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Perdón, Peternac

Nueva muestra de incapacidad de un Real Valladolid que vuelve a perder pese a adelantarse en el marcador en el partido de homenaje de su máximo goleador en Primera

Hein, cabizbajo ras la nueva derrota del Real Valladolid.LALIGA

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Valladolid

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Homenajear a Peternac en un partido de este hilvanado y mal rematado Real Valladolid 24-25 es como invitar a un ángel del infierno devorador de hamburguesas a un fin de semana vegano. El delantero pichichi del equipo en Primera, con 55 goles, vio cómo por noveno encuentro consecutivo los tres delanteros blanquivioleta (esta vez jugaron dos) son incapaces de marcar. Ni aposta.

Pero ojo, no sólo falla el ataque. También el mediocampo. Y la defensa. Y, a veces, el portero. Y, el entrenador. Pero, sobre todo, la propiedad. Hacer una plantilla descompensada y firmar jugadores de segunda fila es poner la mitad de los clavos en el ataúd. La otra mitad la ponen los partidos que demuestran las limitaciones de la plantilla.

Por cierto, el Real Valladolid perdió. Pero eso ya no es noticia.

Cada derrota del Pucela se gesta de un modo diferente y ésta acaeció con groseros errores defensivos y una remontada que hasta ahora no habían vivido los de Pezzolano. Entre otras cosas, porque casi siempre comienzan perdiendo.

Más allá del resultado adverso, resalta la incapacidad del equipo para gobernar los partidos. No se trata de que domine siempre, pues no lo hace nadie ni tiene piezas para intentarlo, pero sí de entender por dónde transcurre el juego e intentar adecuarse a él para domarlo. Los partidos se transforman para los de Pezzolano en un toro mecánico que ni entienden, ni pueden controlar. El partido les lleva a ellos, no al contrario.

El choque comenzó con el Rayo mandón tras los ya habituales primeros minutos de igualdad que ofrecen los blanquivioleta hasta que destapan sus vergüenzas. Los vallecanos pudieron marcar, con vía libre parar tirar desde fuera del área para el equipo que más tira desde fuera del área, en un canto a la falta de trabajo táctico o a su asimilación. Como entrenan bajo siete llaves, se desconoce.

Fue sin embargo el Pucela quien pudo adelantarse. González Fuertes no quiso ver penalti en el derribo de Mumin a Latasa. El delantero se quedó sin bota, pero para saber por qué habrá que ver Cuarto Milenio. Igual que para entender el diabólico reparto de tarjetas con un Rayo inmaculado en la primera mitad, después de repartir y parar jugadas de salida diáfana de balón a base de faltas groseras.

La acción espoleó al Pucela, que por fin creó peligro gracias a Cömert y Latasa. El primero remató alto y el segundo no llegó en boca de gol al balón porque se le adelantó Lejeune.

La segunda mitad comenzó con la misma dinámica pero con Moro, Marcos André y Juric sobre el campo. Una vuelta más de tuerca a la contada calidad del equipo.

Un taconazo de Rosa a Moro provocó su incursión hasta la línea de gol, donde regateó en un ladrillo a Lejeune para entrar en el área y centrar. Marcos André no llegó, pero si Amallah, que marcó cayendo al suelo.

El tanto espoleó al Pucela... y al Rayo. Seis minutos después, un fallo garrafal de Juma al salir al corte (o pasa el jugador, o pasa el balón), dejó el cuero expedito a Isi, que envió un rápido pase en profundidad a De Frutos para que fusilase en solitario a Hein. La pelota entró tras pegar en el larguero.

El nuevo escenario en el minuto 57 puso nervioso a un Real Valladolid que se dio cuenta de cuánto cuesta lograr algo y qué pronto se pierde. El Rayo olió la sangre, fue consciente de su mayor calidad y se volcó arriba, en un toma y daca entre ambos vistoso pero de nulo entendimiento táctico. Amallah, Marcos André y Martín pudieron marcar. El belga, solo ante el meta, hizo mal el último control y Batalla despejó. El brasileño cabeceó hacia atrás un balón que quizá iba dentro. Y el ex madridista cabeceó solo al cuerpo de Batalla. Bastaba con girar el cuello y dirigir el balón, pero no supo hacerlo.

En el minuto 80 llegó el descabello. Un nuevo fallo de Juma permitió que Gumbau cabecease al palo. De Frutos, certificando la ley del ex, esta vez por duplicado, remachó a gol.

No hubo más. Incapacidad, falta de calidad y dolor. El que hay y, sobre todo, el que se espera.

Al final gran parte de la afición volvió a pedir a Ronaldo que se fuese, por lo que el futuro de Pezzolano comienza a estar en el aire. Es la ley del fútbol: que los de abajo paguen los errores de los de arriba por haber cometido otros, pero más pequeños. Lo cierto es que este Pucela ya tiene cara de Almería.