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De residuo urbano a una crema para pieles secas

Investigadores de la UVA participan en un proyecto europeo para transformar el biogás en ectoína, una proteína muy utilizada en la industria cosmética / Validarán una serie de tecnologías

Equipo de investigación participante en el proyecto europeo Deep Purple en las instalaciones de la Universidad de Valladolid.-J. M. LOSTAU

Equipo de investigación participante en el proyecto europeo Deep Purple en las instalaciones de la Universidad de Valladolid.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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La actividad humana en las ciudades genera millones de toneladas de basura orgánica. Kilos y kilos de residuos que acaban en el vertedero y echan más leña a un planeta amenazado por el calentamiento global y el efecto invernadero. Y es que su acumulación produce importantes emisiones de metano. La intención es transformar esos desechos. Una segunda oportunidad que podría convertir las mondas de naranja en una crema hidratante para pieles secas. Así como lo leen. Sin aditivos pero con mucha innovación.

Investigadores del Instituto de Procesos Sostenibles de la Universidad de Valladolid (UVA) participan en un proyecto llamado Deep Purple que validará a escala semiindustrial una serie de nuevas tecnologías capaces de transformar la fracción orgánica de los residuos urbanos y las aguas residuales de las ciudades en bioproductos comerciales, como la ectoína, una proteína natural sintetizada mediante procesos biotecnológicos con propiedades osmoprotectoras –respuestas que ponen en marcha las plantas cuando se ven sometidas a un estrés hídrico para protegerse de la deshidratación–.

Se emplea en formulaciones de productos cosméticos y cremas por sus propiedades hidratantes, y su capacidad para proteger la piel de la radiación ultravioleta y reparar los daños que estas radiaciones producen en el ADN de las células. «Es un ingrediente ideal para cuidar la piel seca y prevenir síntomas de envejecimiento», asegura Raúl Muñoz, coordinador de la iniciativa en la UVA.

La ectoína se encuentra en formulaciones cosméticas, bioplásticos biodegradables sustitutos de plásticos convencionales, nanofibras de celulosa para su empleo en nuevos materiales de construcción y biofertilizantes. El proyecto, que tiene una duración de cuatro años y está coordinado por la empresa española FCC Aqualia, está enmarcado dentro de la misión del Instituto de Procesos Sostenibles, basada en transformar residuos en productos con valor comercial, con el objetivo de generar una nueva bioeconomía a nivel europeo.

Cada paso que da el consorcio, formado por cuatro socios de siete países, se apoya en tres plataformas tecnológicas innovadoras que llevarán a cabo la transformación de residuos: plataforma de celulosa, plataforma de biomasa y plataforma de biogás. «La celulosa será separada de los residuos mediante métodos físico-químicos, purificada y transformada en nanofibras de celulosa para su empleo en materiales de construcción autoreparadores», explica para, más tarde, añadir que la materia orgánica se transformará en bioplásticos y biofertilizantes mediante la acción de bacterias púrpuras que emplean la radiación infrarroja del sol como fuente de energía para realizar el proceso de depuración de aguas residuales y recursos sólidos. El cierre, comenta Muñoz, lo pondrá la transformación de todos los residuos en biogás, que a su vez se convertirá en ectoína. De esta última plataforma se encargará el equipo vallisoletano.

Es innovador por la escala en la que se pondrá en funcionamiento, muy próxima a la industrial, y por las tecnologías que se emplean. «Se basa en el uso de microorganismos metanótrofos extremófilos capaces de usar el metano contenido en el biogás como fuente de carbono y energía», detalla el coordinador de Deep Purple en la Universidad de Valladolid, antes de comentar que estos microorganismos serán cultivados en biorreactores de alta transferencia de dos metros cúbicos de volumen, uno situado en Toledo y otro en República Checa, en un medio de cultivo adaptado a la síntesis de ectoína.

En este sentido, indica que una de las ventajas es que esta proteína tiene un valor en el mercado superior a 1.000 euros el kilogramo, lo que garantiza la viabilidad económica del proceso de transformación de residuos en nuevos bioproductos. Además, manifiesta que supone un doble ahorro: económico y ambiental. Por un lado, los residuos que los ciudadanos depositan en los contenedores marrones y las aguas residuales que generan en sus casas pasan a ser la materia prima para lograr nuevos productos, que a su vez crearán nuevos empleos en las ciudades. Por otro, la basura dejará de contaminar el medio ambiente al ser recogida y transformada en productos comerciales en estas plataformas tecnológicas.

El proyecto, que comenzó el pasado mes de mayo, nació a raíz de una tesis doctoral llevada a cabo en el grupo de tratamiento de gases del Instituto de Procesos Sostenibles de la doctora Sara Cantera. En ese estudio, recuerda, se demostró la viabilidad del proceso en el laboratorio. Ahora Deep Purple lo hará hasta la escala industrial.

Celebra que el proceso de producción de ectoína a partir de biogás es único. Sin embargo, dentro de este grupo de investigadores se está trabajando en otra iniciativa europea, Urbiofin, la mayor biorrefinería europea, donde los vallisoletanos producen bioplásticos y biometano a partir de biogás.

Raúl Muñoz es consciente de la cantidad de aplicaciones que tiene. Por ello, sugiere que son muchas las empresas que se podrían beneficiar de los resultados de este proyecto. Por ejemplo, los fabricantes de productos cosméticos, pero también en el caso de las nanofibras de celulosa, serían las empresas de construcción; en el supuesto de los bioplásticos, las empresas del sector del plástico, mientras que cuando se habla de biofertilizantes, el campo de negocio es «muy amplio».

Avanza que la idea es seguir trabajando dentro de «uno de los mayores proyectos de investigación europeos» en el campo de la economía circular para ayudar a consolidar el concepto de bioeconomía en Castilla y León. Razones sobran. Muñoz celebra que el tratamiento de gases del Instituto de Procesos Sostenibles es pionero a nivel mundial en el desarrollo de biotecnologías de transformación de gases de efecto invernadero y biogás en bioproductos de valor.

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