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LEÓN

El abrigo de la madera que gana años a la vida

El Inbiotec coordina un proyecto europeo para generar recubrimientos innovadores, rentables y ecológicos que buscan evitar o retrasar la degradación de este material. Durante el proceso están apareciendo nuevas especies microbianas.

Marianna Fil, Óscar Velasco, Macarena Toral, María Bravo, Iván Álvarez, Alberto Sola y Carlos Barreiro en las instalaciones del Instituto de Biotecnología de León.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Dibujan siluetas delicadas, algunas nunca atacadas gracias a su ingenio. Tal vez ese crujido tan característico alertaba sobre la invasión del enemigo o a lo mejor era el laberinto de escaleras lo que hacía replantearse el asalto. La madera es un material que se asocia a la tradición y a la falta de pretensión, sin embargo, tiene una capacidad innata para transmitir. Es el acompañante perfecto de construcciones tradicionales pero también es el mejor aliado de cubiertas vanguardistas que convierten a la madera en el material más humano.

Lo que está claro es que es el componente del futuro. Natural, elegante, resistente y reciclable. Es la base de la arquitectura y responde al clima y al paso de los años. No obstante, es necesario buscar las mejores soluciones para ganar años a la vida de este ingrediente inteligente. Investigadores del Instituto de Biotecnología de León (Inbiotec) coordinan un proyecto europeo que busca generar recubrimientos –barnices o pinturas– innovadores, rentables y ecológicos para evitar o retrasar su degradación.

ProWood –así se llama esta iniciativa– consta de dos partes. Por un lado, está la química donde la innovación radica en la formulación de los recubrimientos que, en muchos casos, llevan solventes volátiles que resultan tóxicos en la aplicación, metales pesados o compuestos derivados del petróleo. La idea, explica el director científico del centro leonés, Carlos Barreiro, es sustituirlos por componentes de origen biológico más respetuosos con el medio ambiente. Por otro, está la parte biotecnológica, que es en la que centra sus actividades Inbiotec. «Busca mejorar el conocimiento del proceso de degradación de la madera para poder utilizar antagonistas de origen biológico en su protección al inhibir la actividad de los principales microorganismos degradadores como pueden ser los hongos».

Para ello, los investigadores están trabajando en tecnologías existentes a las que se les dará una aplicación no estudiada hasta ahora, como es la protección de la madera, y también desarrollarán nuevas formulaciones más competitivas en el mercado. El abordaje del proyecto, tal y como explica, se plantea como «un embudo», en el sentido de que se parte de muchas metodologías diferentes que se pueden combinar sobre las que poder avanzar y así desarrollar nuevos barnices o pinturas. Se podrán evaluar desde distintos puntos de vista como su eficacia, su precio y su toxicidad, para en último término seleccionar unos pocos candidatos para las pruebas de campo y su explotación industrial.

En la actualidad, la investigación de la madera se centra en dos aspectos. Uno de ellos consiste en acelerarla para valorizar productos de origen vegetal. Ello se debe a que existe una enorme cantidad de compuestos formando parte de la estructura de la madera que pueden ser liberados para aplicaciones como biopolímeros –reemplazando plásticos, materiales biodegradables en traumatología o hidrogeles para la liberación de fármacos–, antioxidantes con aplicaciones farmacéuticas o cosméticas y sustancias aromatizantes, por ejemplo, furaneol que se emplea en sabores frutales, de caramelo o tostados, apunta Carlos Barreiro.

El segundo aspecto es prevenirla para evitar su degradación. En este sentido, expone que la madera no siempre se puede sustituir como sucede en retablos u obras de arte. Es interesante conseguir ralentizar el proceso de repintado, el cual supone «un gasto constante» en edificaciones de madera tan típicas en países del norte y centro de Europa. El director científico de Inbiotec afirma que el proyecto quiere reducir la presencia de compuestos tóxicos, mejorar las condiciones de aplicación e incrementar su capacidad de protección dentro de los precios que demanda el mercado. De hecho en este punto se asientan todos los trabajos con sello leonés que quieren llegar a nuevas fórmulas químicas que integren elementos biológicos que retarden o inhiban la actividad de los microorganismos que degradan la madera, eso sí, la competencia es dura, reconoce.

La iniciativa se encuentra en la fase intermedia de los tres años que abarcan su desarrollo. En este momento tienen la ocasión de probar la mezcla de soluciones desarrolladas desde la parte química con las herramientas de origen biotecnológico provenientes, principalmente, de microorganismos aislados en la localidad berciana de Villavieja, pero también de Noruega y Eslovaquia.

El consorcio de ProWood está formado por cinco socios: tres centros europeos –Inbiotec de España, Sintef de Noruega y el Instituto de Macromolecular de Rumanía–, la Universidad Técnica de Freiberg en Alemania y la empresa de pinturas turca DYO. Un equipo internacional que, en opinión de Barreiro, supone «una gran oportunidad» para intercambiar conocimientos y personal, lo que facilita realizar tareas complementarias que de otra manera serían inalcanzables.

Así, se han podido juntar a especialistas en el desarrollo de aceites vegetales modificados, compuestos alquídicos o sol-geles junto a grupos, como Inbiotec, con avanzados conocimientos en microbiología industrial y producción de compuestos de interés farmacológico. Un ahorro de equipamiento, que no es necesario duplicar, así como en formación de personal que se hace de manera interna. Esto hace, subraya, que las soluciones finales puedan incluir mejoras desde diferentes puntos de vista y con una puesta en el mercado más sencilla gracias a la implicación de una compañía del sector.

La presentación de los resultados se llevó a cabo en el castillo de Cornatel, ya que en sus alrededores es donde se tomaron mayoritariamente las muestras de madera que están sirviendo para estudiar en más profundidad el proceso de degradación natural de este material y al mismo tiempo aislar microorganismos o productos que son capaces de oponerse al proceso. «Nos estamos encontrando con auténticas sorpresas, como especies microbianas no descritas hasta el momento», subraya Carlos Barreiro, antes de avanzar que los planes de futuro pasan por la elaboración de patentes que protejan los avances obtenidos y, si los análisis económicos de los productos finales así lo aconsejan, poner estas pinturas o barnices en el mercado.

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