Diario de Valladolid

El lado creativo de la ciencia

El grupo SINTORG de la Universidad de Burgos desarrolla nuevas metodologías en el campo de la síntesis orgánica

--------TOMÁS ALONSO--------
El investigador Roberto Sanz, profesor de la UBU con su equipo.

--------TOMÁS ALONSO-------- El investigador Roberto Sanz, profesor de la UBU con su equipo.

Publicado por
D. Andrés

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En los detalles está la diferencia y en el campo de las ciencias, todavía más. Esto es algo que queda patente cuando, con pequeñas modificaciones metodológicas, se consiguen resultados muy diversos. El grupo de Síntesis Orgánica (SINTORG) de la Universidad de Burgos se dedica principalmente a eso, a buscar nuevas estrategias y alternativas a rutas sintéticas ya existentes que permitan acceder de forma eficiente a compuestos orgánicos de diferente naturaleza con potencial para ser utilizados en diversos campos como en química médica o ciencia de materiales, entre otros.

Como explica el director del equipo, Roberto Sanz, más que en sintetizar moléculas finales que puedan tener una aplicación determinada, su objetivo se centra en el desarrollo y puesta a punto de métodos y rutas para poder sintetizar diferentes tipos de moléculas. «Un ejemplo de aplicación de nuestro trabajo está en la industria farmacéutica. Hay que sintetizar un determinado fármaco, que puede ser una molécula muy compleja, y se diseña una ruta para poder prepararlo. Para cada paso puede haber diferentes alternativas con métodos que pueden funcionar para algunas moléculas y para otras no. Por eso es importante contar con una amplia variedad de metodologías de síntesis».

Una de sus líneas de investigación más novedosas pone el foco en moléculas orgánicas que funcionen como electrolitos para desarrollar baterías de flujo redox. Estos dispositivos permiten almacenar energía de manera autónoma y con los electrolitos orgánicos se pretende sustituir metales como el vanadio, catalogado por la Unión Europea como materia prima crítica. Su principal aplicación se encuentra en el ámbito de las energías renovables, ya que en muchos casos es muy difícil almacenar lo que se genera si no hay una instalación eléctrica cercana. «La ventaja de utilizar las moléculas orgánicas es que los costes de esos dispositivos se abaratarían, o al menos serían estables, y, además, con la posibilidad de variar fácilmente su estructura se podrían modificar sus propiedades, por lo que dichos electrolitos orgánicos presentan un gran potencial».

Por otro lado, la llamada química sostenible es también uno de los campos en los que se mueve este grupo de investigación de la universidad burgalesa. Así llevan ya un tiempo trabajando con complejos de molibdeno como catalizadores en procesos de oxidación y reducción, que son reacciones ampliamente utilizadas en la industria química, sobre todo a gran escala. Como comenta Roberto Sanz, «un ejemplo son los compuestos derivados del petróleo que hay que oxidarles para transformarles en otros productos. Por el contrario, los productos derivados de la biomasa, como fuente de materias primas renovables, están muy oxidados y normalmente hay que desoxigenarlos para llegar a otros productos de interés. Nosotros buscamos procesos que permitan oxidar o reducir de manera óptima y más sostenible, minimizando la generación de residuos o que los residuos que se generen sean lo menos tóxicos posible».

En sus más de 20 años de trabajo, el grupo SINTORG ha publicado gran cantidad de artículos en revistas científicas de primer nivel y ha patentado varias de sus metodologías. Además, colaboran en diferentes proyectos con centros de investigación y universidades como la de Vigo, Oviedo o la de Alcalá de Henares.

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