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PERSONAJES ÚNICOS / ERNESTO BERGES

El dibujante de sonrisas ‘sin papeles’

Este odontólogo salmantino abrió su clínica en plena crisis / En ella ofrece tratamientos punteros que ha aprendido de la mano de profesionales como Istvan Urban o Giovanni Zucchelli / Cuenta con tres posgrados y más de 100 cursos de especialización

El dentista Ernesto Berges en las instalaciones de su clínica en Salamanca.-ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
Estibaliz Lera

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Tenaz e inagotable. El optimismo es su naturaleza, incluso ante las causas que todos dan por perdidas, por eso siempre tiene una sonrisa dibujada en su rostro. Ernesto Berges cuenta con dos cualidades que no le abandonan: sentido de la oportunidad y olfato para el talento. Este salmantino se trasladó a Madrid para estudiar Odontología en la Universidad Alfonso X el Sabio. Allí se entrenó en unos valores que le han acompañado –y le acompañarán– el resto de su vida: juventud, modernidad y corazón.

Tras licenciarse, volvió a su ciudad natal para forjarse como profesional. Sus primeros pasos los dio en la clínica familiar, trabajo que compaginó con un posgrado en Ortodoncia en la Universidad de Sevilla. Echa la vista atrás y reconoce que fueron momentos muy duros, porque cada miércoles durante año y medio tenía que salir de trabajar sobre las siete de la tarde y conducir hasta la capital hispalense. «Cinco horas por una carretera que no era como la de ahora». Sin embargo, sus ganas de ahondar más y más en los conocimientos para ‘dibujar’ sonrisas perfectas le hicieron no rendirse nunca.

Después, realizó otros dos posgrados: uno en Implantología en la Universidad Complutense de Madrid, y otro de Experto Universitario en Periodoncia por la Universidad Europea de Madrid. Con la mochila repleta de información, decidió dar el paso más importante de su vida: montar una clínica dental. En principio, una decisión que toman muchas personas en estos tiempos, pero Berges contó con una pesada losa que tendría que derribar con su trabajo: la crisis. Su negocio se inauguró en 2011, uno de los ejercicios más calientes de la recesión. «Todo el mundo me decía: ‘Estás loco’». Todos excepto su padre, médico de profesión, que le comentó: «‘Los clientes llegarán con calidad y trabajo duro’».

Y, efectivamente, según pronosticó su progenitor, los clientes llegaron. No obstante, no todo fue fácil para el dentista salmantino. El arranque fue complicado porque sus ahorros, los de su familia y el préstamo del BBVA estaban puestos en un sueño con futuro incierto. Un futuro que ya se vislumbra mucho más nítido gracias a sus pacientes satisfechos. «Ellos son mi mejor marketing», subraya.

Pero todo trabajo bien hecho tiene unos cimientos bien anclados que lo sustentan. Ernesto Berges cuenta con más de 100 cursos de especialización que ha realizado a lo ancho y largo de la geografía española. «He hecho cursos en todas las provincias, excepto en Almería». Además, también ha estado durante semanas en contacto con profesionales reconocidos de Italia, Suiza y Hungría. Por ejemplo, aprendió regeneración ósea de la mano de uno de los maestros de este arte: Istvan Urban. Con él estudió paso a paso su técnica que, en su opinión, es ardua pero única en el mundo. También Giovanni Zucchelli le formó en el conocimiento que rodea a los tejidos blandos. «Me enseño mucho sobre microcirugía gingival», destaca Ernesto Berges.

Por ello, su clínica es pionera. Es una consulta ‘sin papeles’; es decir, todos los trámites entre el profesional y el paciente se realizan a través de la tecnología. Según entran los clientes por la puerta se les entrega un iPad donde rellenan su ficha y también los consentimientos informados a la hora de hacer intervenciones y prescribir tratamientos.

Otra de las novedades de este lugar es que cuenta con una máquina de rayos X bastante novedosa que realiza radiografías en tres dimensiones. A la aparatos, se unen la tecnología que ayuda a que la estancia en el lugar sea lo más agradable posible dentro de las circunstancias. A través de unos cascos inalámbricos que van conectados al hilo musical y unas gafas de realidad virtual que aíslan del exterior, ha dado una vuelta copernicana a la consulta del dentista. Los primeros les usa para aquellas personas que tienen pánico a la turbina. Las gafas, por su parte, están destinadas a cirugías largas donde en vez de mirar hacia el techo, el paciente puede disfrutar de una película o un documental. Pero, según señala Berges, la tecnología no lo es todo y utiliza un símil automovilístico: «Es como si a mí me dan un Ferrari, nunca lo voy a conducir como Fernando Alonso». Por este motivo, considera que a los aparatos se tiene que unir una mano de obra adecuada y de calidad.

De cara al futuro, el odontólogo salmantino tiene pensado adquirir un escáner dental que ofrezca unas medidas exacta de la boca y evite a los pacientes la pasta que se utiliza en la actualidad para hacer los moldes. Estima que en un par de meses ya pueda estar operando con él. Además de este nuevo aliado, también quiere adquirir una fresadora para imprimir carillas. Con ella, dice que se ahorraría «mucho tiempo» porque ahora, aunque quiera atender muy rápido a sus pacientes, «el protésico tarda entre tres y cuatro días en enviar las piezas y con este aparato en hora y media ya estarían listas».

Lleva 14 años en este campo y opina que ha cambiado mucho, sobre todo, en temas relacionados con la adhesión. Eso sí, asegura que todavía queda mucho camino por recorrer: «La adhesión es muy buena al esmalte, pero no tanto a la dentina», indica el especialista, antes de comentar que el talón de Aquiles de la odontología sigue siendo la falta de hueso. Y es que, según afirma, a la hora de hacer un implante es básico que haya una buena anchura y altura de hueso, y tejido para que se adhiera de forma correcta. «Si estas premisas fallan el implante no será satisfactorio y puede provocar muchas infecciones», apostilla Berges.

En este sentido, sostiene que es fundamental la investigación. No obstante, manifiesta que al ser un sector privatizado, existen pocos grupos que apuesten por seguir líneas para mejorar los tratamientos y los productos. De hecho, solo lo hacen los fabricantes y, a su juicio, «son aceptables dentro de los límites que marcan que están realizados por las mismas personas que los comercializan».

Por otro lado, expone que sería interesante que las universidades establecieran numerus clausus para evitar la sobresaturación del sector que deriva, tal y como manifiesta, en la aparición de cientos de franquicias con publicidad engañosa. «Una clínica dental pone una publicidad de 220 euros por implante. Sin embargo, sería impensable que un cardiólogo tuviera un cartel en su consulta que ponga trasplantes de corazón a 4.000 euros». En este sentido, apuesta por regularizar la profesión puesto que los jóvenes son los que más están sufriendo el mazazo de la crisis. «Trabajan en condiciones muy precarias», subraya el odontológo.

Para Berges, la sociedad no valora la calidad y el talento. «Lo que miran es el precio final y eligen que salga lo más barato posible sin importar la calidad de lo que te están metiendo en la boca. Yo siempre digo que hay que tener cuidado porque muchas enfermedades derivan de las infecciones dentales», concluye.

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