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BALONCESTO

Un puñetazo a los malos hábitos

Lección de vida a cargo del boxeador profesional Salvi Jiménez a los infantiles del Real Valladolid Baloncesto, que compartieron un entrenamiento con él en San Pedro Regalado

Los infantiles del Real Valladoid Baloncesto, con Salvi Jiménez y Domingo Gutiérrez.G. V.

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Valladolid

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El baloncesto no es solo meter canastas, defender , rebotear y jugar. El baloncesto también es convivencia y aprender no solo en lo referente a la técnica individual, la preparación física o la táctica. La cabeza, lo que piensa y siente el jugador también juegan un papel determinante en su formación. Así lo ve Carlos Raúl Martínez, entrenador de los infantiles del Real Valladolid Baloncesto, equipo que disputará esta temporada la Liga Autonómica con el objetivo de meterse en el Campeonato de España, que en su ideario de vivir una experiencia gratificante llevó a sus jugadores al gimnasio de san Pedro Regalado. Y no para entrenar a basket sino a hacer un entrenamiento de boxeo. Sí, de boxeo junto al púgil profesional vallisoletano y campeón de Europa Salvi Jiménez.

Sin duda toda una más que gratificante lección de vida para esta generación del 2011, que conoció en persona la historia de Salvi. La historia de cómo el boxeo le salvó la vida. De cómo adquirir unos hábitos le sirvió para alejarse de la droga en el barrio de Los Pajarillos.

Los infantiles del Real Valladolid Baloncesto disfrutaron no solo de su afable compañía sino que tomaron nota de sus consejos, de la cultura del esfuerzo y sacrificio con la que ha salido adelante, de la nada, para no meterse en problemas, para dar un puñetazo a los malos hábitos y para domar esa impulsividad y agresividad que tenía de niño.

Los infantiles del Real Valladoid Baloncesto, con Salvi Jiménez y Domingo Gutiérrez en el gimnasio de san Pedro Regalado.G. V.

Al tiempo que hacían comba, y sobre todo trabajo de coordinación de pies, Salvi Jiménez, acompañado del inseparable Domingo Rodríguez, el que empezó con él y le aguarda en el rincón en cada combate, explicó su día a día sacrificado por y para el boxeo a la espera de un combate. Toque de diana a las 5.30 de la mañana. 12 kilómetros corriendo. Vuelta a casa para desayunar con sus hijos. De nuevo a entrenar para comer, descansar y hacer un pequeño tercer entrenamiento por la tarde y entrenar boxeo a niños del barrio para inculcarles a fin de cuentas... vida.