Pezzolano, de nuevo en el alero

Llueve sobre mojado. ¿Para qué sirven los refuerzos si luego no confías en ellos de salida? ¿Por qué ese empecinamiento por un sistema y no forma de jugar que no conduce a nada ? ¿Por qué el ‘si todo va bien’ cuando no va bien? ¿Por qué se muestra una y otra vez  incapaz de cambiar el sino de los partidos? ¿Por qué el público, como soberano que es, la sigue tomando con él, 26 jornadas después? Paulo  Pezzolano vuelve a estar por enésima vez en el ojo del huracán. Y tanto va el cántaro a la fuente que... al final debería de romperse. 

El tiempo pasa y va agotando jornadas (26 de las 42) en una Segunda División pobre, más bien paupérrima y posiblemente la más floja y caótica de los últimos años, en la que el mejor parece empeñado en ser el menos malo. Una Liga en la que el  Real Valladolid de Pezzolano sigue mandando mensajes negativos. 

Aunque el ascenso sigue estando a tiro de piedra (el directo a pesar de los pesares está situado a ‘solo’ cuatro puntos, y sigue metido en zona de playoff como último pasajero), el panorama es tirando a negro. Porque la segunda  plantilla más  cara de la Liga, reforzada en el mercado de invierno al antojo (¿o no?) de su entrenador, sigue lejos, muy lejos de lo que se espera. Por resultados, por fútbol, por sensaciones, por...

El empate en casa a cero, a nada, ante el antepenúltimo clasificado, Albacete, es solo una gota más que colma un vaso ya rebosado desde hace tiempo. Casi desde la pasada temporada cuando el recomendado del presidente cogió el equipo en zona de salvación para descalabrarlo al descenso. Aquel fútbol es este fútbol. La condena es parecida aunque en la presente temporada, prolongada a la enésima potencia sin el paraguas o el escudo excusatorio de ver que los rivales eran transatlánticos. 

Sr. Pezzolano, en Segunda  no hay transatlánticos. De haberlo debería ser el suyo. El técnico uruguayo, impasible, lejos de ponerse nervioso pese al run run existente contra él, se agarra al sillón con un discurso repetido y a la vez cansino en que el equipo va bien, consiguiendo ‘puntazos’, empatando porque el equipo no era capaz de empatar (escuchar para creer).

Los números retratan al Real Valladolid y por ende a su máximo responsable. Porque empatar con el Albacete no supone otro ‘puntazo’ como intento vender en el empate ante el Elche en el que el equipo no llegó a disparara a puerta. Números condenatorios y a la vez sonrojante. ‘Su’ Real Valladolid iguala una racha negra del a la postre condenado Pacheta, con seis de los últimos siete partidos sin marcar. 

En estos momentos en las grandes Ligas solo el Cádiz tiene el mismo registro que el conjunto blanquivioleta. En Italia el Empoli estuvo siete jornadas de ocho partidos sin marcar y la Salernitana seis de ocho. En Portugal el casa Pía lleva ahora cuatro de cinco...

Pero el sonrojo de este real Valladolid sin alma no acaba aquí. «71 disparos a puerta de los que solo 109 han ido entre los tres palos.  109 en 26 partidos (21 de ellos de Monchu) que dan una paupérrima media  de cuatro tiros por partido. De ahí  que los 28 goles logrados por el Pucela le dejen con solo nueve equipos (seis de los ocho últimos) por debajo suyo. El futuro de Pezzolano está más que nunca en el alero. ¿Aguantará? ¿Le aguantarán?