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VALLADOLID

Las regiones polares se alían con la luna

Investigadores de la UVA miden los aerosoles en el Ártico y la Antártida para estudiar el cambio climático.

Ramiro González, Ángel de Frutos, Cristian Velasco y David Mateos en las instalaciones de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid.-PABLO REQUEJO

Publicado por
Estibaliz Lera

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El Ártico y la Antártida son las zonas más duras e inaccesibles del planeta. En ellas se encuentran enterradas las ilusiones y ambiciones de muchos aventureros que quisieron desnudar estos lugares para conocer más sobre ellos. Muchos perecieron en el intento y otros se quedaron congelados mientras perseguían su sueño de convertirse en los primeros en poner la bandera de la conquista en los hielos polares. Y es que descubrirlos a fondo es más una necesidad que una opción.

Investigadores del Grupo de Óptica Atmosférica (GOA) de la Universidad de Valladolid (UVA) participan en un proyecto en el que van a implementar tres estaciones permanentes, dos en áreas árticas y una en área antártica, con varios tipos de instrumentación óptica. Su trabajo habitual consiste en establecer propiedades de diversos componentes de la atmósfera, en especial los aerosoles –partículas sólidas o líquidas en suspensión en la atmósfera, como por ejemplo el polvo subsahariano que hubo hace unos días en Valladolid–.

«Estas medidas son relevantes en la calibración de imágenes por satélite, en la influencia en la salud humana o incluso en el cambio climático, ya que el papel de los aerosoles en el balance energético de la atmósfera es todavía desconocido por su tremenda complejidad», explica Ángel de Frutos, responsable superior del proyecto.

Con esta iniciativa, dotada con 260.000 euros, han podido, entre otras cuestiones, adquirir un segundo fotómetro solar en el Ártico y uno en la Antártica que como novedad utiliza la última tecnología para poder hacer las mediciones durante la noche y en invierno y obtener con ello datos «más precisos y detallados» que antes no existían, sobre todo en estas zonas donde la luz solar escasea.

Y es que, tal y como indica, las medidas fotométricas se realizaban hasta ahora con un fotómetro solar, es decir, se medía a nivel del suelo la radiación solar, y previo conocimiento de cuál es dicha radiación fuera de la atmósfera, inducir qué le pasa a la luz durante la travesía y, de ahí, cuáles y cómo son los componentes atmosféricos en general, y los aerosoles en particular.

Este procedimiento tiene la particularidad de que, obviamente, no puede usarse de noche. Pues bien, este equipo vallisoletano ha puesto en funcionamiento una tecnología que permite la misma operación usando la luna como fuente. «Para nuestras latitudes, la antigua tecnología exclusivamente solar inducía agujeros en las series de medida durante la noche, lo que no es excesivamente grave ya que son algunas horas. Sin embargo, en las latitudes polares, las noches duran meses, por lo que este nuevo método resulta muy útil», expone De Frutos.

Hay que tener en cuenta que la peculiaridad reside en que el Ártico es un lugar accesible, mientras que la Antártida no lo es tanto. De hecho, para establecer esta tecnología allí, los investigadores de la UVA necesitan establecer colaboración con sus colegas argentinos y finlandeses. Ahora mismo se encuentran en conversaciones para implementar la tecnología durante la noche polar.

La estación de Svalbard de Noruega es donde se va a colocar el segundo fotómetro solar de la UVA en el Ártico, que completa el de la isla de Andenes, al norte de Noruega. El tercero se instalará en la base argentina de la Antártida, ya que permanece abierta de forma permanente a diferencia de la española que cierra durante los meses de invierno.

No es el único grupo que trabaja en un proyecto de estas características, pero sí que son pioneros en implementar medidas nocturnas en latitudes polares «de forma sistemática» con estaciones permanentes. Y es que, tal y como señala, la utilidad más notable de este tipo de información no viene de campañas puntuales de medida sino de la obtención de series largas y continuas.

«La medición de los aerosoles en estas áreas de gran interés al ser zonas de gran sensibilidad, de donde obtienen datos que ayudan a entender los cambios que producen estas partículas cuando atraviesan la atmósfera y su repercusión en el cambio climático», subraya, antes de informar de que la iniciativa se desarrolla gracias a que está integrada en la red Aeronet, coordinada por la NASA con la colaboración de la Universidad de Lille (Francia).

Esta red cuenta con 500 fotómetros en el mundo, quince de los cuales son de la UVA, que son calibrados de forma estándar. De hecho, en la azotea de la facultad de Ciencias llegan todas las semanas fotómetros de todo el mundo para ser ajustados, tras un año de trabajo en su lugar de origen. La información que aportan es utilizaba por la NASA, que puede acceder a ellos desde cualquier parte del mundo, porque son accesibles y gratuitos.

El proyecto, que tiene una duración de tres años y se encuentra en el primero, es un balón de oxígeno para el grupo que lidera Ángel de Frutos, junto con Victoria Cachorro y Abel Calle, además de otros siete investigadores más jóvenes. De cara al futuro, manifiestan que en lo inmediato, por supuesto, van a consolidar las estaciones y profundizar aún más en la colaboración con la NASA dentro de la red Aeronet.

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