Diario de Valladolid

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Al rescate de las arterias taponadas

Investigadores de la UVA diseñan un nuevo tratamiento para prevenir la obstrucción de los vasos sanguíneos, la complicación más frecuente en los trasplantes.

Investigadores del IBGM en las instalaciones del instituto vallisoletano.-J. M. LOSTAU

Investigadores del IBGM en las instalaciones del instituto vallisoletano.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Estibaliz Lera

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Chuletones, los justos. Ni buenos ni malos. En exceso aumenta el colesterol y obstruye las arterias debido a su contenido en grasas saturadas. Y es que el problema no radica en comer carne, sino en abusar de ella. Esta sustancia natural que se encuentra en el cuerpo humano provoca infartos, ictus o isquemias. Cuando llega ese momento la única solución es la cirugía; es decir, reabrir la luz del vaso sanguíneo, si se ha cerrado, o sustituir el vaso dañado por un injerto sano, que se sutura.

Sin embargo, en respuesta a esta agresión física, las células de la pared inician mecanismos de reparación y comienzan a crecer para cicatrizar la zona dañada. Pero tienen con mucha frecuencia una respuesta exagerada, de forma que el proceso de cicatrización supone que algunas células de la pared se transformen, y comiencen a dividirse y proliferar. Por lo que se engruesa y puede llevar a ocluir de nuevo la luz del vaso.

Este es un problema muy habitual y muy grave, porque por ejemplo es la causa de que en un porcentaje alto, al cabo de cinco o diez años, los trasplantes de riñón o de corazón fallen (porque las arterias por las que les llega la sangre se cierran) y es necesario volver a trasplantar el órgano. La restenosis –así se llama esta complicación– también se produce en la cirugía coronaria en la que normalmente se aplica un estent, que es como un muelle que trata de expandir la luz de la arteria que se ha cerrado.

Sea como fuere, los tratamientos actuales para impedir la oclusión vascular tras la cirugía utilizan antiproliferativos parecidos a los que se usan en el tratamiento del cáncer, que bloquean de forma inespecífica el aumento de todas las células afectando el proceso de división celular. Según los expertos, son eficaces, pero al inhibir la división de todos los tipos celulares pueden ser tóxicos y tienen efectos secundarios.

Por este motivo, un grupo de Investigación del Instituto de Biología y Genética Molecular de la Universidad de Valladolid (UVA) está trabajando en el desarrollo de fármacos que sean eficaces para inhibir la restenosis pero que sean más específicos y por tanto más seguros y con menos contraindicaciones. «Hemos encontrado que hay una serie de proteínas que se expresan en las células de la pared del vaso cuando esas células se han transformado y comienzan a proliferar», apunta María Teresa Pérez, investigadora principal, quien añade que han visto que si añaden bloqueantes de una de esas proteínas, Kv 1.3, se puede inhibir la proliferación de las células y los bloqueantes solo afectan a esas células y así se puede conseguir un tratamiento «más específico», ya que las células ‘normales’ no se van a ver afectadas.

Para intentar aplicar estos resultados, sostiene que han seleccionado uno de los bloqueantes más potentes y selectivos de Kv 1.3, que se llama PAP-1, que es un derivado de un compuesto natural, y han estudiado el mecanismo por el cual inhibe la restenosis combinando un gran número de abordajes experimentales. «Hemos demostrado su eficacia bloqueando la migración y la proliferación en cultivos celulares obtenidos de arterias animales y también de donantes anónimos», señala. A la vista de los resultados «tan prometedores», este equipo de la UVA ha empezado a desarrollar métodos y modelos para probar su eficacia in vivo, cuando se coloca en el vaso dañado.

Para ello, colaboran con un equipo de cardiólogos y veterinarios que desarrollan modelos de lesión vascular en animales a los que se les aplica el compuesto. También están trabajando con dos empresas biotecnológicas que están realizando polímeros y matrices sintéticas para poder aplicar el compuesto de forma local en el vaso lesionado, para impedir la respuesta proliferativa. «Uno de estos proyectos está estudiando el uso de estents recubiertos de un polímero que libera PAP-1 en las arterias coronarias y se está ensayando en un modelo de lesión en cerdo», subraya Pérez.

Para la investigadora principal, el problema es muy importante, pero también lo es el coste sanitario que supone volver a intervenir a pacientes coronarios o trasplantados, y también por el riesgo que representan estas segundas operaciones en pacientes que normalmente tienen muchos factores de riesgo añadido (personas mayores, diabéticas, con problemas de aterosclerosis…). Además, en el caso de los trasplantes, la dificultad para obtener donantes es otro factor muy importante, sostiene.

Aunque hay más grupos trabajando en este asunto, el de Valladolid es el único que actúa de forma selectiva sobre las células de la pared. Ya han patentado el tratamiento y están en conversaciones con empresas que podrían estar interesadas en desarrollarlo para su aplicación clínica. Sin embargo, reconoce que aún queda un largo camino por recorrer. «La práctica clínica es un proceso largo y costoso porque requiere un gran número de controles, ensayos con animales, en la clínica… No obstante, estamos esperanzados».

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