Por qué los jóvenes de hoy no priorizan el tener un coche

Si de algo se viene hablando mucho en los últimos años es de los “millennials” y sus maneras de romper todo tipo de esquema.

Estamos hablando de una generación -entre los 16 y los 34 años- que prioriza las experiencias sobre los productos: disfrutar en lugar de comprar, acceder sin necesidad de tener.

Para ellos, el valor real está en experimentar y no en poseer. Y esto se aplica hasta en las relaciones sentimentales. Cada vez son menos los jóvenes que quieren compromiso amoroso. Prefieren mucho más ser un alma libre y tener relaciones casuales a sentirse atados a algún lugar o persona.

Pero el más debatido entre adultos mayores y jóvenes es el desprendimiento de bienes materiales, específicamente el coche y la casa. Hace veinte años, todo joven apuntaba a ahorrar para tener su propia casa y su propio automóvil, logrando esto se convertían en adultos maduros y responsables, hechos y derechos -según la sociedad-.

Sin embargo, a los jóvenes de hoy les resulta un gasto tremendo e innecesario. Es que los “millennials” priorizan las experiencias emocionales y físicas mucho más que tener un auto. Que si bien es práctico y da “cierta libertad”, no deja de ser un objeto que acarrea muchos gastos tales como el combustible, los servicios de reparación de coches , el mantenimiento, el seguro, y el aparcamiento, sin olvidar el costo del coche mismo.

En un estudio realizado por la consultora KPMG, el 54% de los altos cargos del sector automovilístico se manifestaban "inquietos" porque los menores de 25 años no sienten necesidad de ser dueños de un coche. Lejos están esos días en que los jóvenes –más ellos que ellas– estaban deseando cumplir los 18 para sacarse el carnet de conducir.

En España, en octubre de 2014 había 395.913 jóvenes entre 18 y 20 años en posesión del carnet B (coches), cuando ese mismo mes de 2008, la cifra ascendía a 567.273. Cierto, la crisis está de por medio y numerosos jóvenes no pueden afrontar el coste elevado de pasar por una autoescuela. Sin embargo, en los años ochenta, el 20% de los conductores en España tenía entre 18 y 24 años. En 2012, sólo suponían el 8%. Indudablemente la crisis ha agudizado la tendencia, pero de fondo hay una corriente cultural que arraiga en los jóvenes en todas las ciudades desarrolladas que cuentan con un eficaz transporte público.

Este fenómeno tiene mucha lógica. Es que al no poseer un coche pueden ahorrarse ese dinero y hacer un viaje grande, que proporcione mucho más a nivel espiritual y mental; y manejarse con transporte público, aplicaciones para viajar y moverse con seguridad (tales como Blablacar, Uber, etc), bicicleta o incluso caminando.

Además de ahorrarse un buen dinero y el estrés que significa conducir en un embotellamiento, ayudan al medioambiente y pueden aprovechar el tiempo de traslado para estudiar, leer un libro o incluso ponerse al día con los mensajitos de Whatsapp pendientes. Y sí, en lugar de pasar horas muertas, nervioso frente al tráfico... ¿A quién no le viene bien unos cuarenta minutos o más de relajo al día, en este día-a-día tan ocupado?

¿Qué piensas de esta tendencia? ¿Eres del tipo de personas que prefiere experiencias y sensaciones ante estos bienes materiales? ¿Cuál es tu prioridad?