Diario de Valladolid

PERSONAJES ÚNICOS / MARÍA SALGADO

Educadora de las células del sida

La bióloga salmantina estudia el desarrollo de tratamientos destinados a la erradicación del VIH sin recurrir al trasplante de células madre / En julio recibió el premio Dominique Dormont, que entrega el congreso de la Internacional AIDS Society.

María Salgado, investigadora de Salamanca, en un laboratorio.-EL MUNDO

María Salgado, investigadora de Salamanca, en un laboratorio.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Es una combatiente con un conflicto muy especial. En su particular guerra no existen los fusiles ni los cañones, pero sí la educación. Su meta es erradicar los escondites del sida y curar la enfermedad con una vacuna que enseñe al sistema inmunitario a destruir las células afectadas. María Salgado decidió que el camino que debía tomar para llegar a esta meta pasaba por estudiar Biología. Cursó los tres primeros años en su ciudad natal, Salamanca, y después se trasladó a la Universidad Complutense de Madrid, donde acabó de enamorarse de esta carrera que no eligió «por salidas», sino por la pasión que despierta cada una de sus enseñanzas.

Tras licenciarse, logró una beca de colaboración para trabajar en el departamento de Genética y ahí conoció de cerca «lo duro pero a la vez bonito» que puede llegar a ser el mundo de la investigación. Tanto se enganchó a él que decidió ir a por todas y empezó su tesis doctoral en el Hospital Carlos III. Con este equipo descubrió los factores que están asociados a controlar naturalmente la infección, ya que alrededor del 5% de los pacientes puede mantener a raya el virus por sí solos, sin necesidad de tratamiento, aclara.

En 2010 obtuvo el doctorado y decidió cambiar de aires. Se plantó en Estados Unidos, en concreto en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, una de las más prestigiosas en medicina del mundo. Allí vivió alrededor de dos años y continuó el camino que inició en la capital de España: «Seguí mi investigación en pacientes que controlan la infección combinándolo con estrategias de curación de la infección –reactivadores de latencia, intensificaciones de tratamientos, etc–». Con el conocimiento en la maleta y muchas ganas de continuar subiendo escalones para llegar a la cima, regresó a Barcelona a IrsiCaixa, donde lleva cinco años trabajando en el grupo del doctor Javier Martínez-Picado.

Su empeño es evaluar la persistencia del VIH en las células a pesar de un tratamiento antirretroviral efectivo. De manera habitual, explica, este tratamiento inhibe la replicación del virus y hace que los pacientes puedan vivir con salud por mucho tiempo. Sin embargo, este virus –continúa– es aún detectable dentro de las células y se denomina reservorio viral. «Nosotros estudiamos la localización de estos reservorios virales y sus consecuencias ya que constan de virus que permanecen latentes en el organismo, y como no están activos, ni el tratamiento ni el sistema inmunitario pueden detectarlos ni destruirlos», indica y añade que son el motivo de que nunca puedan dejar de tomar la medicación. Y es que el reservorio despierta y se multiplica de nuevo. Por ello, trabaja en estudios clínicos centrados en el desarrollo de intervenciones terapéuticas destinadas a la reducción de los reservorios y a la erradicación de la enfermedad. Además, comenta que su grupo de investigación lidera el primer consorcio de trasplante alogénico con células madre en pacientes con VIH, opción que puede suponer «un gran avance» en este campo.

De hecho, cuenta que la única persona que se ha curado en el mundo de sida es el llamado paciente de Berlín, una persona infectada por esta patología y que tenía leucemia. En 2008 se sometió a un trasplante de médula ósea para curar el cáncer, y las células madre que le trasplantaron tenían una mutación que las hace «inmunes» al VIH, cuenta. Esto hizo que se curara y a día de hoy sigue sin detectarse nada de virus en su organismo. En su caso, además de la mutación, se centran en otros factores para ver de qué manera podrían reproducirse en otras personas infectadas pero sin tener que someterlas a un trasplante de células madre. «El problema de esta intervención es que tiene un alto riesgo de mortalidad –aproximadamente un 50%–, por lo que sólo se puede aplicar a personas que tienen un cáncer y no disponen de otra opción terapéutica posible», señala Salgado.

Respecto a la investigación y la innovación, opina que los presupuestos del Estado deberían ir dirigidos a que el país se siga desarrollando, y para eso se necesita «avanzar en salud y tecnologías». «El hecho de invertir en conocimiento sin que dé un beneficio económico instantáneo es algo que socialmente aún no está asimilado», expone para, a continuación, señalar que algunos bancos, empresas y mecenas están empezando a invertir de manera privada, aunque no tanto desde los gobiernos. «Todo esto desemboca en el gran problema que tiene todo investigador, que es que dedica una gran parte de su tiempo a la búsqueda de dinero tanto para su salario como para realizar los proyectos. A la vez, debido a la falta de recursos, la competitividad es enorme y personas con un curriculum impresionante y muy valoradas en países de Europa y Estados Unidos son incapaces de volver a España consiguiendo un contrato público», lamenta la investigadora salmantina.

En su opinión, la sociedad sí que valora el talento, prueba de ello es la admiración por los avances tanto en tecnología como en medicina, si bien «no hay suficiente concienciación» del tiempo, la inversión y el esfuerzo que requiere esa innovación. En su caso, ha tenido un aliciente para continuar. En julio recibió el premio Dominique Dormont, que entrega de forma anual el congreso de la Internacional AIDS Society. Un reconocimiento «muy emotivo», ya que la asociación está presidida por la doctora Françoise Barré-Sinoussi, una de las personas «clave» para controlar este virus, por lo que es «un orgullo» para cualquier investigador, concluye María Salgado.

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