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Pastoras en tiempos de YouTube

Un grupo de ganaderas arrasa en internet con su versión rural de ‘Despacito’ / Acumula más de 310.000 visualizaciones.

-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Crían y ordeñan sin descanso. Lideran explotaciones, silenciadas siempre entre las paredes del campo. Llevan el territorio y la ecología en su ADN. Son «flores de un color especial, natural, con ganas de luchar». Son Ganaderas en Red, un grupo de 130 pastoras de toda España –40 de Castilla y León– que alza su voz en las redes sociales con la firme misión de reivindicar el papel de la mujer en la ganadería extensiva.

Su vehículo: internet. Han encontrado en YouTube, el escaparate perfecto para llegar al mayor número de personas. A todos los que están detrás de la pantalla quieren transmitir que «hay otra vida fuera de la ciudad» y que no quieren ser «un cero a la izquierda» porque trabajan «para que a la mesa llegue la naturaleza». Para viralizar su mensaje han realizado una versión rural de Despacito, el éxito del cantante Luis Fonsi. Con este vídeo quieren reivindicarse y, a la vista del éxito –más de 310.000 visualizaciones en unas pocas semanas–, lo están logrando.

Cientos de clics que, además de concienciar a la sociedad, han dado una «gran alegría» a los miembros de este grupo de WhatsApp. El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) le ha concedido el premio extraordinario de Excelencia a la Innovación de Mujeres Rurales 2017. Un galardón que se convierte en un «paso muy grande» para continuar en la lucha: llegar a las administraciones para que conozcan «de verdad» sus problemas.

En tan sólo una tarde, una de las chicas de Ganaderas en Red, Charo García, escribió la letra que canta Arancha Pérez, pastora de la localidad leonesa de Llamas de la Ribera. Del montaje audiovisual, que mezcla instantáneas de ganaderas de todos los rincones del país, se encargó la vallisoletana Lucía Fernández, la hija de una de las integrantes del colectivo, Yolanda Sampedro –que, a pesar de no tener animales a su cargo, apoya a las que sí que los tienen–. Una hazaña «nada sencilla» porque la idea inicial, según cuenta, era que cada una se grabara cantando un trozo de la canción. El día a día de las pastoras es muy intenso, así que resultó imposible y se optó por crear una historia de poco más de cuatro minutos que narrara su vida.

El resultado no puede ser mejor y eso que se forjó dentro de un coche: «Mi madre y yo fuimos a grabar la voz a Arancha y como tiene que salir con las ovejas, pues nos tuvimos que meter en su coche y rezar para que el rebaño se mantuviera en silencio», cuenta muy emocionada esta estudiante de cine que, a pesar de haber hecho ya sus pinitos en el mundo audiovisual, nunca había realizado un trabajo con tantísima repercusión. «No me imaginé que fuese a llegar tan lejos, incluso ha salido en los telediarios», señala sorprendida.

Ha saltado de sus círculos a toda España y parte del extranjero. Charo cuenta que en Bruselas y Francia conocen su sentir gracias a este vídeo que apareció en el grupo de WhatsApp de la mano de Almudena. Todas coincidieron que era muy buena idea y la maquinaría empezó a funcionar. No es para menos, ya que cada nota, cada letra, cada sonido refleja la esencia de mujeres que, «ni son tontas ni son paletas», sino «gente que ama el medioambiente y lo cuida». Aunque quieren abrir el mayor número de puertas, sobre todo, quieren llegar a la cabeza y al corazón de todas esas personas que son escépticas con su trabajo. «Nos achacan que explotamos animales y que no les tratamos bien. Todo lo contrario», afirma alto y claro Arancha, una asturiana que se dedica, «por vocación», a la ganadería extensiva.

Ella, junto a su esposo Amador, lleva 1.400 ovejas y medio centenar de cabras. Tiene 36 años y desde que tiene uso de razón ha estado enamorada del campo y de los animales. «No sabía que me quería dedicar a la ganadería, pero tuve la suerte de conocer a mi marido y aprendí todo del oficio». De su tierra natal se trasladó a Andorra, donde vivió hasta los 14 años. Su siguiente parada fue León y allí se quedó. Su vida no es la misma que la de una chica de su edad. Ni tiene vacaciones ni días libres y es que los animales tienen que comer todos los días. Así que esta asturiana que desprende energía por los cuatro costados sabe perfectamente que la Navidad no es como en cualquier casa: «Estamos de un lado para otro resolviendo cosas».

Ganaderas en Red es mucho más que un proyecto; es un compañero de viaje, un amigo, un veterinario, una luz en un túnel muy oscuro... Es un grupo donde «no te llegan al móvil cientos de mensajes vacíos», sino conocimiento, compañía y amistad. Todas caminan hacia el mismo lado. Y se nota. «Me gusta mucho el ambiente. Es interesante porque compartes experiencias, te cuentas tu día a día y si tienes algún problema, por ejemplo, con los corderos pues lo expones y muchas veces encuentras mejores soluciones que las que te puede aportar un profesional, porque hay que gente que lleva toda la vida en esto», señala.

Las edades de los miembros de esta idea, que se empezó a gestar en noviembre de 2015, van desde los 17 a los 60 años. Un abanico que recoge desde las ilusiones de jóvenes que aunque no tienen cabaña propia quieren formar parte de la ganadería extensiva hasta mujeres que siguen luchando como el primer día por sus animales. Con esta herramienta no se sienten solas en territorios «despoblados y olvidados», que tanto necesitan a «una ganadera a cielo abierto» que aporta miles de pinceladas, de matices, mamados de sus madres y abuelas.

Charo no ha sido nominada a los premios Planeta, ni siquiera hace de la escritura su oficio. Regresó a Villarino de Sanabria, en Zamora, en 2003 después de muchos años en Madrid trabajando como secretaría en una mensajería. «Mi vida era muy estresante y tenía el concepto de niña de que aquí se trabajaba fenomenal». Hizo las maletas y cambió el traje por el mono y el ordenador por una cachava. Con sus compañeras de trabajo, 400 ovejas, se topó con la realidad. «Es bonito pero no es tan maravilloso como me lo imaginaba», asegura.

Está contenta de su decisión, si bien quiere que la mujer se haga visible en un mundo de hombres. «No somos el sexo débil». Ni mucho menos. La zamorana trabaja como la que más y aunque las letras podrían ser lo suyo, prefiere mostrar su saber hacer en su explotación. Y gracias a esta «ventana abierta al mundo» quiere no sentirse «impotente» ante las decisiones que toman los políticos sin valorar las consecuencias y enseñar a los demás que los animales que se comen tienen un duro trabajo detrás. Un colectivo que dará mucho que hablar porque tienen en mente varios proyectos y vídeos, pero no quieren desvelar nada para causar, al menos, el mismo impacto que su particular versión de Despacito.

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