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FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Película de terror del Real Valladolid

Un desastroso Real Valladolid es incapaz de ganar un Albacete que vino a perder el tiempo pero que gozó de las mejores ocasiones / Los locales no tiraron entre palos hasta el minuto 91 / De nuevo gritos de: «¡Pezzolano, dimisión!»

Monchu intenta cortar el balón ante la mirada de Boyomo. LALIGA

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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¿Recuerda el Italia-Brasil del Mundial de España, en Sarriá? Si no lo ha visto y se ha tragado el encuentro perpetrado por el Real Valladolid ante el Albacete, póngaselo de inmediato, como quien toma el antídoto después del veneno. Más que nada, para ver fútbol. Un deporte nada que tiene ver con el engrudo intragable que ofrecieron los dos equipos castellanos. Uno no quería jugar y el otro no podía. El cóctel ideal para pillar un cabreo bíblico.

No vamos a pedir a jugadores de Segunda que remeden lo hecho por astros internacionales italianos y brasileños, pero sí que lo intenten. Que busquen el camino de la perfección, aunque se queden en el primer tramo. Que lleguen con la fe y la fuerza física donde no pueden con la calidad, aunque en teoría los locales la posean en mucha más cantidad que los manchegos.

Si puede compararse este bodrio con algún partido, es con el Real Valladolid-Getafe que dio con los huesos de los pucelanos de Pezzolano en Segunda. Una oda a la nada. Al vacío cósmico más absoluto. 

Entonces el equipo no tiró a puerta, jugándose la permanencia. Ayer lo hizo en dos ocasiones, con un cabezazo flojo del debutante Negredo y un disparo tísicos de Moro. ¿Los minutos?  91 y 93. No es error de imprenta. 

Del Real Valladolid cabe decir lo de los malos estadistas: no pierde una oportunidad de perder una oportunidad. Ante el Albacete pudo ponerse tercero en solitario con 43 puntos. Sigue sexto, con 41. El ascenso es posible, pero con  los vaivenes de los blanquivioleta desde que comenzó el campeonato, se pone como el camino hacia el Everest. Porque el cuadro de Pezzolano no es tan regular como para meterse en ascenso directo, ni siquiera en el país de los tuertos que es este año la Segunda. Y es aún menos fiable en una promoción. No ha marcado en seis de sus siete últimos partidos y con un soplido lo crean una ocasión. De ahí que buena parte de la afición, y no cuatro histéricos cruzados con él, gritase: «¡Pezzolano dimisión!» en el minuto 58 y al final del encuentro. Criticó su enorme y secular tardanza a la hora de hacer los cambios y su falta de lectura de partido.

El Albacete, casi sin querer, llegó a puerta. El Pucela se cayó por su mediocampo y sufrieron su ataque y su retaguardia, desasistida y tampoco muy atenta. Si se juega a tres por hora, el desastre está anunciado. La derrota no llegó porque el Albacete es un bomboncito. 

Tras un centro de Amath al que Iván casi llega en boca de gol, sucedieron las dos ocasiones más claras del partido, seguidas. En la primera, en el minuto 13, Masip saca el balón en un mano a mano con Medina y en la segunda Juanma, solo, hace un tirito flojo y centrado a las manos del arquero.

El Pucela hacía aguas en su fútbol slow motion. Tárrega pagó ser el mejor en Leganés con la suplencia y De la Hoz y Monchu lograron ese don tan sobrenatural como es la invisibilidad. Un tiro del segundo cerca del muro del fondo sur fue la mayor contribución ofensiva en esta mitad.

Tras el descanso cambió una cosa: era la segunda parte y no la primera. Lo demás, igual. Y la grada se comenzó a cabrear ante la estolidez de un técnico sin algodón y esparadrapo parta taponar heridas.

No pasaba nada. Sólo el tiempo. Y el técnico se salió incluso de su habitual zona Pezzolano para hacer sus primeros cambios en el minuto 65, y no 60. Salió Negredo. Y Moro. El equipo subió un par de velocidades pero no las suficientes como para crear problemas a un Albacete que vivió en la pérdida constante de tiempo. De hecho vino a perder tiempo, más que a jugar al fútbol. No sería de extrañar que hayan extraviado todos el reloj por la noche.

Salieron Rosa. Y Juric. Y Biuk, Y nada de nada. Una ocasión de Fuster solo tras un pase cruzado (qué fácil llegaban!) neutralizado por Masip, el mejor local, y los dos tiritos pucelanos antes mencionados.

El Real Valladolid puso el epílogo al fin de semana de los Goya. Su público esperaba asistir a un film épico de aventuras y lo que le ofreció el equipo fue una película de terror. Como no espabile, se va a meter de lleno en el gore .