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Palabras para el alma infantil

Esta leonesa es vicepresidenta de la Asociación de Psiquiatría del Niño y del Adolescente en Castilla y León / Trabaja para conseguir un aula inclusiva en el centro de salud para pacientes con enfermedad mental grave que, de forma puntual, no pudieran acudir al colegio.

Flora María Vega, vicepresidenta de la Asociación de Psiquiatría del Niño y del Adolescente de Castilla y León.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Habla con pasión de su trabajo. Y es que ayuda a poner nombre y tratamiento a las enfermedades mentales en los niños. Trastornos que en la mitad de los casos no se tratan porque los padres consideran que son comportamientos anómalos que se curan con la edad. No es así. Necesitan la intervención de un profesional, ya que cuanto antes se actúe, mejores resultados se obtienen. Flora María Vega es leonesa, aunque parte de su infancia la pasó en Ponferrada, ciudad en la que reside desde 2009. Estudió Medicina en Oviedo y la especialidad en Psiquiatría en la Universidad de Salamanca (Usal).

Reconoce que la primera opción al matricularse en la facultad era la de ser forense, pero le enganchó el alma humana. «Con el paso de las asignaturas y de los años, cada vez me llamaba más la psiquiatría, ciencia que mezcla la parte más biológica con lo trascendental y la cura del alma», evoca.

Tras su paso por las aulas universitarias y la preparación del mir, comenzó su formación en psiquiatría en la ciudad del Tormes. Durante esos cuatro años realizó una estancia de seis meses en el Hospital Clinic de Barcelona. Su primer puesto laboral fue en Alcázar de San Juan donde comenzó a ejercer como psiquiatra dedicada al ámbito infanto-juvenil. La cercanía a Madrid le permitió seguir ampliando su formación académica con un máster en medicina legal y forense y un título de especialista de primer grado en psicoterapia integradora.

En 2017 Vega fue elegida presidenta de la Asociación de Psiquiatría del Niño y del Adolescente de Castilla y León, lo que supuso «un hándicap importante» en lo que respecta a la difusión de la actividad y coordinación de los distintos profesionales que integran la agrupación, apunta. Desde febrero es la segunda de a bordo.

Los proyectos que lleva a cabo en el Hospital del Bierzo es la realización, a petición de la gerencia, de protocolos para la intervención del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y del Trastorno del Espectro Autista en la comarca para homegeneizar la atención.

También comenta que han elaborado un proyecto para conseguir un aula intrusiva en el propio centro de salud para pacientes con enfermedad mental grave que, de forma puntual, no pudieran acudir a sus centros educativos. «Se ha elevado a las autoridades educativas y está pendiente de su revisión y ver lo idóneo de su aprobación», informa.

Otros asuntos que ocupan su día a día es la implementación en el área del programa de Disforia de Género y la coordinación con atención temprana para la atención precoz y diagnóstico rápido y pronta atención de los niños menores de tres años con sospechas de padecer un cuadro compatible con el Trastorno del Espectro Autista.

La psiquiatra leonesa cuenta que el 20% de los niños sufre algún tipo de trastorno mental. «La patología más prevalente es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Dicho trastorno requiere de la participación coordinada de varios dispositivos, siendo fundamental la buena sintonía entre salud mental, colegios y servicios sociales para dar una cobertura tanto al menor como a sus familiares», apostilla.

Otras enfermedades que atienden con asiduidad, subraya, son problemas de ansiedad, de ánimo, trastornos de comportamiento, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del espectro autista y en menor medida, «aunque de gravedad importante», trastornos psicóticos.

Mención especial, afirma Flora María Vega, merecen los trastornos por abuso de sustancias, «los más frecuentes y habituales» son por consumo de marihuana y cánnabis, los porros, «por haberse trivializado y generalizado su uso», provocan en el menor de los casos «efectos devastadores» sobre las capacidades de la voluntad y cognitivas y «en un porcentaje importante» son «el factor desencadenante» de una enfermedad mental grave como la esquizofrenia.

En su opinión, las tecnologías han influido en las dolencias mentales, «no sólo por el abuso sino por el escaparate que suponen», detalla. «Si no está en la red no existe. Los aparatos electrónicos y las nuevas tecnologías no son malas en sí mismas –continúa– lo perjudicial es el uso y abuso que hacemos de las mismas». En esta sentido, la doctora leonesa resalta que los niños son «el reflejo de los hábitos de los adultos». Esponjas que viven a diario «un constante exhibicionismo» que refleja ciertas carencias y vacíos, mermas en la autoestima que requieren para «llenarse» del beneplácito del resto de la sociedad. Por otro lado, lamenta el exceso en las horas dedicadas a la diversión cibernética, ya que provoca una hiperestimulación sensorial, un sobreestímulo visual y auditivo difícil de repetir en situaciones más cotidianas, como puede ser un aula, una conversación o una lectura de un libro.

Para la vicepresidenta de la Asociación de Psiquiatría del Niño y del Adolescente de Castilla y León, los tratamientos han evolucionado «a la par» que los propios pacientes y sus necesidades. Además, dice que más allá de los fármacos, están los tratamientos como el neurofeedback, que sin estar disponible en la práctica clínica pública se ha visto eficacia en varias patologías.

Flora María Vega asegura apenada que la psiquiatría no es un área mimada de la medicina, si bien advierte de que «la salud mental de las personas es una pieza fundamental para la salud integral de ser humano, por lo que debería de proveerse de más recursos para su investigación».

En este contexto, reclama una especialidad de Psiquiatría del Niño y del Adolescente, ya que es uno de los dos únicos países comunitarios que no cuenta con ella. «Se ha propuesto en varias legislaturas e incluso elevado al Europarlamento sin conclusión por el momento», informa para, a continuación, puntualizar que es una lucha que debería aunar tanto a profesionales como a familias, puesto que dicha creación iría de la mano de una mejor y mayor capacitación para el tratamiento de los menores.

A su juicio, la prevención en los niños, futuros adultos, marca «la calidad y la sostenibilidad» de la sociedad futura.

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