Un Real Valladolid Baloncesto de agua de borrajas

Con el mazazo horas antes de la confirmación de la lesión o mejor dicho de la no recuperación de Mike Torres, el UEMC Real Valladolid pareció entregarse para ser desollado sin piedad por el san Pablo Burgos. De poco, de nada, sirvió el esperanzador arranque del conjunto de Paco García, encomendado de salida a un jugador, Puidet, que no es base. El 0-5 inicial tan solo fue un espejismo. San Pablo Burgos solo tuvo que esperar unos minutos para meterse en el partido y dejar sentenciado el partido en el primer cuarto. El estado de depresión (porque no se le puede llamar de otra manera) al que está sometido un Real Valladolid sin un faro que ilumine su juego, facilitó y mucho las cosas a un San Pablo Burgos que se permitió el lujo de rotar a todo su equipo desde el inicio. Así, al descanso nadie había jugado más de once minutos.

La primera batalla del playoff, lamentablemente apenas duró cinco minutos. El deseo de los blanquivioleta en la jornada previa conjurados para dar la campanada, se quedó en agua de borrajas. Porque la diferencia en números y sobre todo sensaciones en ambos equipos era abismal. Literal. Un parcial sangrante de 16-0 sirvió para romper el partido con los ‘pequeños’, como se preveía, Speight y Corbalán de envenenadas puntas de lanza.

Tan solo había transcurrido un cuarto y el partido parecía visto para sentencia (31-16). Literal. El 43-11 en valoración en solo 10 minutos lo decía todo y reflejaba la impotencia de un depresivo UEMC Real Valladolid a rebufo y solo sujetado por el ímpetu de Nwogbo. Pero el pívot americano era un islote en el medio de la inmensidad del océano. El llamado a ser otro jugador diferencial en el equipo, Schmidt, errático y envenenado en su propia bilis, apareció son con cuentagotas.

El UEMC pareció tocar fondo al inicio del segundo acto cuando Burgos se fue a la veintena de ventaja (38-18). El despertar del equipo de Paco García al llegarse al descanso también fue un espejismo (45-33), entre otras cosas porque Cuspinera había dado minutos a su segunda unidad. La agonía del melancólico UEMC Real Valladolid iba a proseguir, por desgracia tras la reanudación. Las diferencias volvieron a abrirse para San Pablo, que con los titulares volvió a nadar plácidamente para guardar la ropa (61-41) en una fase de poco acierto y ansiedad en ambas canastas (17-8).

Con el partido visto para sentencia, el último cuarto sobró siendo una prolongación de agonía e impotencia de un Real Valladolid que caía por 81-59  encajando el 1-0 en la serie eliminatoria de cuartos  y su octava derrota consecutiva. Se dice pronto.