Diario de Valladolid

El Pucela ilusiona

Excelente debut del equipo blanquivioleta, con una victoria 1-0 ante el Espanyol que debió ser más holgada / Los de Pezzozlano jugaron bien y bonito / Moro marcó el tanto del triunfo y Fuertes no vio dos penaltis en el área visitante

Raúl Moro celebra el gol que dio la victoria al Real Valladolid ante el Espanyol.

Raúl Moro celebra el gol que dio la victoria al Real Valladolid ante el Espanyol.LALIGA

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Tenía que ser así. El Real Valladolid hubiese cometido el delito de lesa blanquivioletidad (perdón por el palabro) si hubiese brindado un partido tosco, aburrido y sin triunfo final ante la pléyade de antecesores que firmaron hace 40 años el único título oficial absoluto que lucen las vitrinas del club. Los ganadores de la Copa de la Liga de 1984 no se merecía asistir a un bodrio. Y a fe que no lo hicieron.

El Pato Yáñez se transmutó en Moro; Minguela, en Amallah; Jorge en Amath, y así sucesivamente. Hasta a Pezzolano se le pegó parte del espíritu ganador y del buen fútbol que recetaba Fernando Redondo, para firmar un estreno de Liga en Primera con triunfo en casa. Algo desconocido en las últimas temporadas.

Fue un partido para la ilusión. La palabra viene a cuento porque la temporada dictará cuál de las dos primeras acepciones que le atribuye la RAE será la verdadera. La inicial dice que es el «concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos». La segunda la define como «esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo».

El tiempo dirá por dónde navega este Real Valladolid y si superará los escollos de rivales más temibles que otro recién ascendido, pero esto no debe esconder el buen y en ocasiones brillante partido que ejecutaron los blanquivioleta ante el Espanyol. Se puede jugar bien y bonito a la vez. Ambas características no sólo no están reñidas sino que a menudo caminan a la par. Como hizo el Pucela en su debut.

Fue uno de los mejores partidos de la era Pezzolano. Curioso. El mismo equipo que tan a menudo salía en Segunda a ver qué pasaba y a que ocurriese lo mínimo hasta el final, sometió al Espanyol desde el pitido inicial hasta los últimos minutos, en los que las fuerzas por el enorme desgaste físico ya no le alcanzaban. El resultado fue injusto por corto. Y porque González Fuertes obvió dos jugadas de penalti en el área perica. El asturiano no puede reprimir sus ansias de protagonismo. Qué boda sin la tía Juana.

El Real Valladolid entró mandón al choque, con la alineación esperada. Destacó sobre todos Moro, que volvió loco al flanco derecho de la zaga españolista. El extremo no sólo marcó sino que estuvo estratosférico en todas sus acciones, excepto un gol cantado que falló solo ante Joan.

También sorprendió Amallah, en su condición de todocampista. El jugador que llegó fondoncete y deprimido a la pretemporada dio paso a un pelotero con enorme sentido en todo lo que hacía. En ataque y en defensa. Amath también fue un percutor en la banda diestra. Y Rosa estuvo imperial como lateral zurdo, ayudando al central y proyectándose en ataque.

Pero no fue un partido de nombres propios sino de juego coral. El Pucela asfixió al Espanyol. Su presión inmediata tras pérdida provocaba el caos de un rival que perdió las llaves de la sala de mando. Con la bola, los locales eran rápidos y verticales. Movían de banda a banda, provocaban pases interiores y realizaban desmarques de ruptura que desorientaban a la zaga blanquiazul.

La primera ocasión llegó en el minuto 14. Un Luis Pérez también sobresaliente envió un certero pase en profundidad a Sylla. El punta pudo plantarse ante Joan pero no supo cuerpear ante su marcador y éste provocó el córner. Cömert cabeceó tras el saque de esquina, tocado antes por Javi Sánchez, y Véliz sacó el balón de la raya de gol.

Pero el Pucela no paraba. Seguía su rodillo. Moro se fue abriendo paso de la banda hacia el centro a base de amagos, hasta que descerrajó un disparo que pegó en un defensa y entró.

El 1-0 en otros tiempos hubiese narcotizado al Pucela. Esta vez no. Siguió percutiendo. Amallah tiró alto desde 40 metros tras robar el balón y Amath envió al travesaño el cuero centrado por Rosa. El Espanyol sólo inquietó con dos tiritos incruentos de Véliz y Puado. Llegó el descanso tras pasarse la primera mitad en un suspiro.

La segunda quedó definida por esos dos penaltis en los que Fuertes miró a otro lado. Uno por mano y otro por derribo a Meseguer. Cardona tuvo la ocasión más clara para empatar, pero su tiro cruzado y raso dejó la estela cerca del poste. Moro, tras su fallo, se cargó mucho y entonces el Pucela se replegó. Con tal éxito que el debutante Hein apenas intervino.

El domingo espera el Real Madrid. Por cierto, los blancos van por debajo en la clasificación.

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