SORIA
Savia nueva en los pinos silvestres sorianos
El proyecto de investigación ‘Steambio’, respaldado por la UE, transforma residuos agroforestales de los montes, a través de torrefacción, en materia prima para usos bioquímicos y bioenergéticos.
La explotación y los aprovechamientos de las masas forestales de pino silvestre de las provincias de Soria y Burgos han sido el pilar económico de esta próspera comarca. Esa misma madera que ha dado de comer durante siglos a los habitantes de la zona todavía tiene filón para ser un importante recurso económico, gracias a nuevos aprovechamientos.
La búsqueda de estos es el principal objetivo del proyecto de investigación ‘Steambio’, en el que participan un consorcio de socios de cuatro países (Reino Unido, Alemania, Suecia y España), que ha comenzado a estudiar los aprovechamientos de productos químicos que se pueden extraer de los resistentes pinos sorianos y burgaleses, a través de un proceso de torrefacción, y que tienen una importante salida en el mercado, como sustitutos de los derivados del petróleo para ser utilizados por la industria.
Para ello, los socios del proyecto, que se enmarca dentro del Programa EC Horizonte 2020, de la Unión Europea, han desarrollado tecnología propia que han implantado desde hace unos meses en Duruelo de la Sierra (Soria). Se trata de una planta de tratamiento de la madera para torrefactarla, cuyo trabajo es puramente demostrativo, con el objetivo de analizar lo que sale del ‘alma’ de los pinos y el uso que se le puede dar posteriormente.
La planta funciona como una destilería, explica César Ciriano, responsable del proyecto en España. Tras un periodo de pruebas en Alemania, hasta donde se desplazaron tres toneladas de pino de Soria para realizar ensayos a pequeña escala, se colocó la planta en Duruelo de la Sierra (Soria) que, aunque su trabajo es demostrativo, realiza un tratamiento de 150 kilos de madera a la hora.
El equipo técnico que está al frente del proyecto ‘Steambio’ emplea en el proceso astillas de madera del pino que se somete a un doble proceso de torrefacción, dentro de dos cámaras y a diferentes temperaturas. En la primera soporta 140 grados y en la segunda alcanza los 300 grados. Tras el paso por las cámaras de temperatura, la madera que se obtiene tiene menos humedad, es menos pesada y a la vez ha incrementado su poder calorífico en un 30%, en comparación con la astilla normal para poder ser empleada como combustible.
Además, los técnicos, en esta fase experimental, han comprobado que la madera sella todos sus poros, lo que la convierte en hidrófuga, y ha reducido su peso, «algo muy positivo porque pensamos en su comercialización», indica Ciriano, quien también destaca de este producto su limpia combustión.
Pero el trabajo de investigación no solo ha permitido obtener un producto maderero, destinado al uso como combustible para estufas y barbacoas, sino que también las altas temperaturas a las que se somete a las astillas han permitido obtener diversos compuestos químicos. Se trata de un proceso de destilación que se consigue gracias a la elevada ebullición y la condensación, al poner la planta en funcionamiento, «exprimimos la madera y sacamos ese aprovechamiento fraccionado y por separado», diferenciados entre ellos, si el proceso se hace a alta o baja ebullición, explica la directora técnica del proyecto, Laura Hernández.
Los compuestos químicos que se han obtenido en un punto alto de ebullición han sido el furfural y los benzaldehídos, como los más destacados. Los primeros cuentan con aplicaciones importantes en la industria alimentaria, petrolera y de plásticos, así como en los pesticidas. Los segundos se emplean para potenciadores del sabor, aditivos y colorantes. Mientras que en un bajo punto de ebullición se ha extraído ácido acético y metanol. El primero tiene usos dentro del sector de la apicultura para el control de larvas y huevos, en la industria textil y el segundo se usa como anticongelante, combustible y disolvente. «Con todos estos compuestos podemos competir con la industria petrolera, pero de una manera sostenible» , asegura Hernández.
Para los ensayos se han empleado diversas materias primas, como el pellets de olivo, sarmientos de vides y las distintas partes del pino, desde la astilla, la corteza y las ramas altas, por separado y mezcladas. Aunque todavía no se han terminado de probar todas ellas, hasta ahora, las astillas del pino que crece en los montes sorianos da los resultados que se están buscando.
Pero se pensó puntualmente en el pino silvestre por su resistencia a los cambios de temperatura y su largo ciclo de crecimiento, entre los 100 y los 140 años. Es una especie que soporta bien los cambios de temperatura, y sobre todo las que son bajas, así como las plagas de insectos. Todo ello le permite acumular una cantidad importante de alquitrán, principalmente en la base del árbol.
La investigación de ‘Steambio’ ha comenzado a dar sus frutos porque ha conseguido poner en marcha un proceso que permite convertir los residuos agroforestales en materia prima estable para usos bioquímicos y bioenergéticos. Las demostraciones en la planta de Duruelo se desarrollarán hasta el mes de julio y durante este periodo, las muestras de compuestos obtenidos se remitirán a los laboratorios de universidades que colaboran en la investigación, para realizar estudios más pormenorizados de sus posibilidades.
En las próximas semanas se introducirá en la planta para estudiar su tratamiento residuos de los pinos procedentes de las copas de los árboles. A partir de verano, el equipo comenzará con el trabajo comercial, dado que la investigación tiene como meta desarrollar un modelo de negocio de aprovechamiento forestal que esté descentralizado en el medio rural. Para ello se quiere instalar una planta a escala industrial para alcanzar una transformación de 100.000 toneladas anuales. En el plan de negocio está trabajando ya una Escuela de Negocios de Escocia (Reino Unido).
En el marco de ‘Steambio’ también se ha comenzado a trabajar en un plan de aprovechamientos de los montes de Soria y Burgos. Ciriano indica que se ha elegido esta comarca castellano y leonesa, porque el Gobierno realiza una buena gestión de la masa forestal y con buen control de podas y cortas, a juicio de Ciriano.