El 3D que ausculta los glaciares
Investigadores de la UVA aplican técnicas cartográficas empleadas en Atapuerca para la reconstrucción digital de cuerpos helados / Buscan conocer la dinámica de los elementos y proporcionar información valiosa sobre el patrimonio natural.
Mezclan la tradición con la innovación. Utilizan una técnica empleada en el yacimiento de Atapuerca para conocer cómo evolucionan los glaciares del Pirineo. Investigadores de la Universidad de Valladolid (UVA) trabajan en el seguimiento de diferentes cuerpos helados para conocer el comportamiento de la criosfera en las montañas templadas de la Península Ibérica. El término criosfera se refiere a la superficie de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido, y su estudio está ligado al Sistema Climático Global. Conocer qué sucede en los cuerpos helados de las montañas peninsulares sirve para entender el comportamiento de la criosfera en montañas de características similares. Por ello, la observación de cuerpos helados es un tema clásico de estudio, al ser estos indicadores del cambio climático. Por ejemplo, elementos de la criosfera como los glaciares rocosos son indicadores de la existencia de suelos permafrost y de su estado en equilibrio o desequilibrio con las condiciones ambientales.
A través del proyecto se trata de conocer cómo funcionan cuerpos helados como los glaciares y glaciares rocosos y cómo es la degradación del hielo en ellos, sus ritmos temporales, qué pautas espaciales siguen o si existen comportamientos singulares. Para ello se han estudiado glaciares y glaciares rocosos de los Pirineos, así como heleros de Picos de Europa. Su seguimiento se hace mediante técnicas geomáticas, con el objetivo de obtener precisiones altas en la medición de superficies que varían anualmente. De este modo, se consiguen precisiones de pocos centímetros en la medida de los desplazamientos o deformaciones anuales que han sufrido estos cuerpos helados.
Todo ello, según explica el investigador Adrián Martínez, permite conocer la dinámica de los elementos de la criosfera, su evolución y cambios tanto físicos como térmicos, y la distribución y degradación de los cuerpos helados. «Si en los glaciares se controla los cambios de masa mediante la pérdida de extensión y espesor de hielo, en los glaciares rocosos, el adelgazamiento, los cambios en las velocidades de flujo y su degradación», añade el catedrático Enrique Serrano.
La innovación se basa, por un lado, en el seguimiento y estudio detallado de la degradación y desaparición de los glaciares en montañas templadas. Este estudio, apunta Martínez, posibilita conocer los procesos glaciológicos que se hayan producido, permitiendo entender la transformación de ambientes glaciares a ambientes donde los glaciares están retrocediendo o incluso han desaparecido. Por otro, agrega Serrano, por la aplicación de novedosas técnicas geomáticas para la monitorización de los glaciares, el escáner láser terrestre y la fotogrametría aérea mediante drones. Es verdad, admite el catedrático de la UVA, que estos poseen algunos hándicaps en su aplicación en medios de difícil acceso y tránsito, siempre por encima de los 3.000 metros de altitud, pero permiten obtener muchos datos y de elevada calidad, lo que ofrece nuevas oportunidades para conocer los procesos y la reología de los glaciares y glaciares rocosos.
El investigador de la UVA defiende que este trabajo es pionero en un marco internacional, donde se comienzan a aplicar estas técnicas al retroceso y desaparición de los glaciares por unos pocos grupos, algunos de ellos con los que colaboran en Suiza y Austria. Las tecnologías son utilizadas en diferentes campos, pero su aplicación a la alta montaña y a glaciares en las últimas fases, así como en glaciares rocosos, es innovadora, puntualiza. Es un estudio puntero en montañas como los Pirineos y Picos de Europa, incide, puesto que se ha aplicado por primera vez en aquellos glaciares en los que el equipo vallisoletano hace el seguimiento o participa.
Respecto a las ventajas, Enrique Serrano sostiene que, tras el procesado de los datos capturados, los escáneres láser terrestre y la fotogrametría con drones proporcionan una nube de puntos 3D de la superficie registrada. «Se trata de millones de puntos que reconstruyen de forma detallada la superficie de los glaciares y glaciares rocosos, así como sus alrededores. Ambas técnicas permiten una reconstrucción sin contacto directo con los cuerpos helados, por lo que no tienen un impacto negativo sobre el entorno», señala.
El grupo lleva más de 25 años trabajando en la criosfera de los Pirineos, incorporando técnicas innovadoras para el estudio de indicadores ambientales, la reología de cuerpos helados o la distribución del permafrost. Si en los años 90 ya aplicaban técnicas geomáticas, en el siglo XXI se incorporaron los GPS-RTK y en los últimos años, con significativos avances técnicos –instrumentación, tratamiento de datos y software– se propusieron obtener información más precisa, de variaciones en espesores, velocidades y cambios, con precisiones actuales por debajo de los dos centímetros.
El grupo de trabajo lleva 15 años enlazando proyectos para el estudio de la criosfera, en particular de glaciares y glaciares rocosos. Con anterioridad se han monitorizado durante periodos de más de diez años dos glaciares rocosos (Posets y Argualas) y tres glaciares blancos (La Paúl, Maladeta y Vignemale), así como el control térmico y de procesos en las cuencas de Infiernos (glaciar y cuenca), Maladeta (glaciares, glaciar rocoso y cuenca) y La Paúl (glaciar, glaciar rocoso y cuenca).
El futuro pasa por la obtención de proyectos para dar continuidad mediante nuevas técnicas, principalmente a través de fotogrametría o LiDAR con dron. Sus planes dependen de la obtención de proyectos y de la consolidación de los jóvenes investigadores. Si se cumplen los dos aspectos, afirman, el grupo podrá continuar con el seguimiento y estudio de los cambios de la criosfera asociados al cambio climático, pero si no se cumplen, el futuro es incierto.
Los planes más inmediatos, tal y como avanzan los investigadores de la Universidad de Valladolid, son la continuidad del estudio y seguimiento de los glaciares rocosos de La Paúl y Maladeta, para alcanzar los 12 años de control, y los glaciares blancos de La Paúl, Maladeta, Monte Perdido y Aneto para superar los 10 años de control, así como el estudio integral, mediante imágenes de satélite, del conjunto de las masas de hielo de los Pirineos y Picos de Europa.