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PERSONAJES ÚNICOS / ADRIÁN FERRERO

El economista de la genética

Este emprendedor leonés es socio de Biome Makers, una empresa que ‘lee’ los microbios de la viña para dar con el mejor vino. Comenzó su andadura laboral como becario en Acciona y es socio de una consultora de financiación pública

El economista Adrián Ferrero en el Parque Científico de la Universidad de Valladolid.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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Es el coraje hecho persona y el más firme defensor de las ideas propias. Sin saberlo, marca un camino de lucha por los sueños, en el que habrá victorias y fracasos, algunos de ellos, insalvables. Tiene un trato cortés y cordial con quienes se relacionan con él. Sabe escuchar y en el trabajo se comporta de manera paciente y reflexiva. Es de los que piensa que un equipo con talento es una victoria segura. Por ello, siempre va con los ojos muy abiertos para encontrar esa ‘chispa’ que le demuestre que la persona que tiene enfrente debería formar parte de su familia laboral. Adrián Ferrero, de 36 años, es un emprendedor con serenidad economiable y un dominio total de la situación. Pisa con fuerza y culmina los retos que se impone.

Estudió Economía en la Universidad de Salamanca (USAL), con un Erasmus en Finlandia y un máster en Gestión y Auditorias Medioambientales. Reconoce que el camino más fácil hubiera sido aferrarse a un sillón en un banco o en una constructora, sin embargo, su espíritu rebelde le empujó a mirar más allá y buscar un sitio donde la creatividad estuviera a la orden del día. Aunque nació en Bilbao, con sólo cinco años se trasladó a la localidad leonesa de La Bañeza. Allí, remó a contra corriente: si los niños se apuntaban a fútbol, él optaba por yudo. Poco a poco, se forjó como persona y siempre con un aliado, amigo, compañero y socio: Alberto Acedo.

Su primer contacto con el mundo laboral fue como becario en el grupo Acciona. De ahí pasó a Fundingbox, una consultora de financiación pública, en la que tenía como principal tarea ayudar a las empresas a conseguir fondos públicos del Ministerio o de la Comisión Europea. «En este lugar empecé a desarrollarme como experto en financiación», comenta. De hecho, en la actualidad es socio. Una situación que le sirvió para mantenerse económicamente mientras lanzaba uno de sus grandes proyectos: AC-Gen Reading Life, un centro de diagnóstico genético focalizado en cánceres hereditarios mediante el uso de ultrasecuenciación de ADN.

En este sentido, Ferrero reconoce que si las administraciones públicas les hubieran ayudado en su momento, este centro con sede en el Parque Científico de la Universidad de Valladolid (UVA) podría haber dominado el mercado internacional del diagnóstico genético. «La falta de tracción y apoyos no permitieron que pudiéramos desarrollar músculo financiero y unas barreras de entrada adecuadas para seguir creciendo», sostiene, resignado. En la actualidad, la empresa sigue su camino con clientes fieles y satisfechos.

En 2009 fundó Prevema Gestión Integrada, junto con Susana García. Un negocio dedicado a la gestión medioambiental, control de calidad y prevención de riesgos laborales de las empresas. Aunque pusieron mucha ilusión en el proyecto, el «carácter local» hizo que fracasara. Sin embargo, el leonés no se achantó en ningún momento. Ni mucho menos. A día de hoy lo guarda como una experiencia más en su camino hacia el éxito. En 2010 puso en marcha Economistas de la Innovación, con sede en La Bañeza. A nivel personal, es un apasionado de los deportes al aire libre y durante nueve años ha presidido el Club de Montaña Teleno. Compatibiliza sus quehaceres diarios con sus dos niños y la montaña.

Su gran proyecto es Biome Makers, una empresa que estudia las comunidades microbianas con una dirección concreta: el ámbito agrícola y alimentario. «Nosotros determinamos quién influye en la productividad de las plantas a nivel bacteriano y fúngico», explica. Y lo hacen a través de la tecnología WineSeq, una plataforma genómica basada en la ultrasecuenciación de ADN, que permite monitorizar las comunidades microbianas que interactúan a lo largo del proceso de la vinificación desde la cepa hasta la botella. «Sabemos decir cuántas enfermedades tiene el viñedo, cómo tratar esos riesgos y los sabores tradicionales», sostiene Adrián Ferrero.

El laboratorio cuenta con 180 clientes de 19 países diferentes. Tras haber desarrollado la tecnología en California, hace unos meses trasladaron el grueso de sus operaciones a Valladolid. «Somos muy cabezones y luchamos por cambiar el mundo. Si nosotros, los castellanos y leoneses, no luchamos por cambiar nuestra tierra, nadie lo hará», asegura.

Llegaron al sector porque detectaron la forma de resolver un problema de los viñedos. Y participar en el programa de aceleración Ilumina, les convirtió en la primera empresa no estadounidense que entra en esta iniciativa, que reúne ideas punteras provenientes de todos los rincones del mundo. «Nos seleccionaron porque éramos unos emprendedores de manual: un economista y un científico, pero, además, contábamos con muchos alicientes: nos conocíamos de toda la vida, éramos capaces de enfrentarnos a problemas y habíamos sacado los proyectos adelante. También la idea les fascinó», relata el leonés.

Ferrero considera que en España se dan «muchas palmadas en la espalda», pero no se apuesta por promover iniciativas. Todo lo contrario que en Estados Unidos, donde, tal y como señala, cuentan con mecanismos para detectar e impulsar el talento. Considera que la clave está en buscar estrategias mixtas. Por otro lado, comenta que los inversores en España «no dan margen de maniobra» al emprendedor hasta «ahogar» la propia iniciativa. «Muchas veces cuando se pivota es cuando se acierta y aquí está limitado».

Pone su experiencia como ejemplo y señala que las administraciones públicas les «abren las puertas» más ahora que ya tienen un nombre y unos recursos que cuando empezaron. «Eso no está bien», opina, antes de destacar que en España hay mucho talento, pero está repartido por todo el mundo.

Respecto al mercado laboral, sostiene que cada edad tiene sus barreras. Los mayores cuentan con experiencia, pero no quieren reciclarse y salir de su zona de confort. Los jóvenes, por su parte, les falta experiencia y, en ocasiones, «motivación». Para Ferrero, lo fundamental reside en «no encasillar» a las personas. Y es que este leonés es un amante de los números que disfruta con su trabajo a pesar de estar alejado de la rutina de la mayoría de los economistas. Su día a día se mueve entre pipetas, viñedos y, por supuesto, balances.

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