Forrajeras como cultivos energéticos
Una investigación realizada en el CEDER pone de manifiesto que algunas especies de gramíneas perennes se pueden emplear como biomasa y su cultivo además mejora las condiciones fisico-químicas de suelos marginales
En las dos últimas décadas ha habido avances significativos en el área de cultivos energéticos y entre sus múltiples posibilidades se ha comprobado que podrían ser sostenibles. Sin embargo , su producción en tierras fértiles entra en conflicto con la de alimentos.
Algo que ocurrió durante la crisis de 2008, momento en el que se dispararon los precios de las materias primas y entonces se culpó a este tipo de cultivos. «Está mal visto que las tierras dedicadas a la producción de cultivos agroalimentarios se destinen a cultivos energéticos», explica el ingeniero agrónomo, Carlos Ciria Ramos, que ha realizado una investigación sobre el cultivo de determinadas especies forrajeras en tierras marginales para destinarlas a biocombustibles, con el objetivo de aportar luz en este campo y abrir el abanico de posibilidades a los
El estudio, que se ha realizado en el Centro de Desarrollo de Energías Renovables (CEDER), en Lubia (Soria), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, arrancó con la identificación de las áreas en España en las que los cultivos alimentarios tradicionales no son económicamente sostenibles y en los que se podrían introducir cultivos energéticos sin cambiar el uso del suelo en España. Se estudió el margen de beneficio de los principales cultivos del país, trigo y cebada, es decir la producción mínima por hectárea que necesita el agricultor para cubrir los costes sin necesidad de ayudas.
Seguidamente se procedió a localizar los términos municipales en los que no se alcanzaba una producción económicamente sostenible y se hizo un estudio biofísico de esos terrenos de acuerdo a los parámetros de nivel de materia orgánica, pedregosidad, ph , profundidad de los suelos y nivel de precipitación, entre otros. «En España tenemos suelos pobres en materia orgánica, que unido a las técnicas de producción hace que un determinado terreno sea marginal», explica Carlos Ciria, que señala que de los diez millones de hectáreas de tierra cultivable de secano en España dos millones se pueden considerar marginales a causa de sus limitaciones biofísicas o económicas.
A partir de aquí se procedió a seleccionar los cultivos energéticos para hacer los ensayos en un trabajo de campo en dos parcelas, ubicadas en la provincia de Soria. Carlos Ciria destaca que para la toma de esta decisión «se abre un mundo de posibilidades para su elección», pero para desarrollar esta investigación se optó por tres especies de gramíneas perennes de agropyro (forrajeras de pradera que se siembran para pasto) de las que a priori no se habían estudiado como cultivos energéticos. «Pensamos en especies que fueran resistentes de las que se pudiese contar con buenas producciones dependiendo de la climatología y de las características de los suelos de la provincia de Soria», puntualiza el investigador, quien agrega que en esta selección también se tuvieron en cuenta otros aspectos como que fueran cultivos que mejoraran las características de los suelos y así poder revertir sus condiciones biofísicas.
Los ensayos de los cultivos se centraron con la especie de agropyro alargado y algunas de sus variedades procedentes de América del Norte. Para avanzar en el conocimiento sobre la posibilidad de que esta forrajera perenne pueda ser un biocombustible se estudió su capacidad energética para ser empleada como biomasa y se comparó con la de otras especies herbáceas y leñosas de las que ya se han realizado estudios. «Comparando estas forrajeras con otras especies herbáceas y leñosas, como es la astilla de pino, vimos que estaba en medio de las dos, no son tan buenas como las leñosas para ser empleadas como biomasa, pero no son tan malas como la paja, tiene menos cantidad de cloro y azufre y más carbón», explica el autor de esta investigación.
Para determinar si esta especie de forrajera podría sembrarse en tierras marginales como cultivo energético en lugar de otras especies alimentarias se llevó a cabo un ensayo real en una explotación agraria de la provincia con la siembra de dos parcelas, una de agropyro alargado y otra de centeno, cuyas cosechas permitieron establecer comparaciones desde el punto de vista de la rentabilidad económica y también de las características de los suelos en los que se sembraron cada uno de los cultivos y «vimos que el rendimiento económico es muy similar con producciones altas de agropyro y bajas de centeno», puntualiza Ciria, pero también se observó que las características biofísicas del suelo mejoran sustancialmente con la especie forrajera.
Las conclusiones del estudio apuntan a que el agropyro se podría introducir como un cultivo de rotación en una explotación agraria pero no se puede recomendar como una alternativa a especies como el centeno «porque en la actualidad no existe un mercado para el agricultor», agrega Ciria, quien destaca, por el contrario, las posibilidades que tiene esta especie forrajera para ser empleada como biomasa a lo que se suman los beneficios medio ambientales al mejorar las condiciones físico-químicas de los suelos marginales frente a los cultivos tradicionales, «tenemos que tener en cuenta que caminamos hacia una PAC más verde y menos contaminante», concluye.