Asidero para la esperanza
El Pucela 97-98 llevaba tras nueve jornadas los mismos 5 puntos que el actual y se salvó
Resucitó en la décima, con su triunfo en el Nou Camp
Gran diferencia entre ambas plantillas
Hay ocasiones en que es obligado agarrarse a un clavo ardiendo y otras en que ni siquiera hay clavo, pero se debe evitar caer al vacío. Es decir, la permanencia del Real Valladolid.
No hay dinero, ni plantilla, ni juego, ni perspectivas para pensar en que la salvación esté al alcance de la mano, aunque haya que ponerse de puntillas o subirse a una escalera para asirla. Pero siempre queda un resquicio para la esperanza, aunque sea mínimo, insignificante, visible sólo con microscopio. Y el del Pucela actual lo ofrece su yo de 27 años atrás. Estuvo en el sótano, el agua le llegaba casi a la boca pero salió y nadó. Nadó tanto que acabó la Liga undécimo, pese a llevar tras las primeras nueve jornadas sólo 5 puntos. Como ahora.
Al actual no se le pide tanto, porque tampoco está capacitado para pisar la zona media de la tabla. Quedar decimoséptimo, justo por encima de la zona de descenso, sería para él como ganar la Champions.
Aquel Europucela de la temporada 97-98 había nacido de nalgas pese al enorme éxito de haberse clasificado el año anterior para la Copa de la UEFA (¡qué tiempos!). La euforia de su masa social, mucho más reducida que la actual, pero en pleno éxtasis deportivo, contrastaba con el mal ambiente que se vivía en el club. La temporada comenzó con el presidente Marcos Fernández muy grave, a causa de la enfermedad que en enero 1998 puso punto final a su vida, y con Vicente Cantatore en el banquillo, exigiendo una mejora de contrato que él creía merecer pero que el club no podía asumir sin descuadrar unas cuentas modélicas que permitían cerrar plantillas de una calidad inasumible en la actualidad.
Cantatore había cambiado tras su triunfal retorno en la 95-96 para salvar el desaguisado de Rafael Benítez y lograr el gran éxito de meter al equipo en la UEFA, al acabar séptimo la 96-97. El chileno era otro. Se mostraba más circunspecto, más reservado, muy poco comunicativo.
Parecía que quería forzar su destitución, lo que acabó ocurriendo en directo para toda España en el celebre programa de radio de José María García. Fue en vísperas del debut europeo, en Zorrilla contra el Skonto de Riga. Cantatore se hallaba concentrado con la plantilla en El Montico y se marchó a su casa, comenzando una guerra civil que afortunadamente no dio con los huesos del Pucela en Segunda.
Con el suramericano en el banquillo hubo pleno de derrotas ligueras hasta llegar a la cita contra los letones. Aquel Pucela perdió en las tres primeras jornadas ante Betis (1-3), Atlético (5-0) y Salamanca (1-2).
Después llegó la ida contra el Skonto, ya con el hombre para todo Antonio Santos en el banquillo, y la cuarta jornada, también con el ex central pucelano a los mandos. En ella se perdió 3-0 contra la Real Sociedad.
En la quinta jornada Sergio Kresic se estrenaba como técnico. El cambio no fue milagroso: 0-3 contra el Valencia bajo el diluvio. El Real Valladolid parecía muerto: cinco partidos, cero puntos y colista. Pero aún había vida en aquel cuerpo. En la sexta jornada se vivió por fin la victoria: 1-3 en Riazor ante el Deportivo. Luego llegaría el empate en casa con el Sporting (1-1), la derrota en Tenerife (1-0) y un nueva igualada en Zorrilla, frente al Mallorca.
Tras nueve partidos de Liga, los que ha consumido el actual Real Valladolid, su hermano mayor llevaba los mismos cinco puntos con los mismos signos en la quiniela: una victoria, dos empates y seis derrotas. Lo que cambia es el número de goles. Este Pucela lleva 5 a favor y 19 en contra. Aquél marcó uno más y recibió los mismos. Y era antepenúltimo, un puesto por encima del actual, ya que Salamanca (4 puntos) y Sporting (1) cerraban la tabla.
¿Y qué pasó en la décima jornada? El bombazo total. El conjunto blanquivioleta ganó al Barcelona... en el Nou Camp. Eusebio y Peternac marcaron primero y Pizzi en el 89 redujo distancias, en una noche gloriosa para el portero César Sánchez.
Ese partido fue el trampolín para un Real Valladolid que ya sólo perdería hasta el final ocho encuentros de Liga. Acabó undécimo con 50 puntos y en ese tramo de 29 partidos desde la visita al Nou Camp hasta el final, fue el séptimo mejor equipo.
Pero antes de poner el final feliz a este cuento deportivo hay que bañarlo de una dosis de realidad. En aquella plantilla de hace 27 años figuraban jugadores como César Sánchez, García Calvo, Marcos, Juan Carlos, Peña, Benjamín, Eusebio, Lozano, Edú Manga, Quevedo, Víctor o Peternac.
Mejor no hacer comparaciones. Cualquier parecido con la actualidad es, como dicen en el cine, pura coincidencia.