Diario de Valladolid

PERSONAJES ÚNICOS / SALVADOR GARCÍA

El ingeniero del dinero digital

Es burgalés y está al frente de Ebury, la empresa especializada en pagos internacionales e intercambio de divisas, que cuenta con 24.000 clientes y 650 trabajadores / Está centrado en el desarrollo de nuevos productos que sigan permitiendo a las pymes crecer.

Santiago García, fundador de Ebury, en las instalaciones de la empresa.-EL MUNDO

Santiago García, fundador de Ebury, en las instalaciones de la empresa.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Sabe qué tecla tocar para convertir una idea en un negocio próspero. La eclosión de la economía digital ha elevado las matemáticas a uno de los campos de conocimiento clave para sobrevivir en el futuro. Números y más números con un fin, una meta, una solución. Salvador García trabaja en gran diversidad de temas siempre con pasión y constancia. Concibe esta ciencia como una creación artística y ama cada uno de los pasos que da. Con su talento extraordinario sabe hacia donde dirigir sus movimientos para conseguir todo lo que se propone.

Nació en Burgos y estudió ingeniería en Madrid. Reconoce que se matriculó en esta licenciatura atraído por las matemáticas y su aplicación práctica. Al terminar los estudios empezó a trabajar en el sector financiero, en concreto en hedge funds y bancos de inversión en áreas de trading propietario, lo que le llevó a mudarse a Londres en 2006. Tras tres años de aprendizaje, decidió que era momento de marcar un antes y un después. Fundó junto al leonés Juan Lobato Ebury, una compañía londinense especializada en ofrecer cambio de divisas a pequeñas y medianas empresas.

Se trata de una de las firmas del sector fintech con mayor peso en Europa. Cuenta con 24.000 clientes, está presente en 13 países y emplea a más de 650 personas. «Nuestro esfuerzo a partir de ahora está centrado en desarrollar nuevos productos que sigan permitiendo a las pymes crecer y cubrir todas las necesidades a nivel financiero en su proceso de internacionalización», expone.

Esta plataforma tecnológica que envía pagos y cobros internacionales está enganchada a todos los esquemas de pago que existen en el mundo. El último reto que se ha propuesto esta firma es dar el salto de la capital de Inglaterra y del Reino Unido, desde donde opera para todo el mundo, a Toronto. Una primera colonización a la que se sumarán otras siete. Hong Kong, Sídney y Tokio también están en sus planes. Tampoco descartan el desembarco en África.

Está búsqueda constante del talento y de la diferenciación les ha valido varios premios, entre los que destacan, el Hacking Global Health que otorga la Fundación Bill y Melinda Gates en colaboración con la Open Data Science Conference, y el galardón a la mejor iniciativa empresarial en Big Data que concede Synergic, la filial del Grupo Telefónica, por el uso de Data Science como estrategia empresarial para aplicar inteligencia artificial para la gestión de clientes, productos de crédito y cambio de divisas.

Aparte de Ebury, el burgalés ha iniciado alguna inversión como Angel Investor, también conocido como inversor de proximidad. Salvador García quiere apoyar iniciativas de emprendimiento. «Me veo reflejado en los emprendedores que se encuentran al principio del camino. Creo que puede ser de gran ayuda para ellos la experiencia que otros han tenido realizando el mismo camino», sostiene.

La sede de su negocio principal se encuentra en Londres, pero el año pasado decidió regresar a España. Su día a día se centra en su trabajo y en su familia. Tiene tres hijas, la pequeña apenas tiene seis meses, y tras llevarlas al colegio se va a la oficina para trabajar codo con codo con su equipo. Comenta que intenta estar en casa antes de que se acuesten y una vez que están dormidas, retoma el trabajo si tiene algún asunto pendiente.

Preguntado por la situación de la investigación y la innovación en España, asegura que «nos queda mucho por hacer». «Se empiezan –continúa– a ver algunas cosas buenas pero estamos lejos si nos comparamos con otras regiones de España o del mundo». En este sentido, señala que los jóvenes son los que más han sufrido «la rigidez del mercado» viéndose muchos forzados a emigrar. «En otros países no sólo la crisis económica, sino también la globalización ha castigado con fuerza a ciertos de colectivos como pueden ser los trabajadores de la industria en Reino Unido o Estados Unidos», reconoce antes de comentar que los colectivos más castigados de cada país son «muy vulnerables» y se ven atraídos por «mensajes populistas» como se está viendo en muchos lugares.

Para el burgalés, las administraciones públicas están arrancando la maquinaria para apoyar el talento y el saber hacer de sus ciudadanos. Pone como ejemplo de éxito la Estrategia Regional de Investigación e Innovación para una Especialización Inteligente (RIS3) de Castilla y León, la cual contempla actuaciones en el campo de la innovación empresarial, ciencia y liderazgo, así como en internacionalización y sociedad innovadora.

Sostiene que el emprendimiento está empezando a coger más fuerza en España. «La sociedad cada vez entiende y valora más la figura del emprendedor, así como el hecho de que arriesgar y fallar es bueno», indica el burgalés, quien tiene claro que se ha cambiado el chip porque, hasta hace poco tiempo, en España se tenía la visión de que fallar era «algo malo», pero lo cierto es que es mejor arriesgar y no tener éxito la primera vez que no arriesgar. «La sociedad está empezando a valorar ese riesgo, aunque nos queda mucho por aprender de otras sociedades».

Pese a ese cambio de pensamiento, el ecosistema –las administraciones y el sistema público– no termina de acompañar a esa transformación, apunta Salvador García, antes de sugerir que España debe apostar por «una economía más ágil» que facilite el camino y que no ponga trabas a una sociedad «que está avanzando por delante del propio sistema público». «La crisis económica ha provocado que haya más emprendimiento y sea más valorado en la sociedad, sin embargo, es el sistema público el que sigue siendo muy estático a ese avance de la economía y la innovación», concluye.

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