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Autoderrota del Pucela

Dos pérdidas tontas de balón en la medular de Kike y Meseguer les cuestan a los blanquivioleta perder contra un Sevilla que lo pasó mal tras el empate del toledano

Los de Pezzolano caen a puestos de descenso

El delantero centro blanquivioleta Marcos André y el defensa central sevillista Marcão pugnan por un balón aéreo.LALIGA

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Valladolid

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El Real Valladolid lleva demasiado tiempo haciendo el ascensor como para mostrar su enorme inconsciencia respecto a la diferencia entre ambas categorías. En Segunda se disparan perdigones; en Primera, misiles. En Segunda los errores se pagan con una colleja; en Primera, con un KO y hospital.

Los blanquivioleta no perdieron en Sevilla por ser peores que un equipo que no necesita enchufarse a un electrodoméstico para temblar. Lo hicieron por eso que en tenis se llama ‘errores no forzados’. Unos fallos que en un deporte con tantos puntos como el de la raqueta pueden no pasar excesiva factura, pero que en el fútbol son letales.

Dos pérdidas estúpidas de balón en la medular de Kike y Meseguer costaron sendos goles. Cuando el Sevilla elaboró, tuvo ocasiones. Pero no marcó. Sin embargo aprovechó los regalos de un rival que confundió el guante de masaje con el de boxeo.

Fue una pena, porque el Pucela mejoró bastante su imagen de los tres desplazamientos anteriores y pudo al menos empatar, aunque el rival no resiste la comparación ni siquiera con el Celta. A los castellanos les sigue faltando dinamita arriba. Tiran poco y mal. En el Sánchez-Pizjuán, dos chuts entre palos.

Los regalos atrás y la incapacidad ofensiva cristalizan en derrota. Otra más. Seis jornadas sin ganar que depositan al Real Valladolid, en la séptima, en puesto de descenso por primera vez en la Liga, pues el Valencia empató. Ya no se trata de evitar el barro, sino de salir de él. Nada inesperado antes del campeonato.

El partido comenzó con monólogo del Sevilla, que aprovechó la barra libre de Pulido para atizar en los balones divididos, aéreos y terrestres. Menos mal que no había marinos. Lukébakio volvía loca a la zaga pucelana pero apenas era secundado por sus compañeros, sólo por Peque. Los hispalenses llegaban pero de forma incruenta. El Pucela se defendía con Cömert y Torres en el eje de la zaga, Martín, Juric y Kike por delante con Machis y Amath en los extremos y Marcos André en punta. A Hein, Luis Pérez y Rosa no hace falta citarlos. Vienen de serie.

Los blanquivioleta se fueron soltando del lastre de necesidad sevillista para discutir a su rival el balón. Poco hubo de destacado en esta mitad. Los visitantes sólo asustaron con un cabezazo alto de Marcos André, contestado por un obús de Saúl cerca de la cruceta. Una pérdida de Martín, de menos a más, casi supone el gol de Peque de cabeza.

El 1-0 llegó cuando más duele. Kike pierde un balón en la medular, el Sevilla estalla tres tiros a gol en rivales y Lukébakio pone un centro para que marque Peque a bocajarro, tras tocar el balón en Torres. Poco después, el descanso.

El Pucela salió en la segunda mitad con una inasumible caraja que casi le cuesta otro gol de Peque. Y en éstas llega la jugada del día. Martín recoge un pase de Luis Pérez en el área y hace una ruleta zidanesca que sienta a dos defensas. Belleza y eficacia aunadas en grado sumo. Su centro de la muerte lo remata Kike y la bola entra tras tocar en Carmona.

El empate fue como las espinacas para Popeye, ya que justo después se rozó en 1-2. Primero con una falta directa de Iván Sánchez que sacó Nyland de la escuadra. Después, con un balón robado por Marcos André, que enfiló ante el meta noruego no muy rápido. Un defensa lo encimó y el brasileño, en vez de tirar, pasó a Latasa, ya cubierto, y se perdió la ocasión de gol.

El encuentro entró en un toma y daca en el que el Sevilla fue ganando paulatinamente el pulso. Hein emergió como un seguro de vida al ejecutar paradas de gran mérito a tiros de Lukébakio, Ejuke, Suso y Peque. Pero el estonio no pudo hacer nada ante el disparo cruzado, raso y pegado al poste de Ejuke. El nigeriano aprovechó que a Meseguer se le quedó un balón atrás en la medular, solo y sin marca, para avanzar y descerrajar el disparo del 2-1 en el minuto 85. Ya no se jugó más. Ni con Marcão expulsado.

Al Real Valladolid no le han ganado; él ha perdido.

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