Fe en Pezzolano
El club conserva la confianza en el míster y espera al mercado de invierno para reforzarse en las posiciones peor cubiertas
Sólo la prolongación de la actual racha podría provocar su cese
Punto 1: los dirigentes del Real Valladolid confían en Pezzolano. No han perdido su fe en el entrenador pese al pésimo juego del equipo y su prolongada racha negativa.
Punto 2: en el fútbol nada es eterno y no es territorio para mártires. Si la actual trayectoria en números rojos de 2 puntos de 24 posibles se extiende con derrotas en las próximas semanas, o bien llega una goleada en contra espectacular e inadmisible, el uruguayo será despedido. Pero no en este parón por selecciones ni a corto plazo.
En estas dos pinceladas se resume el pensamiento general de la zona de despachos de Zorrilla sobre el futuro del equipo y del entrenador. Con los lógicos matices personales y con las diferencias de plazos que cada uno fija para evitar el desastre, la línea argumental converge: el gran problema de este Real Valladolid es su límite salarial, que le ha obligado a conformar una de las plantillas más débiles de los últimos años, incluidos los de Segunda.
Esto provoca que se dude mucho de que otro entrenador fuese capaz de sacar adelante a este equipo, con sus actuales piezas. Aunque llegue Guardiola, no impedirá que Juma cometa fallos de recién llegado con 18 años (bastante hace para el salto que ha dado) sin un veterano al lado, que no haya un lateral izquierdo específico o que los delanteros fallen solos delante del portero, como les ha ocurrido a Latasa, Marcos André y Sylla, que suman cero goles.
De Pezzolano se valora su indudable capacidad de trabajo -aunque muchas veces no se plasme sobre el campo- y un hecho también vital: tiene a toda la plantilla unida y con él. Hay voces calladas pero no discordantes y éste es un hecho le avala de forma muy positiva. En caso de finales apurados por la permanencia, suele salvarse el equipo más unido, por delante del otro que tenga mejores jugadores pero peor ambiente en el vestuario. Claro que para eso hay que llegar al final disputando la permanencia y no descolgado. Aunque el Pucela gane la próxima jornada en Mendizorroza y sus antecesores inmediatos pierdan, seguirá en puestos de descenso tras sólo diez jornadas de Liga.
¿Cuál es la solución al actual caos? La esperanza en la avenida del Mundial 82 está puesta en el mercado de invierno, única forma de intentar enderezar una plantilla demasiado curvada. El club prevé contar en enero con dinero para traer jugadores de más calidad, no importa que sean cedidos, pues pagará cinco mensualidades en lugar de doce. Además podrá acceder a un nicho de futbolistas que en verano se niegan a salir hacia un club de menor nivel pero que a media temporada están dispuestos a hacer las maletas, ante la falta de minutos y de perspectivas de que aparezcan.
El problema es que el Real Valladolid puede entrar en 2025 medio descendido, o aún peor. Y si la actual racha de prolonga, quizás con otro entrenador. Por mucho que el club quiera aguantar al actual, nadie es capaz de permanecer impertérrito ante una derrota tras otra. Sobre todo porque los cánticos contra la directiva y el presidente serán de todo el estadio y durante muchos más minutos. En ese caso, la pieza que se sacrifica siempre es el técnico.
El mismo argumento que se utiliza para Pezzolano vale para Catoira. A pesar de que otros clubes han fichado más barato a jugadores que están dando mucho mejor resultado que los captados por él, la opinión de sus jefes es que poco más se podía hacer con el dinero de que dispuso. Una forma de enmascarar el fracaso también de Paulo André.