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El asistente del idioma de Shakespeare

La UVA desarrolla un sistema que ayuda a escribir textos en inglés / Usa tecnologías de inteligencia artificial.

Pedro A. Fuertes, catedrático de Filología Inglesa de la UVA, en la plaza de la Universidad.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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Dibujan un escenario que hace años era ciencia ficción. Hoy entienden lo que decimos y actúan en consecuencia, ayudan a los médicos en sus diagnósticos e intervenciones y vencen en el juego a través de estrategia y lógica. Las máquinas se han convertido en un pilar de los negocios. Lejos quedaron esos tiempos donde filtraban correos electrónicos; ahora mejoran servicios y personalizan la experiencia de los usuarios.

Cada paso que dan abre una puerta y revoluciona el mundo pero también causa temor, sorpresa y preocupación. Y es que su presencia cambia el escenario y, aunque el ser humano es imprescindible, muchas tareas que en la actualidad están bajo su mando pasarán a ser del dominio de los sistemas autónomos. No obstante, las personas seguirán a cargo de todas aquellas actividades que involucren creatividad, comunicación y adaptación. Para todo lo demás... la inteligencia artificial.

Está aquí y conquista terrenos. Nada se resiste. Ni los idiomas. El Centro Internacional de Lexicografía de la Universidad de Valladolid (UVA) y la empresa danesa Ordbogen han desarrollado un asistente de escritura para ayudar a los hablantes de español a escribir textos en inglés con una calidad de traducción que mejora los existentes en el mercado. Para poder utilizar Write Assistant –así se llama la herramienta– el usuario debe estar escribiendo en inglés, haberse descargado el programa, tener activado el icono de asistente en el documento de Microsoft Word que está redactando y hacer uso del mismo según sus necesidades. La descarga es gratuita y se realiza desde la página web.

El sistema se basa en lo que se denomina modelo lingüístico, un desarrollo de la lingüística del corpus apoyado en supercomputación muy avanzada. «Éste es un modelo mecánico ya que ofrece resultados basándose en la existencia de regularidades lingüísticas que son descubiertas analizando el comportamiento de billones y billones de palabras en micromilésimas de segundo», expone Pedro A. Fuertes, catedrático de Filología Inglesa de la UVA.

La primera versión del asistente se apoya en un modelo lingüístico pero a lo largo de este año será complementado –y muchas veces sustituido– por un modelo más cognitivo basado en la inteligencia artificial, principalmente se centrará en dos tecnologías: el aprendizaje profundo y las redes neuronales. Además, comenta que será reforzado con herramientas de ayuda y consulta que se irán incorporando a Write Assistant «en un futuro cercano».

En este sentido, presume de que los principales aliados en este camino son los diccionarios de la UVA que, junto a la inteligencia artificial, van a permitir solucionar problemas que no se pueden solventar con el modelo lingüístico actual. Dice que, por ejemplo, un usuario de las versiones más avanzadas de este asistente podrá desplegar una ventana en la que recibirá información que le diga que ‘un buen hombre’ y ‘un hombre bueno’ son muy diferentes.

Para Fuertes, la innovación del proyecto radica en unir en un sistema fácil de usar resultados procedentes de líneas de investigación teóricamente alejadas entre sí: inteligencia artificial, lexicografía de internet, supercomputación y lingüística. «El valor añadido es lograr que este sistema base pueda adaptarse a varias lenguas y culturas sin aumentar sus costes», apostilla.

La primera versión tiene tres ventajas: ayudar a un español a que escriba inglés de forma más rápida; darle una solución inglesa a través del español, es decir, un usuario puede escribir una palabra en español cuando está escribiendo en inglés y el sistema le ofrecerá automáticamente la solución inglesa, y poder encontrar la solución en el lenguaje de Shakespeare sin salir del sistema, sin tener que buscar en un diccionario o en Google la palabra inglesa que no recuerda. En las siguientes versiones, avanza el catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Valladolid, se introducirán nuevas opciones, como poder consultar diccionarios sin salirse del sistema, adaptar el asistente a las necesidades específicas del usuario –«esto se conseguirá gracias a la implantación de la tecnología de redes neuronales en el sistema», informa– y Write Assistant mejora con el uso o, en otras palabras, aprende gracias a la inteligencia artificial y al número de personas que lo utilicen. «Cuanto mayor sea el número de usuarios mejores prestaciones ofrecerá».

Existen algunos prototipos en el mercado que utilizan solamente el modelo lingüístico, sin embargo, el sistema desarrollado por la UVA cuenta con varias diferencias. En primer lugar, no es genérico, sino específico. Cada hablante nativo de una de las lenguas para las que está diseñado tiene su versión. En estos momentos está disponible para hablantes nativos de alemán, danés, español, francés e italiano; en una segunda fase estará para hablantes de chino e hindi. En segundo lugar, tiene previsto incorporar un modelo cognitivo al modelo lingüístico original. En tercero, los diccionarios que incorporará como herramienta de consulta son diccionarios pensados y construidos para ser usados tanto por seres humanos como por algoritmos.

Pedro A. Fuertes cuenta que la idea surgió en 2013 cuando se dieron cuenta de que la inteligencia artificial podría usarse para solucionar problemas lingüísticos que no habían sido posible resolver hasta entonces. El armazón básico se diseñó en Dinamarca, en la sede de la empresa Ordbogen, y a partir de ahí empezaron a adaptar la nueva «realidad» a lo que cada uno de los miembros de este equipo estaba haciendo. Por aquel entonces en Valladolid se trabajaba en el desarrollo y la construcción de diccionarios digitales. Desde el año 2014 el Centro Internacional de Lexicografía de la UVA, que había empezado a trabajar con la compañía danesa, se adapta a ese contexto y prepara una conceptualización de los diccionarios que también debe satisfacer las necesidades de los algoritmos que van a ser «fundamentales» en el desarrollo de Write Assistant.

Este asistente se puede utilizar desde el pasado 5 de abril. Los siguientes pasos, avanza el catedrático de Filología Inglesa, son sacar las versiones avanzadas y aumentar el número de palabras y definiciones de los diccionarios y sacarlos a la luz para que también puedan ser consultados por los usuarios. Además, apunta que tienen previsto poner a disposición del público el Diccionario Digital del Español, quizá «el diccionario de los diccionarios de la Universidad de Valladolid con más usuarios humanos potenciales de todos los que hacemos».

Tiene claro que la innovación y la investigación son actividades globales que alcanzan su potencial de desarrollo cuando están sometidas a la dinámica adecuada. Sostiene que el sistema que han presentado a nivel mundial en la capital del Pisuerga –y que más tarde se ha dado a conocer en Copenhague, Roma, París, Berlín y El Cairo; en unos meses se presentará en Shanghái y Nueva Delhi– tiene un presupuesto de 20 millones de euros, 16 de los cuales ya se han empleado en hacer la primera versión del sistema. «Si alguien me pregunta si puedo encontrar una empresa domiciliada en Castilla y León que destine una cantidad de dinero tan grande en el desarrollo de una idea procedente básicamente de la interacción de las Humanidades y la Informática mi respuesta sería o bien negativa o bien muy escéptica», reflexiona para, a continuación, comentar que esto tiene que ver con la naturaleza social de internet y de la economía digital. En Dinamarca, y en el resto de países nórdicos, es normal la suscripción a contenidos que se descargan de la red.

En esta línea, Fuertes subraya que Ordbogen tenía cerca de cinco millones de euros anuales procedentes de sus otras actividades que podía destinar al desarrollo del asistente. «Sin esos fondos no se podría desarrollar este sistema. Tampoco se hubiera podido desarrollar si la empresa no estuviera dispuesta a aceptar el fracaso de la inversión. En varios momentos de nuestra colaboración yo les dije que la inversión podía fracasar y que el mercado español era muy diferente al danés. Me contestaron que aceptaban el fracaso como posibilidad y que no me preocupara demasiado: íbamos a hacer lo que teníamos que hacer y el tiempo diría si habíamos acertado o no».

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