El Real Valladolid arranca en zona ‘Champions’
Los blanquivioleta son cuartos tras la primera jornada y preparan con optimismo la visita al Real Madrid
Podían ser líderes sin Fuertes no se hubiese comido dos penaltis
Decían los griegos antiguos que el tiempo no era lineal, sino cíclico. Ojalá fuera verdad para el Real Valladolid y acabase la vuelta al ruedo de la Primera División en la misma posición en la que lo empezó: cuarto. Es decir, en zona Champions.
La realidad, en la Grecia antigua y en la España moderna, es que nadie se cree que el Pucela vea el ocaso del campeonato en la misma posición. Por mucho que el Girona haya roto moldes en la última temporada. Los castellanos se conforman con ser cuartos... desde la cola de la tabla, para así evitar el descenso.
Sin embargo se han ganado seis días de felicidad viéndose donde hacía mucho que no pisaban, aunque sea de forma anecdótica. Los blanquivioleta se aferrarán a esta primera victoria para ganar las dosis de moral suficientes de cara a una Liga muy complicada en la que deben evitar el papel de presa, aunque tengan imposible el de depredador.
Los criterios de elaboración de la clasificación priman los goles marcados. Ésta es la causa por la que la víctima pucelana, el Espanyol, es colista y sin embargo el Real Valladolid es cuarto. Celta, Barcelona y Rayo Vallecano también ganaron por la mínima, pero 2-1.
Con un solo gol más marcado, el Pucela sería a estas alturas líder en solitario. Lo pudo conseguir en varias ocasiones: con el cabezazo al larguero de Amath, en el mano a mano fallado por Moro ante Joan García... y con los dos penaltis que se comieron con patatas González Fuertes en el campo y Pizarro Gómez en el VAR. Dos acciones flagrantes que ni siquiera merecieron la mínima revisión desde las pantallas de Las Rozas, en un nuevo agravio al Real Valladolid en el fondo y sobre todo en las formas. Es cierto que los penaltis hay que meterlos y que el partido pudo acabar igual, 1-0. Pero también lo es que, de la misma forma, era factible un 3-0 con la carga de moral y de publicidad mundial que da visitar el Bernabéu como líder, para medirse al... decimoquinto.
El primer penalti lo cometió Carlos Romero en el minuto inicial de la segunda parte. Un balón bota delante de él, absolutamente solo en tres metros a la redonda, y le impacta en el brazo derecho. Fue uno de los gilipenaltis que antes no se pitaban, con buen criterio, pero sí ahora. Lo que pasa es que no debe ser igual para todos. La prueba de que la jugada merecía el máximo castigo la ofrece el código gestual del propio lateral izquierdo. Primero retira las manos y abre los brazos, como desligándose de la acción, y después se lleva las manos a la cabeza, como diciéndose ‘la que he liado’.
Romero daba por seguro el penalti pero González Fuertes, demasiado tranquilo en la primera parte para lo que es habitual en él, logró que hubiese una protesta unánime en la grada. No sólo porque no se enteró de la mano sino porque desde el VAR ni siquiera tuvieron la consideración de estudiar la jugada, al menos para quedar bien.
El partido continuó con el 1-0 y en el minuto 73, el recién ingresado Meseguer se dispuso a cabecear un centro. Se dispuso, pero no pudo. Llegó, intentó saltar dentro del área... y El Hilali le agarró de la camiseta de tal modo que la torcedura de las rayas se pudo observar para cualquier espectador con buen ángulo de visión. ¿Y cuál era el de González Fuertes? ¿Estaba en el córner, en el centro del campo? No. Estaba delante de la jugada. Fue quien mejor la vio y el que decidió que no había pasado nada, que la camiseta debía ser de mala calidad para girarse sola y decretó que siguiese el juego, ante un atronador Zorrilla que vivía su segunda injusticia en menos de media hora.
El Real Valladolid es de los pobres de la categoría y eso también se refleja en el trato arbitral. El domingo visita a un Real Madrid que no sólo está deportivamente a años luz de los blanquivioleta, sino que sus terminales mediáticas ya trabajan en la queja por el arbitraje sufrido en Mallorca. Esto puede significar que el listón de la sorpresa en el Bernabéu estará aún más alto de la sideral distancia a la que se halla ahora colocado.
Pezzolano no quiso meterse en líos y, tras la victoria, no hizo alusión al arbitraje. Pero tampoco estaría de más que el club se haga valer desde el comienzo de la temporada para que el Real Valladolid no sea de nuevo el saco de los golpes arbitrales que se vio hace dos temporadas.
La anulación del gol de Escudero por señalar el descanso cuando el jugador ya había tirado sigue circulando por las redes sociales.