Diario de Valladolid

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Hogares a la carta para el envejecimiento activo

Ara González diseña una cooperativa de viviendas que equilibra el espacio privado y el compartido / El proyecto forma parte de los 40 seleccionados entre 334 trabajos de Europa del premio Mies van der Rohe. Por E. Lera

La arquitecta vallisoletana Ara González en el estudio familiar Primitivo González.-J. M. LOSTAU

La arquitecta vallisoletana Ara González en el estudio familiar Primitivo González.-J. M. LOSTAU

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Estibaliz Lera

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Quieren encarnar la segunda juventud de forma autónoma. Su idea no es acabar en una residencia de la Tercera Edad o con la única compañía de sus cuatro paredes. Los viejóvenes –personas ya jubiladas que se encuentran en perfecto estado físico y mental– buscan idear, construir y convivir en un mismo complejo residencial que combine espacios privados con zonas comunes. Un futuro próspero, digno, sostenible, amigable y feliz.

Para dar respuesta al envejecimiento activo y la vida en común, la arquitecta vallisoletana Ara González propone ‘San Junípero’, una cooperativa residencial en El Perellonet, al sur de Valencia. Traducida al plano, su idea es hacer un edificio de viviendas colectivas en el que no todas las casas sean iguales, sino que cada una de ellas sea única y tenga personalidad. Un «collage de hogares» unidos por una rampa del 4% de pendiente, la cual da acceso a cada una de las casas e incita a los usuarios a interactuar y mantenerse en constante movimiento.

«Las viviendas ocuparían una superficie de 4.000 metros cuadrados frente a los 2.500 metros cuadrados de espacio común interior. Tienen capacidad para 66 residentes y 28 invitados y se diferencian en cinco modelos: vivienda familiar con espacio para invitados; vivienda compartida con salón común; cabaña especial con todos los servicios incluidos; habitación en el jardín rodeada de espacios exteriores y utopía de la movilidad para estancias temporales», especifica para, más tarde, comentar que trata de equilibrar el espacio privado y compartido, de tal manera que cada residente encuentre su estado íntimo y tranquilo, pero al mismo tiempo facilite el encuentro.

Desde el punto de vista energético, ‘San Junípero’ trata de ser lo más autosuficiente posible. Expone que cuenta con un sistema de energía renovable por geotermia: el agua se recicla para el riego de los jardines, la producción de cultivos hidropónicos y las zonas de diversión. Además, la existencia de servicios comunes como lavandería o cocina reduce el gasto de energía en el día a día.

Respecto a lo social, señala que busca el equilibrio entre la vida privada y la vida en común. «La soledad es uno de los mayores problemas en el envejecimiento. La vida en común es una manera saludable de enfrentarse a los retos de la edad», sostiene y añade que el edificio también cuenta con zonas comunes que pueden abrirse a la población local para eventos, actividades, e incluso una guardería para potenciar el encuentro entre generaciones.

Un proyecto «pionero» que aprende de las virtudes de experimentos construidos y rechaza el convencionalismo y estereotipos. Basado en el collage y ampliación de fetiches culturales, pretende generar un complejo rico en estímulos para la vida y el disfrute. «Un edificio para celebrar el paso del tiempo y la sabiduría que supone vivir dentro de la cultura», presume. Razones que con toda seguridad empujaron al jurado del galardón de arquitectura para jóvenes talentos Mies van der Rohe integrado en el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea para incluirlo en los 40 seleccionados entre los 334 trabajos de Europa.

Formar parte de esta «estupenda iniciativa» es «un gran honor». Según reconoce, los aspectos que han podido llamar la atención para ser una de las jóvenes elegidas son tratar un tema de actualidad y el haber formalizado el proyecto aprendiendo de la historia para construir soluciones innovadoras. Todos los trabajos están expuestos en el Palazzo Mora de Venecia.

Optó por la Comunidad Valenciana por sus buenas condiciones climáticas y su cercanía al mar. «Es un lugar para veraneo de jubilados españoles y extranjeros», apunta antes de señalar que los modelos residenciales disponibles para el usuario dejan mucho que desear. Por ello, se lanzó a superar este «reto» que se podría exportar a otras ciudades. «La arquitectura todavía está en un estado incipiente de ofrecer un modelo de edificio adaptado a las necesidades específicas», expone González.

En las primeras fases del proyecto intentó investigar qué edificios similares hay en el mundo. En la periferia de la disciplina de la arquitectura, le interesan las comunidades de ocio adulto en Estados Unidos, como The Villages, donde los residentes más que comprar una casa, lo que adquieren es un estilo de vida. A través del hiperdiseño posmoderno, estas comunidades se convierten en parques tematizados de actividad continuada. De esos ejemplos, tomó el optimismo y la actividad que generan. Una investigación de campo en la que detectó que aún no son demasiado sostenibles ni autosuficientes.

También se fijó en las cooperativas residenciales surgidas en España en los últimos años, de las que le interesó la iniciativa de los propios usuarios y su compromiso por la comunidad. Por el contrario, huyó del concepto de residencia de ancianos, tipología que trabaja, por norma general, con mínimos de habitabilidad. Y es que, a su juicio, fomenta, a través de inocuos espacios, la inactividad y la depresión.

Con toda la información generó un edificio de vivienda colectiva innovador que contuviera en su interior la sabiduría sobre el habitar de la vivienda privada y que fuera capaz de generar el máximo deseo de habitar posible. No olvidó incluir ejemplos de vivienda privada de grandes arquitectos como Mies Van der Rohe, Lina Bo Bardi, Oscar Niemeyer, Antonio Bonet... Con las ideas de estos referentes y las suyas propias caminó hacia un complejo único de alta densidad entre la ciudad lineal dispersa colindante al solar y las torres de viviendas presentes en la zona de mayor densidad.

Ara González terminó la carrera con 20 matrículas de honor. Durante su formación realizó prácticas en estudios nacionales e internacionales como Patxi Mangado en Pamplona, Lacaton & Vassal en París, IDOM en Madrid y recientemente MVRDV de Rotterdam, con una beca de la Fundación Arquia. Compagina su pasión por la arquitectura con las artes plásticas. En este último ambiente artístico ha realizado cursos con pintores como Antonio López. Recientemente se ha incorporado al estudio familiar dirigido por Primitivo González, donde, junto a su hermana, Noa, y un equipo de jóvenes arquitectas, está desarrollando la Escuela de Arte de Valladolid, proyecto ganado por concurso.

Sus planes de futuro pasan por aprender a construir y, al mismo tiempo, seguir su formación en la Universidad. «Creo que es importante ser consciente de la realidad y tener un conocimiento práctico, estimulado y expandido para reflexiones teóricas», asegura González.

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