el consumo correspondiente sólo al municipio sería tomar una proporción razonable, en este caso cogen la proporción de población del municipio en relación con el total provincial (57%=300.000/520.000).
En otros casos toman la proporción de superficie agrícola, del empleo sectorial... «Valoramos que aplicando este método se obtienen unos resultados razonablemente satisfactorios, pero creemos necesario subrayar que tienen limitaciones como las que ya se han indicado: el problema del transporte o de las delimitaciones administrativas».
La segunda aportación que llevan a cabo es una estimación del consumo de energía debido al transporte de pasajeros basada en estudios de movilidad como el publicado en 2015 en el Plan Integral de Movilidad Urbana, Sostenible y Segura de la Ciudad de Valladolid (PIMUSSVA). «Esta metodología es novedosa y, del mismo modo, también se utiliza siendo conscientes de que ofrece estimaciones muy condicionadas por los datos de partida. En todo caso, es una manera de ampliar el uso que se da a las estadísticas de movilidad que se realizan desde distintas administraciones, poniéndolas en relación directa con el impacto ambiental de la movilidad», concluyen Gaspar Manzanera Benito e Iñigo Capellán Pérez.