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La malla que acerca los datos al cliente

Investigadores de Telefónica lideran desde Boecillo un proyecto para convertir sus centrales en centros de computación / La meta es reducir el retardo y aumentar el ancho de banda.

El equipo de desarrolladores José Ignacio Hernández, Jorge Moratinos, Jesús Macías, Samuel Alfageme, Andrés Pozo, José María Carmona y Daniel Velasco en Boecillo.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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Telefónica quiere sentar las bases del futuro digital desde el Parque Tecnológico de Boecillo en Valladolid. Allí, un grupo de investigadores trabaja cada día para acercar los datos a los clientes. Para ello, va a transformar las centrales de la compañía en centros de computación. De esta forma, reducirá el retardo y aumentará el ancho de banda. Dos aliados de la conducción autónoma o de la realidad virtual.

Edge Computing es el paradigma informático que se encuentra en la base de una pirámide con múltiples aplicaciones. Y es que son numerosos los dispositivos inteligentes conectados a la red y, con ésta, a la nube. Una cantidad ingente de datos que procede de navegadores de coches, cámaras de seguridad, pulseras de actividad, teléfonos móviles, sensores que controlan el funcionamiento de dispositivos en el campo o en un parque eólico, radares... La cuestión es que cada vez serán más. Información de ida y vuelta que necesita nodos más pequeños, intermediarios, entre los centros de datos de las nubes actuales y los usuarios.

Este equipo multidisciplinar trabaja para construir una arquitectura inteligente que no sólo se base en los grandes centros de computación que hasta ahora recogen lo que llega de los miles de millones de dispositivos distribuidos por todo el mundo, sino en todos los nodos que tiene desplegados Telefónica. Su idea es que ejecuten aplicaciones más complejas para operar en lugares que pueden tener limitada la conectividad o que ésta puede ser intermitente, expone Daniel Velasco, responsable del proyecto en el Parque Tecnológico de Boecillo, antes de añadir que también es interesante para la toma de decisiones en tiempo real, como en el coche autónomo que requiere el mínimo retardo para no poner en peligro la seguridad de los peatones.

En este sentido, comenta que es un futuro «que está ahí» y aunque pueda parecer muy lejano «hay que prepararse para poder dar soluciones» a las necesidades de almacenaje y seguridad o alimentación intermitente en entornos industriales donde el suministro eléctrico puede ser esporádico. Pone como ejemplo a la hora de aplicar computación en el borde la producción remota de vídeo. En la actualidad se necesitaba una unidad móvil para poder llevarla a cabo, sin embargo, gracias a este avance ya no será necesaria. «Se agilizarán mucho las retransmisiones de eventos musicales y deportivos», apostilla Samuel Alfageme, investigador de Telefónica.

Es una tecnología unida al 5G que también dejará «una ventaja muy competitiva» en los videojuegos. Se podrá jugar sin consola, con tan poca latencia que no habrá interrupciones entre lo que hace el jugador en el mando y cómo se mueve el personaje del juego. Pero ahí no se quedarán los servicios que pone en bandeja Edge Computing. Los usuarios dispondrán de la posibilidad de activar ellos mismos su servicio y definir qué parte de ancho de banda quieren dedicar a cuestiones laborales y cuál a otros propósitos, como el ocio. De esta manera, se podrá priorizar el trabajo a series o videojuegos.

Este grupo de investigadores de Telefónica ya tiene varios pilotos abiertos tanto en España como en Brasil. En ellos se va a probar si el potencial de almacenamiento en el borde es mucho mayor que el actual para llegado el momento «estar al frente de los estándares» de las redes comerciales y convertirse «en punta de lanza» para validar todas las hipótesis.

En este sentido, el investigador Andrés Pozo señala que quieren colocar los cimientos de la plataforma para construir los servicios que van a requerir esas capacidades. «Es necesario que la red vaya por delante de los servicios porque nunca se sabe cuál es el servicio que va a tener éxito pero sí que se puede intuir por donde van a ir las necesidades».

Los casos típicos pueden ser «más o menos futuristas» pero todos apuntan a la misma dirección: ancho de banda mayor y mínimo retardo. «Dar una solución tecnológica a eso requiere desplegar Edge Computing en una operadora de telecomunicación, pero es una labor compleja», sostiene Velasco para, más tarde, asegurar que los desarrolladores de Telefónica han intentado, por un lado, resolver el problema tecnológico, es decir, ver cómo poder hacer una fusión técnica en las centrales de la compañía y, por otro, están intentando con pilotos de caso de uso poder validar todo lo reflejado en el papel y detectar nuevos escenarios u oportunidades que pudieran surgir.

El proyecto, en el que participan alrededor de 25 personas, es «clave» y de ámbito global. Es un paso más para dar una nueva vida a las centrales de fibra. La operadora de telecomunicaciones ya ha comenzado con el cierre de las centrales de cobre. Un proceso que culminará en 2023 y que ha marcado las idas y venidas de los últimos 100 años. El desmantelamiento de estos lugares es el primer paso para una revolución mucho mayor que pasa por colocar a los clientes «en la mejor posición ante el futuro digital». Y es que, en opinión de Velasco, Alfageme y Pozo, acercar a los usuarios esos servicios que necesitan mucho ancho de banda o un retardo muy bajo para que la experiencia sea «apropiada» es prioritario.

Una tecnología unida al 5G donde se engloban casos de uso como la conducción autónoma, la realidad virtual..., servicios que no pueden estar muy lejos del usuario. Por ello, van a convertir las centrales de Telefónica en pequeños centros de datos donde se puedan desplegar esos servicios, para que lo único que haya entre el cliente y la central sea el enlace de fibra o de radio. «La capilaridad es enorme porque hay desplegadas centrales para el volumen de clientes que hay en cada zona», exponen los investigadores, antes de dejar claro que hay centrales de todos los tamaños, la más grande es la que controla alrededor de 100.000 líneas. «No es igual a la cantidad de los datos que manejan los grandes centros de computación pero se monitoriza un volumen importante de información correspondiente a los clientes de una determinada área de cobertura».

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