Diario de Valladolid

LEÓN

Los vigilantes de la...estratosfera

Un grupo de la ULE investiga el uso de pseudosatélites para la Agencia Espacial Europea / Estos aparatos expanden las redes de las comunicaciones actuales hasta los sitios más remotos.

Luis Alberto Escapa, Diego Domínguez, Jesús Gonzalo, Adrián Celada, Deibi López y Kevin Arias en las instalaciones de la Universidad de León.-EL MUNDO

Luis Alberto Escapa, Diego Domínguez, Jesús Gonzalo, Adrián Celada, Deibi López y Kevin Arias en las instalaciones de la Universidad de León.-EL MUNDO

Publicado por
Estibaliz Lera

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Son aviones ligeros y esbeltos, propulsados por energía solar y controlados automáticamente. Los pseudosatélites son los vigilantes de la estratosfera. Allí, se mueven como peces en el agua y extraen información de todo lo que acontece a su alrededor. Pero, ¿cómo tienen que ser y qué misiones tienen que llevar a cabo para que sus viajes sean rentables para la Agencia Espacial Europea?

La respuesta a esta pregunta es lo que intentan averiguar el grupo en Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de León (ULE). El proyecto Happiest dirigido por Jesús Gonzalo investigará «en detalle» aquellas aplicaciones en las que estos aparatos pueden aportar servicios útiles a las comunicaciones, observación de la tierra o navegación. Para ello, incluirá una fase de diseño de vehículos y misiones que justifique su viabilidad, de forma que se complementen los actuales servicios disponibles a través de satélites o redes terrestres.

En este sentido, apunta que, por ejemplo, una imagen de satélite puede usarse para detectar una embarcación en actitud sospechosa cerca de la costa, sin embargo, estos dispositivos producen muy pocas imágenes al día, la mayoría de las veces una sola. Pues bien, el director de este equipo leonés manifiesta que los pseudosatélites permiten una observación continua de la zona, como si fuera un sistema instalado en la costa, pero colocado a mucha más altura; es decir, con mejor visibilidad.

En su opinión, la innovación se encuentra en que la estratosfera no se ha explotado desde el punto de vista comercial. «Se lanzan globos de sondeo meteorológico todos los días, pero descienden al poco tiempo de tomar las medidas», sostiene Gonzalo, quien agrega que la razón es porque en esta zona queda muy poco aire, y por lo tanto los aviones convencionales, al ascender tan alto, acaban ‘ahogándose’ al quedar sin aire sus motores, de forma similar a lo que siente un alpinista al subir una montaña. Además, esta falta de aire significa que es necesario un gran avión o dirigible para sostener el peso de los instrumentos.

No obstante, considera que este inconveniente se traduce en una ventaja: «Al haber poco aire la resistencia aerodinámica al vuelo es menor, el viento es flojo y constante y el sol muy intenso durante todo el día, puesto que las nubes quedan por debajo».

Recreación de un pseudosatélite utilizado en el proyecto de investigación.

Siguiendo esta premisa, los aviones que subirán a explorar este espacio, tal y como afirma el investigador, tendrían que ser autónomos y muy grandes. «Sólo las actuales tecnologías de paneles solares y baterías, así como los modernos materiales compuestos por uso aeronáutico, permiten implementar este tipo de misiones».

Para Jesús Gonzalo, la peculiaridad radica en que es un sistema regional o local, no global como los satélites. Y, según subraya, mucho más barato. «Habrá radares en los sitios donde abunden las nubes o se desee observar durante la noche. Habrá sistemas de banda ancha en sitios remotos en los que las infraestructuras de tierra no existan, y se colocarán cámaras infrarrojas donde interese la detección de incendios forestales», avanza.

La tecnología, según simplifica, se basa en materiales muy ligeros que permitan alas de entre 20 y 50 metros de longitud, o dirigibles de 100 metros de eslora y 30 de manga. Asimismo, llevarán telas sintéticas de gran resistencia y durabilidad, así como paneles solares flexibles y baterías de gran capacidad y bajo peso que alimentan los motores de noche. «La instrumentación tendrá que ser de calidad espacial y resistente a la radiación», apostilla.

Este grupo de investigación lleva años esforzándose en la conquista de la estratosfera y, recientemente, ha sido seleccionado para participar en este proyecto internacional, en el que también colaboran empresas como Thales Alenia Space España, Deimos Engenharia en Portugal y Airobotics en Alemania.

El director del grupo de investigación de la ULE asegura que los pseudosatélites podrán expandir las redes de comunicaciones actuales hasta lugares remotos o de orografía complicada; incrementar notablemente los anchos de banda de zonas concretas; cubrir regiones sin infraestructura terrestre o restablecer en minutos conexiones críticas que han sido dañadas.

Las capacidades de observación también abren, reconoce, un gran abanico de posibilidades. El primer ejemplo es la toma de imágenes de «altísima resolución» –las cámaras están mucho más cerca que la de los satélites–, «esencial en labores de vigilancia y aplicaciones de seguridad». El segundo es la observación persistente que, a su juicio, podría habilitar la obtención de vídeo sobre zonas de interés como el escenario de una catástrofe natural. «Un satélite tiene un coste multitudinario justificado por el gran número de clientes potenciales alrededor de un globo; un pseudosatélite posee cobertura limitada, pero con un coste menor», reconoce Gonzalo.

En un plazo de un año, el investigador confiesa que la Agencia Espacial Europea dispondrá de un catálogo de servicios con nuevos conceptos en la frontera entre el espacio cercano y la alta atmósfera. Tras esto, se establecerá un programa de desarrollo y se usará un escenario concreto para realizar la prueba de concepto, donde se exploten los servicios más prometedores. Entonces, dice se pasará al plan de comercialización. «Aunque pueda parecer un proceso lento, se barajan calendarios de dos o tres años». 

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