Diario de Valladolid

JOSÉ LORENZO BRAVO GRANDE

Pone la venda antes de la herida

El jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Área de Salud de Salamanca e investigador del IBSAL es el impulsor de una vacuna contra la hepatitis b ‘especial’ para sanitarios sanos que no respondían al inyectable tradicional / Este avance consigue que en el 94% de los casos generen anticuerpos

José Lorenzo Bravo Grande, jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales. / ENRIQUE CARRASCAL

José Lorenzo Bravo Grande, jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales. / ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
Estibaliz Lera

Creado:

Actualizado:

Nació en el pueblo de las «dos mentiras»: Puertollano, «ni es puerto ni es llano»; pero con solo 40 días de vida, se trasladó a Valladolid, donde pasó toda su infancia y juventud. Eso sí, José Lorenzo Bravo Grande deja claro que su sangre es salmantina. Allí, a orillas del Tormes, es donde se licenció en Medicina, carrera que decidió estudiar tras descartar la ingeniería de montes. «Me apasionaba la naturaleza, sin embargo, mi padre me hizo desistir porque había que trasladarse a Madrid», cuenta para, a renglón seguido, apuntar que su tercera opción era arquitectura. 

El camino no fue fácil. Recuerda que en los años 80 había mucha masificación en las aulas y la calidad en la formación se resentía. «Poco menos que nos íbamos autoformándonos a medida que avanzábamos en la carrera». Tras graduarse, comenzó con los cursos de doctorado y formación en investigación. Su estancia en Salamanca se detuvo en ese mismo momento, puesto que tocaba buscar trabajo. «El MIR en aquellos años era difícil, poco más de 2.000 plazas para más de 22.000 presentados al examen; no como ahora que son más de 8.000 plazas». 

Esta circunstancia formó «un tapón de profesionales» que hizo que cada uno buscara su suerte. La suya la encontró en Castilla-La Mancha como médico de Urgencias en Atención Primaria, médico en una mutua de accidentes de trabajo y médico coordinador del 112. Mucho aprendizaje profesional que le llevó a presentarse de nuevo al MIR y formarse en una especialidad que no le era ajena: la Medicina del Trabajo. Lo hizo en la Escuela Profesional de Medicina del Trabajo en San Juan de Alicante. «Tres años determinantes» a nivel profesional, ya que le permitieron conocer de primera mano una parcela en la que los profesionales buscan poner la venda antes de la herida. 

En esta línea, Bravo Grande celebra que tuvo la fortuna de firmar el actual programa formativo de la especialidad, donde se igualaba con el resto, pasando a ser una formación hospitalaria de cuatro años. «Fue un paso trascendental». No obstante, subraya que necesita una revisión. 

Pronto encontró la posibilidad de volver a Salamanca como médico especialista en Medicina del Trabajo. En ese momento, dice que inició la «ardua pero apasionante tarea» de dar a conocer esta especialidad basada en la promoción de la salud laboral, incidiendo en todas las cuestiones y hábitos saludables de la vida –higiene del sueño, dieta correcta, abandono de hábitos perniciosos…–; actuación en la prevención de los riesgos que actúan sobre la salud laboral; la vigilancia de la salud laboral a través de los estudios que buscan señales subclínicas de patologías que pueden ser graves; la labor asistencial, y la labor pericial. «La Medicina del Trabajo es la única especialidad con capacidad legal para emitir informes periciales de las posibles secuelas que le puedan ocurrir a los trabajadores, teniendo validez jurídica. Es importante no confundir con las valoraciones de daño corporal, que pueden ser por muchos otros factores».

Otras actividades transversales son la gestión del servicio de prevención de riesgos laborales, la docencia y la investigación. Sobre este último punto, el jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Área de Salud de Salamanca e investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) indica que este es uno de los aspectos que más le apasionan. «Hace unos cuantos años, en 2009, conocí una vacuna (Fendrix®) frente a la hepatitis B, que solo la pueden prescribir los nefrólogos para los enfermos que están en diálisis. Hace menos de dos años también se autorizó su uso fuera de ficha técnica para los enfermos VIH-Inmunodeficientes. Pues bien, ese fue el origen de mi pregunta: ¿Por qué no se pueden beneficiar los sanitarios de esa vacuna?». 

Activó la maquinaria e hizo un primer intento de estudio como medicación compasiva. Se utilizó dicho inyectable en 19 trabajadores y 18 respondieron bien. Sin embargo, sostiene que era necesario un estudio con todos los avales a nivel científico. En 2016 le concedieron una beca de la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León, que permitió iniciar el proyecto de forma correcta. Empezaron con cinco hospitales de la Comunidad, a los que se sumaron otros seis más grandes de Madrid. El objetivo era ambicioso: administrar esa vacuna frente a la hepatitis B, que solo se distinguía de la convencional en que lleva un potenciador (un adyuvante) que la hace más potente. Ese pequeño matiz, tal y como considera, permitió rescatar al 94% de los sanitarios que no había respondido a la convencional. Se convirtió en el primer estudio de estas características a nivel mundial. 

«La relevancia de este ensayo radica en que, aunque la hepatitis B en países desarrollados no es un gran problema, si lo es en otros países en que esta enfermedad es endémica, y los profesionales que no tengan protección para la hepatitis B tras haber recibido la vacuna convencional, y tengan que acudir a esos países por razones profesionales (no solo sanitarias, también militares, labores socio humanitarias, etc.) pueden encontrar una solución eficaz para su protección. También otros colectivos (policías, militares, funcionarios de prisiones, etc..)», señala José Lorenzo Bravo Grande, quien expone que la hepatitis B es una enfermedad grave que puede llegar a causar la muerte hasta en un 30% de los casos. 

En su opinión, la investigación está cobrando «su protagonismo legítimo», por ejemplo, con el desarrollo de vacunas contra el SARS-CoV-2. «Se ha hecho un esfuerzo titánico, ya teníamos la tecnología y la proyección, solo le faltaba el impulso que ha proporcionado la suma de situaciones necesarias para demostrar que la investigación es fundamental», explica y agrega que las personas implicadas ya estaban preparadas para dar soluciones. «Lo que estamos viviendo no tiene parangón en nuestra historia, solo miremos atrás a la pandemia de la gripe de 1918 para apreciar la suerte que tenemos».

En este sentido, el jefe del servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Área de Salud de Salamanca manifiesta que existen muchas líneas de investigación en el campo de las vacunas. Es más, asegura que nos esperan grandes noticias para vencer a muchas enfermedades. «Recuerdo que después de la potabilización del agua, son las vacunas las que mayor número de vidas a nivel mundial salvan. Vacunar es vida», incide. 

Preguntado por el trabajo de las administraciones públicas para que Castilla y León sea puntera, destaca que se están haciendo «esfuerzos notables» para poder avanzar en investigación, si bien siempre serán pocos. «La Administración Pública tiene otras prioridades, no somos un país ‘rico’, y vemos que, para salir de la ‘pobreza’, una de las vías es la innovación. Debemos crear las condiciones para que nuestros talentos no se vayan de España, y eso realmente no cuesta tanto.

Apostar por la innovación es apostar por nuestro futuro. A veces en política se busca la inmediatez, y en el campo del que hablamos, en condiciones normales, se pueden pasar varias legislaturas antes de obtener frutos. Por ello es preciso tener una visión de futuro global que no sea motivo de luchas electoralistas, la investigación y el retener talentos deben estar por encima de objetivos políticos inmediatos», zanja José Lorenzo Bravo Grande. 

tracking