Diario de Valladolid

BURGOS

El fluorescente de la fibrosis quística

Investigadores de la UBU patentan un sensor para diagnosticar esta enfermedad degenerativa / Los pacientes podrán utilizarlo por sí mismos en casa / Estimula la sudoración, hace una foto y detecta la cantidad de cloruro.

El investigador Saúl Vallejos en las instalaciones de la Universidad de Burgos.-EL MUNDO

El investigador Saúl Vallejos en las instalaciones de la Universidad de Burgos.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Es una enfermedad invisible y degenerativa. Pasa desapercibida a los ojos de los demás, pero los pacientes que la sufren tienen cada vez menor capacidad pulmonar. El cansancio y la tos se cuelan en su vida. Y lo hacen sin pedir permiso. Desgarran su musculatura. De hecho, el cuello les duele con solo tocarlo. A esto se suma que los tratamientos intravenosos y los ingresos domiciliarios se suceden a cada paso. Sus salidas a la calle se reducen y suelen ser por dos motivos: médicos y ejercicios para fortalecer su cuerpo.

La fibrosis quística es una enfermedad que daña órganos como los pulmones o el páncreas. En España afecta a 2.500 personas y las asociaciones lamentan la falta de apoyo. Esta dolencia viene provocada por una alteración en la proteína CFTR, que sirve para regular el flujo de iones como el cloruro –uno de los componentes de la sal– en tejidos epiteliales. Una de las consecuencias directas de esa variación es una concentración muy alta de sales en fluidos como el sudor. Es más, este síntoma se emplea para diagnosticar esta patología rara.

Sin perder de vista ese parámetro, investigadores de la Universidad de Burgos (UBU) han patentado un nuevo material para detectarlo de forma «rápida, sencilla y barata». ¿Cómo lo hace? A través de un polímero fluorescente que, al tacto y la vista, es muy parecido a una lentilla. «Se hincha al sumergirlo en agua, y se seca si lo dejamos secar al aire. En ciencia de materiales llamamos a esto ‘comportamiento de gel’», comenta Saúl Vallejos, investigador postdoctoral del grupo de Polímeros de la UBU para, a renglón seguido, matizar que el material está hecho con varios reactivos (ingredientes), y uno de ellos es muy sensible a la concentración de sal, es decir, a la aglutinación de cloruros como el de sodio y el de potasio.

Precisa que en este punto es donde radica el quid de la patente, ya que, tal y como detalla, el material se pone en contacto con un liquido muy salado, en su caso, el sudor de un paciente y pierde la fluorescencia inicial que tenía. «Cuanto más salado es el sudor, más fluorescencia pierde el material, de tal forma que podemos cuantificar la cantidad de cloruros que tiene ese sudor. Se puede hacer simplemente mirando cómo cambia el material o haciendo una fotografía con el teléfono móvil y registrando ese cambio de fluorescencia», explica Vallejos.

Un paso de gigante, porque en la actualidad se utilizan métodos de medida que requieren de personal especializado, es decir, profesionales sanitarios, además de equipamiento «relativamente caro» y periodos de espera «altos». Estas piedras en el camino se complican cuando los pacientes son niños pequeños, incluso bebés. Por ello, sostiene que reducir todos esos tiempos y lanzar una opción que facilite el proceso siempre les pareció buena idea.

Así, surgió esta iniciativa que permite que los enfermos de fibrosis quística puedan monitorizar sus tratamientos sin necesidad de acudir al hospital. En esta línea, el investigador Roberto Quesada precisa que este nuevo sensor detecta la cantidad de cloruro presente en el sudor. «El sensor es un material fluorescente que, al contacto con el sudor, pierde brillo cuanto más cloruro contiene, de tal manera que una simple fotografía de teléfono móvil determina su concentración. Por encima de una cantidad, la prueba es positiva para identificar al afectado», incide.

¿Por qué es innovador? Aunque el test del sudor ya existe hace mucho tiempo; es más, hoy en día a los recién nacidos ya se les diagnostica la fibrosis quística –y otras muchas enfermedades– con la llamada prueba del talón, por lo tanto, asegura que este material no está dirigido tanto al diagnóstico de la patología sino al seguimiento de ella. Por ejemplo, cuenta que si está tomando un nuevo fármaco que está en pruebas, y ese medicamento está funcionando, entonces la concentración de cloruros bajará, sin embargo, hasta ahora, el paciente tenía que pedir cita a su médico, desplazarse hasta un hospital donde haya una unidad de referencia de la fibrosis quística, hacerse las pruebas y esperar a los resultados. «Nosotros lo que proponemos es un material que el propio paciente puede manipular, hacerse el test del sudor en su casa, y con un simple smartphone saber si el tratamiento le está funcionando o no», subraya Vallejos.

El estudio se llevó a cabo en el Hospital Marqués de Valdecilla, en Santander, de la mano de los doctores David Iturbe y María Jesús Cabero. Se realizó el estudio con 35 personas, contando con pacientes y controles, y la verdad es que, según admite, los resultados fueron muy buenos, y la colaboración con el unidad de referencia en fibrosis quística resultó «muy exitosa».

El proyecto, que arrancó en 2017 y consiguió patente un año después, supone un ahorro económico muy grande, a la vez que evita desplazamientos, horas de personal médico, entre otras ventajas. El siguiente paso, avanza el investigador de la Universidad de Burgos, es conseguir un partner que quiera invertir en un producto final. «Necesita un ‘empujoncito’ más que nosotros no podemos (ni sabemos) darle», expone y añade que ahora mismo ya han demostrado que la idea funciona. Además, han ido más allá: han hecho una prueba de concepto. Eso sí, apunta que para que la investigación llegue a los pacientes es necesario que se convierta en un dispositivo real.

En este sentido, indica que podría tener una utilidad doble. Por un lado, agilizar los diagnósticos de fibrosis quística en los hospitales; por otro, acelerar «con mayor facilidad» la eficacia de nuevos tratamientos que se están desarrollando para la cura de la fibrosis quística en todo el mundo.

La iniciativa ha salido adelante fruto de la colaboración entre los grupos de investigación de Polímeros y Bioorgánica de la UBU. El primero, encabezado por José Miguel García, tiene una amplia experiencia en el diseño de sensores para detectar compuestos y metales pesados. El segundo, coordinado por María García, trabaja en la búsqueda de nuevos tratamientos para la fibrosis quística. El material capaz de detectar el cloruro ha sido creado por los investigadores Saúl Vallejos y Roberto Quesada.

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