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LEÓN

El móvil que dispensa dinero por anuncios

Dos estudiantes de la ULE firman una ’app’ para usuarios y comercios / Los primeros podrán visualizar contenido mientras generan ingresos, y los segundos dirigir sus productos

Publicado por
Estibaliz Lera

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Clic por aquí, clic por allá. Ahora que cada vez más gente tiene acceso a Internet y a aplicaciones móviles, los anunciantes buscan nuevas maneras de llegar al público. Las grandes compañías tienen equipos humanos y financiación suficiente para romper moldes y abrirse puertas tanto físicas como digitales, sin embargo, las más pequeñas, más modestas, miran cada céntimo para poder cuadrar sus cuentas anuales y seguir ofreciendo su saber hacer a los clientes.

Y ¿cómo se puede llegar al mayor número de personas con la menor inversión posible y sin resultar molesto? A través del teléfono móvil. Todo el mundo lleva un dispositivo de estas características. Imagina que vas por la calle y recibes una notificación de alguna de tus redes sociales, sacas el móvil para responderla y al desbloquearlo descubres que esta semana toca tu grupo favorito a 15 minutos de tu ciudad; que ese juego que llevas tanto tiempo esperando está rebajado en la tienda que está a la vuelta de la esquina o que esta noche hacen descuento en el local que sueles visitar con tus amigos. ¿Y si, además, pudieras comprar una entrada para ir al cine el día del espectador, reservar mesa en el Italiano de moda, pedir cita en la peluquería del barrio o conseguir un pase para la fiesta del sábado con solamente deslizar con tu dedo la promoción? ¿Y si no sólo fuera gratuito, sino que recibieras dinero por todo ello?

Con ese objetivo nació LifeSlide, una aplicación dirigida a usuarios, locales, comercios y pequeñas empresas, con la cual los primeros podrán visualizar el contenido de su interés con tan solo desbloquear el dispositivo, mientras generan unos pequeños ingresos. Los segundos, es decir, los negocios podrán dirigir sus productos o promociones a los usuarios de forma personalizada y geolocalizada.

Juan Jesús Cembranos y David Vicente, estudiantes de la Universidad de León (ULE), son los creadores de esta herramienta que se tuvo que superar a sí misma. «Al principio el número de seguidores no era muy alto, apenas teníamos visibilidad y el círculo de amigos y conocidos estaba prácticamente cerrado», recuerdan. Pero se estrujaron el cerebro para buscar la manera de atraer a más gente. La primera bombilla que se encendió fue crear «el típico sistema de invitaciones»: un usuario invita a otro a la app y ambos obtienen una recompensa. En el caso de LifeSlide, la persona que invita obtiene un 10% de los beneficios que logra el invitado, y éste, a través de un código promocional de invitación, recibe sus primeros 0,20 dólares.

La segunda forma fue crear una clasificación mensual que premiaba económicamente a aquellas personas que más usuarios conseguían meter en la aplicación, con retribuciones de hasta 20 dólares que, al principio, salían de sus bolsillos. «Los usuarios empezaron a subir poco a poco, pero no acabamos de pegar el salto», señalan. Fue entonces cuando rompieron esquemas y saltaron a las redes sociales: empezaron a publicitarse en AdWords o Reddit Ads y en Facebook, Twitter e Instagram. «Creamos recompensas para aquellos usuarios que compartieran la aplicación con sus amigos y comenzamos a contactar con influencers tanto de Instagram como de YouTube».

En este punto, aseguran los estudiantes de la ULE, fue cuando se abrió la caja de pandora: consiguieron realmente «el boom» de usuarios. «Prácticamente de la noche a la mañana, usuarios con casi 50.000 suscriptores habían comenzado a publicar historias con un enlace a la app, y en cuestión de minutos comenzamos a tener una media de dos a cinco usuarios por minuto», cuentan muy emocionados. «No tardaron –prosiguen– en comenzar a aparecer vídeos en YouTube sobre personas que explicaban el uso de nuestra aplicación, y a día de hoy contamos con más de 120 vídeos, 30 entradas en diferentes foros y una comunidad que casi roza los 50.000 usuarios».

Las expectativas que tenían estos jóvenes era llegar a los 5.000 usuarios en febrero del próximo año, así que, tal y como reconocen, están «más que satisfechos por el momento». Eso sí, añaden que esto sólo es el comienzo y todavía tienen «mucha vida» que dar a la aplicación.

La piedra angular del proyecto son los usuarios. De hecho, comentan que con solamente tener la aplicación ya se gana dinero. Se paga 1 Live (moneda del sistema) por cada anuncio que sale, más o menos por cada desbloqueo. «Hay que dejar claro que 1 dólar es igual a 1.000 Lives. Si invitas a más amigos a usar la app tus ganancias aumentarán proporcionalmente según invites a más y más personas», destacan.

Ahí no se queda lo interesante. Sus creadores están muy orgullosos de su iniciativa, ya que las promociones que ofrecen las empresas participantes son interesantes. «Gracias a la tecnología de anuncios geolocalizados que hemos implementado, te saldrán ofertas cercanas a ti».

Pero ¿cómo surgió todo? La idea floreció en una charla que versaba sobre un chico de 17 años que había comprado una aplicación. Entre unas cosas y otras Juan Jesús Cembranos comentó que tenía una idea que le rondaba la cabeza desde hace mucho tiempo, David Vicente le escuchó atentamente, y así comenzó la aventura.

La casa de este último se transformó en un improvisado laboratorio. Tuvieron que hacer muchas pruebas hasta dar con el producto adecuado. Recuerdan que diseñaron una app que hacía daño a la vista. Mucho ensayo y error que desembocó en una aplicación «intuitiva y sencilla», donde los colores son «agradables y atractivos».

En este sentido, exponen que tanto emergía de sus cabezas que escribieron con rotuladores en todas las ventanas y paredes de la casa. Más tarde, se dividieron el trabajo. Vicente se dedicó más al aspecto técnico y de programación, y Cembranos hacía «lo que a David le daba pereza». Con el tiempo se centró en el tema del marketing y la captación de clientes. «Aunque controle poco, voy aprendiendo sobre la marcha», admite.

Dos jóvenes con ilusión y una base. Juan Jesús Cembranos quiere ser ingeniero Electrónico Industrial y Eléctrico, mientras que David Vicente sueña con convertirse en ingeniero Informático y Electrónico Industrial. De momento, lo que han conseguido –y ya es mucho– es ser emprendedores.

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