Diario de Valladolid

Los ‘cazagenes’ del cáncer de mama hereditario

Investigadores del IBGM participan en un proyecto que establece las mutaciones de ADN implicadas en la enfermedad para mejorar la prevención.

Eladio Velasco, Beatriz Díez y Eugenia Fraile en las instalaciones del Instituto de Biología y Genética Molecular de Valladolid.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Eladio Velasco, Beatriz Díez y Eugenia Fraile en las instalaciones del Instituto de Biología y Genética Molecular de Valladolid.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Estibaliz Lera

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Imagine por un momento una carretera de 3.000 millones de kilómetros en la que hay pequeños baches y un único socavón. Pongamos que la carretera es el número de pares que tenemos en el ADN, los baches, los cambios benignos y la zanja, la mutación causante del cáncer de mama hereditario. Lo interesante sería identificar rápidamente ese socavón en un punto kilométrico exacto y diferenciarlo de los baches. Eso es lo que quiere conseguir el grupo de investigación del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de Valladolid pilotado por el científico Eladio Velasco.

Su misión es trabajar con este tipo de cáncer, que representa al 10% del total. «Se han identificado más de 20 genes», apunta, antes de añadir que no todas las mutaciones son causantes de la enfermedad. Por ello, quieren establecer todos los genes implicados para mejorar las estimaciones de riesgo. «La identificación de las causas conlleva una prevención más eficaz del cáncer de mama hereditario y el desarrollo y aplicación de nuevas terapias».

El proyecto Bridges, enmarcado en el programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea, va a buscar mutaciones mediante secuenciación masiva en un papel de 37 genes de predisposición en 30.000 controles y 30.000 pacientes (10.000 de ellos con múltiples antecedentes familiares).

La aportación del grupo vallisoletano, tal y como explica Velasco, es a través de la tecnología que han patentado. «En la secuencia de esos 37 genes se van a detectar múltiples cambios en el ADN que no vamos a saber si son causantes de enfermedad (patogénicos) o neutros (benignos)». Por este razón, si son capaces de encontrar qué mutaciones provocan la dolencia, se podrán activar los protocolos de prevención de la enfermedad. Desde el punto de vista del conocimiento, va a permitir determinar qué genes y cómo están implicados en ella.

La tecnología, denominada minigenes híbridos, analiza una etapa de la expresión de los genes llamada splicing (eliminación de intrones), de modo que se puede estimar si un cambio de ADN altera este proceso y así pueda provocar la enfermedad. El splicing es una etapa de expresión génica poco analizada en el estudio de las enfermedades, pero estos investigadores han encontrado que un tercio de las mutaciones causantes del cáncer de mama alteran este proceso. «Los minigenes son reproducciones a pequeña escala de los genes que todos nosotros tenemos en nuestro genoma, que ‘emulan’ el proceso de splicing de forma externa», apostilla el científico.

Otro punto importante es que para estudiar esta evolución es necesario el ácido ribonucleico (ARN) del paciente y, por tanto, habría que molestarle otra vez para hacer una extracción a partir de la sangre o de otro tejido, lo cual, por otra parte, «a veces es complicado de obtener, no por una dificultad técnica, sino por la disposición del paciente (localización, fallecimiento, no colaboración, etc.). «Los minigenes permiten obviar este inconveniente, puesto que no es necesario su ARN», afirma y añade que han creado un ‘catálogo funcional’ de 200 mutaciones. De hecho, en breve van a publicar su estudio en una revista de impacto internacional.

La novedad reside en una mejora de la tecnología existente y la creación de un nuevo vector de splicing en el que se pueden construir pequeños genes de cualquier gen implicado en una enfermedad hereditaria. Según apunta, en la actualidad hay más de 5.000 patologías hereditarias con base molecular conocida, lo cual ilustra el potencial de su herramienta. «Nuestra aplicación permite analizar simultáneamente numerosas mutaciones en genes de susceptibilidad».

Este equipo vallisoletano lleva más de 10 años en este proyecto, cuya línea principal consiste en estudiar la correlación entre alteraciones de splicing y cáncer. Esta iniciativa, que terminará en 2019, servirá no solo para el cáncer de mama hereditario, sino «para aportar conocimiento y diagnóstico molecular de otras enfermedades».

Apunta que la idea surgió porque no había vectores disponibles en el mercado y el único que existía funcionaba mal y estaba descatalogado desde hace más de 15 años. En su opinión, los conocimientos de ingeniería genética sirvieron para crear uno «más funcional, simple y versátil».

En este sentido, manifiesta que su principal ventaja es que con la herramienta no es necesario el ARN; es un test «con una alta capacidad de análisis, rápido y fiable». De cara al futuro, el equipo de Eladio Velasco va a continuar con esta línea de investigación y ampliar las colaboraciones con otros grupos y otras enfermedades de las que disponen los medios necesarios. Según su parecer, podrían tener muchas más colaboraciones, pero «la falta de personal y de medios materiales han complicado este servicio». «La verdad es que me sorprende que la política científica esté primando la transferencia de la tecnología y las aplicaciones comerciales y, sin embargo, no dote a los laboratorios de los medios suficientes», sentencia.

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