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>PERSONAJES ÚNICOS / MARÍA DEL MAR VÁZQUEZ DE PARGA

La abogada de la investigación

Es directora de Gestión del Ibsal / Por sus manos (y las de su equipo) pasan todos los asuntos que competen al único centro de Castilla y León que está acreditado por el Instituto Carlos III / Trabaja en la recopilación de la documentación para volver a conseguir este reconocimiento.

María del Mar Vázquez de Parga en las instalaciones del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca.-ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
Estibaliz Lera

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Iba para notaria pero giró hacia la gestión sanitaria. María del Mar Vázquez de Parga nació en Salamanca y estudió Derecho por tradición familiar y porque siempre sintió una atracción «muy fuerte» por el mundo jurídico. Tras licenciarse, decidió que quería dar fe del contenido de los contratos y otros actos. Para ello tenía que prepararse las oposiciones; sin embargo, sólo podía hacerlo en Béjar. «Empecé con un preparador pero cuando vi todo lo que había detrás, abandoné», expone.

Otra razón para hacerlo fue que durante el último año de carrera estuvo de Erasmus en la ciudad italiana de Bolonia. «Tenía ganas de trabajar para poder independizarme y tener la libertad de organizar mis propios horarios». Y así fue. Desembarcó en el mercado laboral. Su primer trabajo fue como directora de Gestión y Servicios Generales del extinto Insalud. Desempeñaba tareas de gestión económica, recursos humanos, contratación pública y diversos departamentos como tarjeta sanitaria e informática. Estuvo en ese cargo durante cinco años, de 1997 a 2002.

Hubo un cambio político y la destituyeron. Hizo la maleta y se trasladó a Barcelona, donde comenzó a trabajar como adjunta a la gerencia del Instituto Guttmann, un hospital monográfico de neurorrehabilitación. Desempeñó su cargo durante un año, pero decidió cambiar de trabajo. Se embarcó en una nueva aventura laboral de la mano del grupo Mapfre. Cambio la gestión sanitaria por la gestión sociosanitaria.

Pero el trabajo por cuenta propia llamó a su puerta y se convirtió en socia de una consultora en Madrid. Esta vez fue la crisis económica la que la empujó al siguiente trabajo. Se convirtió en la directora territorial de la zona norte del grupo SAR.

Un nuevo cambio de aires. Vázquez de Parga se trasladó a Extremadura, donde se incorporó como directora de Recursos Humanos. Su siguiente destino fue la ciudad del Tormes. A los dos meses de aterrizar en su tierra, se incorporó como directora de Gestión del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal), el único centro de Castilla y León acreditado por el Carlos III.

Lleva dos años como representante legal. «Manejo contratos de trabajo, convenios de colaboración, compras... cualquier asunto va con mi firma», expresa.

Por sus manos (y las de su equipo) pasan todos los proyectos a los que se presentan en concurrencia competitiva, tanto si la financiación es pública como privada. También es la vigía de los asuntos relacionados con la innovación y la propiedad industrial e intelectual. Además, revisa lo relacionado con financiación de servicios, contratos de formación, ensayos clínicos, etc.

Para Vázquez de Parga, la investigación tanto clínica como básica tiene que conseguir transferir ese conocimiento. «Tenemos muchas cosas, pero no somos capaces de que llegue a los pacientes», lamenta la salmantina, quien considera que en la actualidad la concienciación ha llegado a los investigadores que sí que buscan publicar y proteger sus resultados para intentar llegar a comercializarlos. «Y si hubiera un retorno económico, pues volver a invertirlo en investigación».

Desde el Ibsal, manifiesta, trabajan «muy en línea» con la Consejería de Sanidad, que ha creado el departamento de innovación. «Tenemos que concienciarnos de primero proteger lo que hemos descubierto y después publicarlo. Hacer ambas cosas. No son contrarias la una de la otra», insiste.

Es la tercera persona en ocupar este puesto y las principales diferencias con sus antecesores son, tal y como admite, la formación y la época. En su caso, dice que su formación jurídica la está permitiendo atender cuestiones relativas a la creación de una fundación propia, el nuevo órgano que gestionará toda la investigación del instituto. «Cuando se inauguró en 2011 se decidió que lo gestionara una fundación que ya existía en Soria, pero ya no es posible debido a la carga de trabajo del Ibsal».

24 meses han pasado desde que cogió el timón. En todo este tiempo ha encontrado y nombrado a la persona que coordine la Unidad de Innovación. También el centro ha participado en diversos cursos en Valladolid y Salamanca sobre patentes y marcas, organizados por el Sacyl y la Usal. Incluso, cuenta orgullosa, el instituto salmantino ha sido el organizador de cursos propios de propiedad industrial e intelectual en patentes.

La directora de Gestión del Ibsal está contenta por haber avanzado en las relaciones con el Sacyl e incluir la innovación como una de las líneas del plan estratégico de investigación, que tendrá vigencia hasta 2021.

Su día a día se pasa entre papeles porque ya están preparando la documentación para poder reacreditarse con el reconocimiento de instituto de excelencia en febrero de 2019. No hay que olvidar, subraya, que han crecido «exponencialmente» tanto en financiación como en número de proyectos. «Tenemos 900 investigadores adscritos y en 2016 logramos más de 40 proyectos», indica.

Preguntada por la investigación y la innovación en Castilla y León, sostiene que «se da» todos los días en los hospitales. «Ellos no se dan cuenta de que lo que hacen se puede proteger, incluso llegar al mercado. Es increíble las cosas que idean los enfermeros, fisioterapeutas, médicos y auxiliares de enfermería. Con la crisis económica todos nos hemos vuelto mucho más creativos», reconoce.

Asegura que una de las «asignaturas pendientes» es que más jóvenes se dediquen a la investigación. Y más ahora que, según comenta, se está saliendo «poco a poco» del bache. «Cuando era directora de Recursos Humanos era una época de vacas muy, muy flacas y ahora no es que estemos en las vacas gordas, pero hay movimiento», sentencia la salmantina.

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