Diario de Valladolid

Historia con mayúsculas

En el segundo tomo de ‘La Legión Extranjera blanquivioleta’, Ramón Martínez recoge la aportación de jugadores foráneos del 60 al 77, años previos al despegue de los 80

Ramón Martínez hojea su nuevo libro en su domicilio vallisoletano.

Ramón Martínez hojea su nuevo libro en su domicilio vallisoletano.J.M.LOSTAU

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Hay un vallisoletano, sólo uno, que ha formado parte de Real Valladolid, Real Madrid y Barcelona. No era jugador ni entrenador. Se llama Ramón Martínez y ha sido responsable deportivo en los tres y además del Celta. Su otra faceta ha sido la de compilador de la historia del Real Valladolid, el club de su alma.

Un día decidió realizar la historia de los extranjeros blanquivioleta, hasta que su número se disparó con la ley Bosman. Y como no sabe hacer nada a medias, no sólo se basó en escritos anteriores, sino que acudió a las fuentes, con muchos viajes, incluida América, para conseguir información de primera mano de los protagonistas o sus allegados, junto con imágenes inéditas y una máxima pulcritud en los datos.

Su labor compilatoria es tan ingente que se ha distribuido en tres tomos. El año pasado presentó el primero, desde la fundación en 1928 a 1959. El jueves se celebra la puesta de largo del segundo, de 1960 a 1977, poco antes de la explosión en los 80 del segundo mejor Pucela de la historia, tras el de los años 50.

«Si me tengo que quedar con cuatro jugadores de esta etapa -explica Ramón Martínez a este diario- son Pini, Aramayo, Amarillo y Jacquet. Pini fue un gran central que estuvo sólo dos años pero mostró su clase. Aramayo era un portero fiable que peleó el puesto con Llacer y me quedo con él porque fue el alma del vestuario como masajista durante muchos años, y eso no tiene precio».

«La importancia de Amarillo -agrega- reside en que se lo vendimos al Barcelona por 12 millones de pesetas y con ese dinero pudimos pagar la deuda por tres jugadores que le habíamos fichado el año anterior. Uno era Costa, que se retiró pronto por una lesión. Los otros dos eran Rusky y Moré. De no haber pagado, habrían vuelto a Barcelona. Y Jacquet parecía que llegaba casi jubilado con 31 años. Estuvo siete y ayudó mucho a todos sus compañeros, en especial a los jóvenes».

Tampoco duda el autor a la hora de calificar a los mejores presidentes. «Los dos Alonso. Fernando y Gonzalo. El primero no logró la estabilidad económica ni deportiva, pero impulsó la cantera, de la que el club se nutrió veinte años, del 75 al 95. Gonzalo fue capaz de alcanzar esa estabilidad económica que trajo después el despegue deportivo».

El texto contiene multitud de anécdotas y curiosidades desconocidas, y otras explicadas sin subjetividad. El gran valor de la obra es que a través de sus extranjeros, utilizados como hilo conductor, se desmenuza toda la historia del Real Valladolid.

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