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Sanar las heridas del esófago con un pinchazo

El Servicio de Alergología del Hospital Río Hortega demuestra que la esofagitis eosinofílica se puede curar con vacunas de pólenes / Los pacientes tratados han sido dados de alta sin síntomas y con biopsia negativa

La alergóloga Alicia Armentia en las instalaciones del Hospital Río Hortega de Valladolid.-PABLO REQUEJO

Publicado por
Estibaliz Lera

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No estalla como las bombas, ni suena como los tiros, pero destruye en silencio. La esofagitis eosinofílica es una ‘jovencita’ enfermedad descubierta hace 20 años pero que comienza ahora a ser conocida. Durante décadas se ha escondido de los médicos detrás de dolencias cardiovasculares o problemas de reflujo gastroesofágico.

Se trata de una afección alérgica crónica que se manifiesta con síntomas referidos al esófago y la parte superior del tubo digestivo y que puede causar dificultad al tragar, y, en el caso de los niños, problemas en la alimentación. De hecho, en los casos más graves obliga a la extracción del alimento atascado mediante endoscopia urgente. Se estima que afecta a una de cada 2.500 personas en Estados Unidos y Europa y en otros países desarrollados.

Atajar este problema es más una obligación que una opción. El Servicio de Alergología e Inmunología del Hospital Río Hortega de Valladolid se ha puesto manos a la obra y ha conseguido demostrar que esta dolencia se puede curar con vacunas de pólenes que existen en el mercado.

¿Cómo lo han hecho? Alicia Armentia, su directora, explica que gracias a una colaboración con histólogos vegetales de la Universidad de León (ULE) han podido comprobar mediante una sustancia fluorescente que los enfermos con esofagitis eosinofílica tienen alojados tubos polínicos en esta puerta de entrada al organismo. Hasta ese momento, los patólogos decían que la inflamación era una imagen tubular vascular no nerviosa. «Esto demuestra que muchos de nuestros pacientes son alérgicos al polen, aunque no tengan ni rinitis ni estornudos, y se pueden tratar con inmunoterapia», sostiene.

Armentia recuerda que la necesidad de proporcionar el control adecuado de los síntomas que presentan estos pacientes y que limitan su calidad de vida, ha llevado al uso de diferentes tratamientos con fármacos capaces de paliar la sintomatología, entre los que se incluyen corticoides orales, inhibidores de la bomba de protones (omeprazol), o terapias más invasivas como la dilatación mecánica del esófago.

Por otro lado, las dietas restrictivas han demostrado cómo disminuyen la inflamación y los síntomas al prescindir de determinados alimentos, o al nutrir temporalmente con preparados carentes de alérgenos, señala la doctora del Río Hortega, antes de apuntar que «ningún tratamiento» ha probado «que es capaz de modificar la historia natural de la enfermedad» y «no se dispone de objetos terapéuticos aceptados para definir la eficacia de una medicación».

En el Servicio cuentan con 220 pacientes, de los que ya han tratado a 68 y el 68% ya ha recibido el alta. «Los criterios de curación son cuando no hay eosinófilos en la biopsia de la mucosa, el paciente no precisa mediación y el alimento pasa sin ningún tipo de problema», señala Armentia.

Respecto a las ventajas, indica que es un tratamiento seguro, que no tiene efectos adversos, mejora la calidad de vida de los pacientes y no necesita múltiples recursos económicos. «La caja de vacunas cuesta unos 60 euros y el enfermo necesita tres, una por año». Después, los responsables de Digestivo del Río Hortega, Jesús Barrio y Javier Santos, realizan endoscopias para comprobar si la medicación ha hecho efecto.

El perfil típico es una persona joven, niño o menor de 30 años, que está con los amigos y, de repente, se atraganta con un alimento sólido (carne, pan...), intenta beber agua y la saliva empieza a rebosar de la boca. Entonces acude a urgencias y allí empiezan a hacerle pruebas, incluso cardiogramas para descargar dolencias del corazón. Ahora, gracias a esta técnica, hacen una endoscopia y sacan el alimento.

Este proyecto, financiado con 12.000 euros por la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León, ya está terminado y ahora están preparando una publicación conjunta con el Hospital Cardiotorácico de Londres.

Según la jefa del Servicio de Alergología e Inmunología del Hospital Río Hortega, esta enfermedad aminora la calidad de vida de las personas que la sufren, y en especial de la población pediátrica, llegando a incapacitar el día a día. Por ello, apuesta por un tratamiento multidisciplinario que pueda aportar luz a este colectivo de enfermos.

«Con esta iniciativa tratamos de encontrar sinergias en las especialidades que están involucradas en algún proceso de la enfermedad: pediatría, digestivo, anatomía patológica, alergología e inmunología y ayudar a desarrollar estrategias de prevención y tratamiento y mejorar la salud y la calidad de vida de los alérgicos», concluye Alicia Armentia.

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