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El docente que guía en interiores

El profesor de la UVA ha sido galardonado con el premio HiPEAC Tech Transfer Award 2018 / Puso en marcha una empresa de base tecnológica especializada en el internet de las cosas, Industria 4.0 y localización ‘indoor’.

Diego Llanos, profesor de la Escuela de Ingeniería Informática de la Universidad de Valladolid.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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Hizo realidad lo que para muchos era un sueño: guiar en los laberínticos pasillos de un hospital o un aeropuerto donde los GPS tradicionales fallan porque se pierde la señal. Desarrolló un sistema capaz de determinar su ubicación con una alta precisión. Situar objetos y personas o recibir indicaciones hasta un punto de interés. Diego Llanos nació en Buenos Aires. Desde su Argentina natal se trasladó a España para acabar el bachillerato. Hizo la selectividad en Madrid y se matriculó en los estudios de informática en la Universidad de Valladolid (UVA). Por aquel entonces, recuerda, se impartían en la Escuela Universitaria Politécnica.

Una apuesta segura sustentada desde una temprana vocación. «Tuve mi primer contacto con los ordenadores personales en mi infancia, con los míticos ZX-81 y Spectrum. Con 15 años mi padre me compró un Commodore 128: tenía una milésima parte de la capacidad de cómputo que tiene hoy cualquier teléfono, pero en aquellos tiempos y aquellas latitudes era un lujo carísimo», relata con mucha nostalgia.

Poco a poco, con mucho esfuerzo y a base de becas, fue pasando los cursos. Se convirtió en becario del departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática. En cuanto defendió el trabajo de fin de curso le contrataron como profesor ayudante. Es verdad, admite, que a mediados de los 90 los estudios de informática vivían una época de expansión. «Hoy en día no es posible contratar a un profesor ayudante si éste no ha pasado más de dos meses fuera de la institución».

Después de doctorarse en el año 2000 se convirtió en profesor titular. Compaginó sus clases con la investigación. Llanos se centró en el estudio de la computación de alto rendimiento, es decir, en sacarle el mayor partido a los supercomputadores que resuelven problemas «extraordinariamente complejos», como son la predicción meteorológica y la simulación de procesos físicos. «Hace 20 años, la supercomputación tenía que ver con grandes ordenadores en instituciones públicas. En la actualidad tiene más que ver con cómo aprovechar la capacidad de cálculo de, digamos, 20 o 30 tarjetas gráficas de las que se usan para jugar, puestas todas a cooperar en la resolución de problemas muy complejos», explica.

Hace un par de años a su labor docente e investigadora ha sumado la innovación. Ha creado, junto con Juan Antonio March –antiguo director de GMV en Valladolid–, la empresa de base tecnológica RDNest que, tal y como resume, busca «poner en valor» el conocimiento desarrollado por su grupo de investigación en la Escuela de Ingeniería Informática de la UVA. Los tres pilares sobre los que se sostiene son: el desarrollo de sistemas de localización de interiores –plataformas que permiten localizar personas u objetos en un edificio con una precisión de uno o dos metros–, la fabricación de dispositivos sensores que envían información a la nube, lo que hoy se llama el internet de las cosas, y servicios de consultoría en problemas de cálculo científico y supercomputación.

En este sentido, comenta que la empresa va muy bien y ya cuentan con «clientes importantes que confían en nosotros». Y no sólo clientes también tienen el respaldo de expertos en esta materia. Diego Llanos ha sido galardonado con el premio HiPEAC Tech Transfer Award 2018, un galardón que reconoce las iniciativas exitosas de transferencia de tecnología en Europa. «De lo que más orgulloso estoy es de haber creado algunos puestos de trabajo para estudiantes brillantes que de otro modo tal vez se habrían ido a trabajar fuera de Castilla y León», subraya el profesor de la UVA para, a continuación, afirmar que una de sus principales motivaciones es retener talento. Y lo argumenta: «Formar a un doctor en ingeniería cuesta al Estado unos 240.000 euros. Cada vez que se va al extranjero, además del desarraigo personal que supone emigrar, España pierde esa inversión que seguramente nunca se rentabilice, ni en cotizaciones a la Seguridad Social ni en la creación de riqueza».

En su opinión, la Universidad ha dado «un salto gigantesco» en producción investigadora en los últimos 40 años. Sin embargo, «como se puede ver en nuestro país, una excelente producción científica no se transforma automáticamente en riqueza y en empleo». Para ello, dice que hace falta incentivar la innovación, que no es más que la transformación de resultados científicos previos en productos y servicios.

Diego Llanos asegura que «Castilla y León es una tierra en la que se realiza investigación e innovación de calidad». No obstante, apunta que falta inversión tanto pública como privada e incentivos que ayuden a los emprendedores a arriesgar.

En el campo de la informática, el profesor de la UVA confiesa que en la Comunidad la Administración apoya «de manera decidida» la investigación básica y aplicada con convocatorias específicas tanto para los grupos consolidados que desarrollan investigación de excelencia como los grupos emergentes. A su juicio, las subvenciones para estos últimos equipos son escasas y generalistas. «Aunque ser emprendedor está de moda, las posibilidades de éxito de tres jóvenes autodidactas que desarrollan un producto o un servicio en un garaje son mucho menores que si un grupo de investigación universitario da el salto y crea una empresa de base tecnológica», señala. Una circunstancia que, según considera, no debería ser así. «Se nos olvida que Silicon Valley no se desarrolló en medio del desierto sino al lado de la Universidad de Stanford», apostilla.

Sobre RDNest, indica que ha gozado de mucha más atención por parte de la administración local. La Agencia de Innovación del Ayuntamiento de Valladolid les ayudó «de manera muy eficaz». En su camino también contaron con el apoyo de la Fundación Michelin, que incentiva la contratación de empresas de base tecnológica.

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